María Cristina Piñol
Hace un
par de años, mi hermano encontró un anuncio en una reconocida firma de ventas en
línea, que implícitamente refería a una gran parte de nuestra vida. El aviso
decía: “Lata antigua vintage de Gasa Hidrófila Macaen” y se acompañaba de
cuatro fotos.
¡Caramba! ¿Cómo era posible que el primer
producto que fabricara mi papá en su pequeño negocio en Rosario estuviera a la
venta en Buenos Aires después de 60 y algo de años como “Lata Antigua Vintage”?
La etiqueta blanca, con letras y guardas azules y en el centro el “logo” con la
imagen de un cirujano con bata, cofia y barbijo. Se podía leer perfectamente
“Gasa esterilizada a 200º” y el nombre y la dirección del negocio: Laboratorios
Macaen, Catamarca 3041, Rosario. A la “Lata Antigua de Gasa Hidrófila Macaen”
la vendían en 650 pesos de contado o en 12 cuotas de 114. ¡Era la última
disponible!
Cataratas de recuerdos fueron agolpándose un
tanto desordenados en mi cabeza. Allá por 1953, el laboratorio funcionaba en
casa de mis abuelos en la dirección que figuraba en “la lata vintage”. En el
altillo estaba la oficina y subiendo un pequeño tramo de escaleras de baldosas
rojas acanaladas llegabas a la terraza convertida en un inmenso salón con largas
mesas, algunas máquinas y el gran “horno” de esterilización.
En aquel entonces mi mamá trabajaba como asistente
social desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde; por lo tanto,
papá era quien me levantaba temprano, me hacía la “mamadera”, me cambiaba, me
peinaba con una cola de caballo tan tirante que parecía una oriental de ojos
rasgados y me llevaba con él al negocio; o sea, a casa de los abuelos. Así,
pasé los primeros cinco o seis añitos de mi vida, hasta que nació mi hermano y
mamá al tiempo dejó su trabajo.
Pero volviendo al anuncio de “La Antigüedad
Vintage”, en aquellos momentos eran pocos los productos que fabricaba y
comercializaba el laboratorio. Uno de ellos era la gasa hidrófila, que estaba
envasada en tarros de hojalata como lo muestra el aviso, porque no se podía
esterilizar en otro tipo de envase, tela adhesiva, chupetes, mamaderas,
bombachitas de goma y otros productos de venta libre. El tarro de gasa de lata
fue el disparador que en ese momento abrió la puerta y me llevó de paseo hacia
aquellos tiempos y a aquellos lugares.
Al día siguiente, compartí el hallazgo en el
“grupo de los primos”, los “Piñoles”. A todos, en principio, los asombró y
luego cada uno fue aportando eslabones de recuerdos: el aroma de las hierbas
medicinales, los bidones de agua oxigenada, la máquina desmineralizadora.
En un momento de la conversación, siempre por WhatsApp,
surgió, por parte de uno de mis primos, la pregunta del millón: ¿Por qué se
llamaba Macaen? Mi hermano con total certeza respondió que por un pueblo de
España. Uno de mis primos entonces, repreguntó si la elección fue al azar o
porque algún ancestro habitó ese lugar. Nuevamente es mi hermano quien le
contestó que allí vivía un noble de la realeza española ascendiente nuestro,
por parte de la mamá de mi abuelo. El comentario desató innumerables respuestas,
generó risas, supuestas herencias, hablamos de los apellidos de los bisabuelos,
de las partidas de nacimiento, de la casa donde nació mi abuelo en Sabadell,
que otro de los primos fue a visitar y todo lo que ese lugar le generó. En
concreto lo cierto es que sí, es un pueblo de España, lo demás queda dentro de
la magia de los relatos que se trasmiten de generación en generación.
Toda la situación me pareció muy loca y no encuentro palabra más justa para describirla. Año 2021, a 68 años de aquel inicio del Laboratorio, que además cerró sus puertas en 1995 cuando falleció mi papá, un anuncio de Internet ofrece a la venta la “Antigüedad Vintage” en Morón provincia de Buenos Aires; mi hermano que lo encuentra por azar, las fotos, los recuerdos, las preguntas, las respuestas, la “reunión virtual entre primos”, las risas y hasta la nostalgia. ¿Es que todo nos trasciende? Ninguno de nosotros se contactó con el vendedor, no sé realmente por qué no lo hicimos, ¿quizás porque los recuerdos a pesar de ser intangibles son más reales y sabrosos que tener en la mano una lata vieja? Quizás…
Pero nos quedó muy claro a todos que lo vintage se refiere a algo que tiene cierta edad, que no se puede aún catalogar como antigüedad, que se considera que ha mejorado o se ha revalorizado con el paso del tiempo, que además fuera creado por grandes diseñadores y es por todo esto que nos describe tan bien, que nos auto declaramos totalmente vintage.
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