tag:blogger.com,1999:blog-54814980765695289862024-03-19T01:21:37.413-03:00Contame una historia - Adultos Mayores - UNR“Memoria, nombre que damos a las grietas del obstinado olvido”, dice Borges. De eso trata “Contame una historia", un curso de la Universidad Abierta para Adultos Mayores, de la Universidad Nacional de Rosario. Cada martes, vamos reconstruyendo un tiempo que las jóvenes generaciones desconocen y merecen conocer, a partir de recuerdos, anécdotas, semblanzas. Ponemos en valor la experiencia de vida de los adultos mayores, como un aporte a la comprensión y a la convivencia. (Lic. José O. Dalonso)Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.comBlogger604125tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-61379844627900995062023-10-24T18:31:00.002-03:002023-10-24T18:31:54.587-03:00La democracia y la casita de mis viejos<br /><br />Daniel O. Jobbel <br /><br /> <br /><br />Un día volví a mi barrio. “Para estar cerca de mi corazón, alguien dijo que yo me fui de mi barrio, pero ¿cuándo? si yo siempre estuve llegando”. <br /><br />Aquellas noches de verano por el barrio Las Delicias, inmensas de misterio para un pibe con su mirada infantil, mirada rotunda hacia las estrellas por la poca urbanización. Un pasaje de barro y zanja. Allí, iba creciendo ladrillo a ladrillo la casa de mis viejos. A veces mi padre nos sacaba a dar una vuelta caminando y otras en bicicletas. Calles de tierra, ni siquiera el “mejorado” que vino, sí, con la democracia. Calles con zanjas aún peligrosas, ladridos de perros que a veces nos perseguían, el chillido de los grillos y el croar de las ranas bajo una luna clara. Algunas casas de las llamadas: “tipo banco”, porque las hacía el Banco Hipotecario Nacional de entonces. Sumisos también aparecían otros chalecitos en ladrillo sin revocar. Un lugar específico donde se asentaba los trabajadores de la Fábrica Militar De Armas “Domingo Mattheu”. Un barrio obrero que la fábrica ofrecía esa oportunidad. Y una fábrica que fue cerrada, como otras, en democracia. Pero que dejó huellas. El barrio creció. <br /><br />No nos perdíamos una gran cosa en ese lugar y principalmente en casa a esas horas la verdad, solo una radio, una tele y pocos teléfonos; para llamar había que ir a una caseta telefónica en la estación de servicios La Blanca, frente a la fábrica; hoy devenida en Jefatura de Policía de Rosario, cita en Ovidio Lagos y Gutiérrez. <br /><br />Mi madre se quedaba viendo televisión, tejiendo alguna mantita o cosiendo un ruedo junto con una mateada con alguna vecina. Así, no había excusa al atardecer de salir a las travesías por el barrio hasta la plaza a la vuelta de la esquina, con mi viejo adelante como un Goyeneche empedernido cantando algún viejo tango al cual le cambiaba la letra y, entre medio, esa marchita peronista que a mí me parecía intransigente. Tal es así que mi primer voto de adolescente fue para el Partido Intransigente. <br /> Así, bajo las estrellas del conurbano profundo, a veces relojeando relámpagos de tormentas o gritando desesperados el nombre del perro que se nos perdía y volvía de peleas con los de su especie, con la lengua afuera de placer, embarrado, moviendo su cola, y jadeando. Así caminábamos con mi viejo, llegando al final de avenida Arijón, y era como llegar al límite del municipio, luego empezaban las quintas de Ordoñez y algún que otro establecimiento metalúrgico. En aquellos primeros años ochenta era otro Rosario. <br /> Llegaba la democracia como un viento limpio de nuevo día. Aquel mes de diciembre hubo fiestas en las plazas de todo el país. Los artistas se sumaron a la celebración de un momento histórico: el regreso a la democracia. La libertad empezaba a ser vivida con felicidad por todos los ciudadanos, aunque el estado de ánimo no modificaría sustancialmente la realidad presentada por las dificultades económica de entonces. El primer gobierno democrático asumió en un contexto económico nada fácil. <br /><br /> Escribo esto sin querer comparar, sin pretender de antemano todo lo que hoy día es en mi vida familiar y por ende la de todos. <br /><br />La democracia trajo el nunca más a esa larga y oscura noche del último gobierno de facto. Que los lápices vuelvan a escribir. La cultura se potenció en las diferentes artes, principalmente en la música y el teatro. Podemos ser libre de pensar, educar, disentir, respetar, oxigenar las ideas, y también el voto. <br /><br />“La vida es una moneda, quien la rebusca la tiene”, cantaba Baglietto en tiempos de la Nueva Trova Rosarina. Y aquí me paro, como si me pegaran un tiro a la medianoche. Hago un paréntesis. Lo que sí la democracia también duele. Esta adulta de cuarenta años está enferma. Desde el inicio no supo desovillar los enredos con su economía. O la máscara que se oculta detrás de sus recetas. <br /><br /> Desde aquella ventana en donde miro el pasado de esas rondas con mi viejo de aquello dos o tres veranos sofocados de calor y un ladrillo más para esa casa obrera. La economía siempre nos cacheteaba mal. Mi padre pudo terminar la casa con mucho esfuerzo. Una economía que no se lleva bien con la democracia. Con el tiempo se crearon odio, grietas, moral colectiva o moral individualista. Menuda encrucijada. Quizás provenga de cómo somos a pesar de lo que nos gustaría ser. ¿Somos odiosos seriales? ¿O nos preparan la partitura? Lo dejo ahí. Pero si hacemos una introspección, mucho de lo que aborrecemos lo podemos encontrar en nosotros mismos. Somos ese cóctel de defectos mezclados de virtudes. Somos un licuado de todo eso, lo bueno y lo malo en distintas proporciones, van cambiando según quién vaya agitando la mezcla. Que digo con esto que la crisis es moral. Se consigue con educación. A la democracia le falta honestidad y, por supuesto, que algún ingrediente más. <br /><br />Mi viejo, ante preguntas sin respuestas, solía levantar el mentón, con un puchero de niño y levantaba las cejas, mientras te soltaba un silencio perpetuo. Y lo último. Aunque “el odio no es buena razón para promover cruzadas ciegas ni para reinstaurar la Inquisición”, dice Héctor Tizón, muchos patentaron la culpa y la responsabilidad de las cosas que pasan es por siempre de los otros. Pero para evitarles más dolores de cabeza y cuentas al psicoanalista, quiero decirles: seamos un poquito mejor, la educación es lo primordial y la solidaridad que nos enseñaron nuestros abuelos, ni asesinos a sueldo, ni bohemios empedernidos, con la seguridad que nos merecemos, la justicia que nos debemos y el trabajo en blanco, salud que nos corresponde, repartamos mejor los panes y peces, y seamos menos egoístas. Eso deberíamos enseñarles a las próximas generaciones.Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-4970807843922394622023-10-24T18:29:00.000-03:002023-10-24T18:29:16.692-03:00Apagones<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 36pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Hugo Longhi</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Últimas semanas de 1978, la euforia por la obtención del Mundial de
Futbol iba disminuyendo. El gobierno militar había usufructuado a su favor
aquel triunfo. Se sentían gloriosos y todopoderosos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Cuando ya todos nos íbamos decididamente preparando para las
tradicionales fiestas de Fin de Año, una noticia nos sacudió. Había surgido un
conflicto limítrofe con Chile por el canal de Beagle y amenazaba con ser serio;
podría llegar a desembocar en una cuestión bélica. Tal vez, los militares
necesitaban demostrar aquella dudosa gloria. Para peor, del otro lado de la
cordillera, también había un dictador lo cual configuraba un escenario
demasiado peligroso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Y la cuestión fue que nos comenzaron a adoctrinar de alguna manera para
esa eventual circunstancia. Entre las disposiciones que determinaron, la más
curiosa o, cuanto menos, la que yo más recuerdo fueron los apagones. Se trataba
de que en las principales ciudades del país, en un día y a una hora determinada
de la noche, se apagaran todas las luces del alumbrado urbano, edificios
públicos, plazas y, claro, también los hogares. Esa era la parte que nos tocaba
a nosotros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Se suponía que de esa manera lograríamos desorientar al enemigo que no
tendría puntos de referencias dónde atacar. No sé, eso lo imagino yo porque era
imposible descubrir lo que pasaba por la cabeza de esos estrategas. Esta
calificación va con marcada ironía, por supuesto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Años después en Malvinas, lamentablemente, comprobaríamos que ese
oscurecimiento masivo de nada servía. Igual, la población debía acatar la orden
y así se hizo. En Rosario fueron dos o tres jornadas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Dentro de la operatoria se incluía el nombramiento de un jefe de
manzana, quien debía recorrer, revisar y controlar el estricto cumplimiento de
la medida. En mi cuadra esta tarea recayó en José, un vecino que pecó de estar
sentado en la vereda frente a la puerta de su casa, algo muy normal por
aquellos tiempos, y fue el elegido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">En líneas generales por mi zona se cumplió el objetivo. En mi casa
bajamos las persianas, la luz de adelante permaneció sin encenderse, pero no
así las interiores. No hubo mayores incidentes ni problemas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Finalmente alguna, pizca de coherencia surgió y alguien decidió acudir
al Vaticano para que hiciera de mediador en esta crisis. El novel papa Juan Pablo
II nombró a un simpático cardenal llamado Antonio Samoré, quien tras reunirse
reiteradamente con las autoridades de un lado y de otro, manejando una
diplomacia admirable logró que el conflicto no avanzara. Al menos, las armas
quedarían guardadas sin ser utilizadas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">En lo personal, ese período casi olvidado de la historia reciente
argentina me quedó muy grabado por un par de temas puntuales. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Por esos días, había conseguido ingresar a la empresa en la cual
permanecería trabajando durante cuarenta años. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Lo otro fue la inminente mudanza de mi familia a Granadero Baigorria.
Dejaba el barrio que me vio crecer durante quince años. Los amigos y los hábitos
cambiarían.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Fueron dos hitos importantes en mi vida y siempre tomé esos apagones u
oscurecimientos como referencia cronológica, aunque no tuviesen nada que ver. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Es
por eso por lo que saco el tema a la luz, valga el juego de palabras. Espero
que también sirva para activar vuestras memorias y tal vez los estimule a
contar pintorescas experiencias al respecto.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-81803528208378289472023-10-24T18:25:00.001-03:002023-10-24T18:25:32.265-03:00Cantamos los cuarenta<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Mónica Mancini</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;"> </span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Mis recuerdos más
lejanos sobre las elecciones datan del año mil novecientos sesenta y tres. Recuerdo
con claridad que con seis años caminaba de la mano de mi madre y pasamos por un
comité, cuando ya había ganado Arturo Illia y con entusiasmo me dediqué a
juntar los votos que ya no tenían ningún valor y andaban desparramados por las
veredas. De a poco, se fueron convirtiendo en barquitos, avioncitos y todas las
formas que una nena de esa edad podía construir con su imaginación.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Hubo una gran pausa
donde no tengo recuerdos claros de la forma en que viví las idas y venidas de
los gobiernos de facto y los democráticos. Aunque un hecho presente en mi
memoria es el “Rosariazo”. En mil novecientos sesenta y nueve, con solo trece
años fui testigo de sucesos que conmocionaron la ciudad, todo pareció
descontrolarse, se quemaron troles y se hicieron saqueos en los negocios.
Recuerdo con espanto observar cómo personas enceguecidas saqueaban el kiosco de
revistas de la estación de trenes Rosario Oeste, cómo entraban en los galpones
rompiendo obstáculos y llevándose todo lo que encontraban a su paso. También
pude ver la represión que sufrieron algunos y las consecuencias que les
trajeron semejantes acontecimientos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Entre esos
trágicos hechos y 1983, pasaron muchísimas cosas. En lo personal ya me había
recibido de maestra, casado y había sido madre de dos niñas. Siendo observadora
de sucesos complejos, como el conflicto con Chile, la guerra de Malvinas y los
reveses de la economía. Vivir en un país en democracia era una gran ilusión,
más aún cuando empecé a conocer la figura de don Raúl, hombre que transmitía
tantas esperanzas de libertad con su famoso slogan “Con la democracia se come,
se cura y se educa”. Sonaban tan prometedora sus palabras, que no tuve ninguna
duda cuando aquel domingo treinta de octubre, con veintiocho años votaba por
primera vez. Con emoción, entré al cuarto oscuro y no solo puse un voto en el
sobre, allí deposité mis anhelos de vivir un futuro con la capacidad de elegir,
de perder el miedo y de manifestar mis ideas con espíritu crítico sin correr
riesgos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Afortunadamente
desde esa primera elección se sucedieron muchas otras, por cuarenta años
pudimos elegir a quienes nos gobiernan. Me toco repetidas veces ser presidenta
de mesa, donde participé activamente del proceso: preparar las urnas, pegar los
padrones en la pared, acomodar los votos en las mesas, retener el documento,
firmar los sobres, el posterior conteo y el envió del telegrama. Todo lo hice
con mucha alegría y responsabilidad, agradeciendo que esos sucesos del pasado,
sean del pasado y que aún con conflictos podamos ejercer el derecho del
sufragio. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Haciendo un presuroso
viaje en el tiempo, en este dos mil veintitrés, pasando los sesenta años, sigo
yendo a votar con satisfacción. Lo hago regularmente con mi hermana, previo
desayuno en un bar, aprontamos los DNI y entramos en la escuela que nos toca
sabiendo qué vamos a elegir. Votamos manteniendo los mismos objetivos que
expresó Alfonsín aquel veintinueve de octubre en el Monumento: </span><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">“constituir la unión nacional, afianzar la
justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el
bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para
nuestra prosperidad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el
suelo argentino”.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-5106628003193593182023-10-24T18:23:00.000-03:002023-10-24T18:23:10.026-03:00Constituyendo<p><b style="text-align: justify; text-indent: 36pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Hugo Longhi</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">El timbre del portero eléctrico sonó reiteradas veces, como era
costumbre en él. Yo ni siquiera respondía, sabía que solo era su señal de que
había pasado y dejado algo en el buzón del edificio. Pero ese mediodía de
viernes, poco antes de que saliera a trabajar, el repiqueteo sonoro fue más
intenso, digamos insistente, y por lo tanto atendí. La orden fue terminante:
“Bajá que hay una sorpresa para vos”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Por aquel entonces, promediando la década de los 90, yo recibía
muchísima correspondencia de parte de radios internacionales y esa
cotidianeidad hizo que estableciera cierta confianza con el cartero. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">El muchacho joven, de pelo largo teñido de rubio, me esperaba con un
papelito en la mano. ¿Esa sería la sorpresa? Lo primero que me preguntó fue si
tenía algo que hacer el domingo. Ante mi gesto de no comprender agregó que ese
papelito era una citación para formar parte de la mesa electoral en los
comicios que aquel día se iban a desarrollar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Yo no lo podía creer, tenía que participar como segundo asistente de mesa,
recién me comunicaban con solo dos días de anticipación y sin ninguna
instrucción. Y, bueno, le firmé el acuse de recibo y subí los tres pisos de
escaleras mascullando bronca. No tenía donde quejarme ni como hacerlo. Dichos
comicios eran para designar convencionales constituyentes para el gran congreso
que se realizaría en Santa Fe con el objetivo de modificar y actualizar la
Constitución. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Esas cuarenta y ocho horas pasaron volando y el domingo, minutos antes
de las ocho me presenté en el lugar establecido. Ya había personas formando
fila para votar. El policía me recibió amablemente y hasta me pareció que sonreía
al verme. Me invitó a pasar. Allí, me encontré con un amplio salón con mesas
distribuidas en todo el perímetro del predio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Yo no sabía para qué lado agarrar. Pasado ese instante de desorientación
me dispuse a buscar el número de mi mesa y allí quedé inmóvil dudando sobre qué
hacer. Cuando ya la desesperación me atrapaba fuerte, de la nada surgió una
chica bastante joven que, identificándose como fiscal del Partido Justicialista,
se ofreció a ayudarme. Fue como un maná caído del cielo. Pese a su juventud ya
tenía cierta experiencia en este tipo de actos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Demás está decir que ni el presidente de mesa ni el primer asistente
habían aparecido por lo cual debí hacerme cargo de todo. Sí, de pronto era yo
el que comandaría el movimiento y control de los votantes. Lo primero que
hicimos fue pegar los padrones en la pared, armar las urnas, ordenar las
boletas en el cuarto oscuro y, claro, ser el primero en sufragar. No sea cosa
que por los nervios me olvidara de hacerlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Alrededor de las ocho treinta estuve en condiciones de comenzar a
recibir gente, muchos de los cuales ingresaron bastante molestos por la demora.
Poco a poco me fui tranquilizando al observar que todo se desarrollaba con
normalidad y a la vez gané confianza. Cada tanto la chica, que al verme tan
desamparado se había sentado junto a mí, se iba a recorrer otras mesas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Habrán pasado unas dos horas de iniciada la cuestión cuando apareció un
gordito de barba y aspecto de mal dormido. Preguntó si esa era la mesa tal y
ante mi afirmación dijo que era el designado como primer asistente. Obvio, lo
invité, barra, obligué a que se sentara y se dispusiera a colaborar. Al principio
la relación fue tirante, porque pretendí mostrarme enojado por su impuntualidad,
pero al rato nos fuimos acomodando. Poseía un extraño sentido del humor que me
hacía reír. Junto a la chica formamos un mini equipo que funcionó.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Así, fue transcurriendo la jornada. Pasaron algunas caras conocidas entre
los que recuerdo al periodista Evaristo Monti y un directivo de la compañía donde
trabajaba que, porfiadamente, pretendía votar con un documento viejo. Por una
vez, me di el gusto, de darle órdenes y que las acatara. Los últimos en llegar,
casi ya al cierre del acto, fueron una familia de japoneses, un padre con sus
hijos varones. Esos marcados ojitos rasgados nos hicieron adivinar a la
distancia que ellos eran los que faltaban para completar el padrón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Por tratarse de una elección atípica, insisto se elegían solo
congresales constituyentes, el recuento de votos fue bastante rápido y estimo
que una hora después ya había completado la tarea. En definitiva la bronca previa
y la angustia inicial se transformaron en satisfacción por el deber cumplido. Y
encima con una actividad novedosa. Así es, puedo afirmar que mi firma,
impensadamente, figura en muchos DNI de rosarinos, seguramente ya sin uso. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Volví
a casa caminando tranquilo en ese atardecer de abril de 1994. La única duda que
me quedó fue saber quién sería el verdadero jefe de mesa que, por cierto, jamás
apareció.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-41732719179724878012023-10-24T18:20:00.004-03:002023-10-24T18:20:57.754-03:00Democracia. Crónica de una sobreviviente<p> <span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">María Cristina
Piñol</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Cuarenta años
ininterrumpidos de democracia en Argentina. Lo que debería ser indiscutible y
cotidiano como lo define la Constitución Nacional en este hermoso y tragicómico
país parecer ser excepcional y, por ende, para algunos es digno de ser
festejado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Nos cuenta la
historia que en el año 1912, bajo la presidencia de Roque Sáenz Peña, se
promulga la ley por la cual el voto se torna secreto y obligatorio para todos
los ciudadanos en todo el territorio nacional ya que hasta ese entonces se usaba
el método de “voto cantado”, que provocaba fuertísimas presiones en los
votantes y muchos no asistían a los comicios. Si bien no se prohibía el “voto
femenino”, para confeccionar el padrón electoral, dado que otro medio de
identificación no existía, se utilizaba el “padrón militar” y por eso solo
votaban hombres. Desde el mismo momento que se sanciona la Ley Sáenz Peña, un
grupo de mujeres entre las que se destacaban Alicia Moreau y Julieta Lanteri, comenzaron
su lucha por la incorporación del voto femenino a la ley vigente. Fue una lucha
denodada y constante y recién en 1947 durante el gobierno del presidente Perón
y con impulso de su esposa Eva Duarte, logra materializarse después de treinta
y cinco años. La mujer pudo votar por primera vez en 1951.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Desde aquel año
1912 se cuentan en mi país seis golpes de Estado concretados, en 1930, 1943,
1955, 1962,1966 y 1976.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> Imposible para mi recordar el golpe de 1955,
solo tenía dos años, pero sí tengo imágenes, conversaciones, discusiones y
hasta el ruido ensordecedor helicópteros y aviones pasando bajo sobre la ciudad
durante el golpe cívico militar, que derrocó en 1962 al Presidente Arturo
Frondizi, quien fuera inmediatamente trasladado a la isla Martín García en
carácter de detenido. Su vicepresidente, José María Guido, lo sucedió en el
cargo en un nombramiento contaminado de irregularidades y gobernó algo menos de
dos años. Azules y Colorados, ambas fracciones antagónicas del Ejército,
protagonizaron durante el mandato de Guido enfrentamientos armados entre sí con
saldo de varios muertos y heridos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Una “joyita” el
inicio de los 60 y, como siempre, nosotros, el puro pueblo, en el medio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Mediados de 1963 se
vuelve a las urnas y resulta electo el doctor Arturo Humberto Illia. Todavía el
Partido Justicialista estaba proscripto. Mis recuerdos de esa época solo se
asientan en conversaciones familiares, en discusiones entre mi abuelo Pedro y
mi tío, y en la imagen de una gran tortuga con la cara del presidente en la revista
“Primera Plana”. ¿Bizarro no?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Y llegó nuevamente
el helicóptero el 28 de junio de 1966, otro golpe de Estado y van…? Pero de este
y los sucesivos ya me acuerdo. Cursaba primer año de secundaria en la Escuela, que
aún funcionaba en la Facultad de Ciencias Económicas. Nos llega al aula la
orden de desalojar el establecimiento, pero no nos dicen la causa. Salíamos en
fila y al llegar al hall de ingreso vemos en la escalinata de acceso soldados
montados a caballo “escoltándonos” hasta la vereda. Ya del vamos pintaba feo.
Desde que nací 13 años atrás llevaba más gobiernos dictatoriales que
democráticos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">A partir de ese
año los recuerdos son más vívidos y fueron tantos los momentos de quiebre y
zozobra que cuesta enumerarlos. Intrigas, “asociaciones delictivas” y asesinatos
a sangre fría como el del sindicalista Vandor, auguraban el inicio de tiempos
aún más turbulentos. En 1970 es asesinado también Pedro Eugenio Aramburu por la
agrupación Montoneros, quienes no dudaron en adjudicarse su secuestro,
“juzgamiento”, torturas y posterior asesinato y hasta creo que fue filmado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Transcurrí todo el
secundario en dictadura y llegó la etapa de la facultad en 1971, con un
ambiente nacional enrarecido. Avistando su fin, el presidente de facto Lanusse
convoca a los partidos políticos, propone el llamado Gran Acuerdo Nacional al
que no adhirió nadie y, entonces, propone las elecciones libres y sin
proscripción partidaria alguna, pero con ciertas consignas que fueron aceptadas
para 1973, año en el que voté por primera vez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Gana el “Frente
Justicialista para la Liberación”, con su candidato Héctor Cámpora y la
consigna “Cámpora al gobierno Perón al poder”. Para ese entonces, ERP y
Montoneros ya captaban la atención de propios y extraños, pero aún faltaba algo,
la Triple A, Alianza Anticomunista Argentina. Nadie la nombra ya pero existió y
fue brutal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Y siguen mis
recuerdos, el regreso de Perón a la Argentina y la “Masacre de Ezeiza”, con trece
muertos declarados y una cantidad de heridos que se desconoce. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">En el mes de
septiembre de 1973 es asesinado/ajusticiado José Ignacio Rucci encontrándose en
su cuerpo treinta y tres impactos de balas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">A los cuarenta y
nueve días de haber asumido su mandato Cámpora renuncia y se convoca a nuevas
elecciones, las primeras sin proscripciones desde de 1955. Perón asume como presidente
vistiendo su traje militar (había sido reincorporado al Ejercito argentino) y
su esposa, María Estela Martínez, como vicepresidente el 12 de diciembre de
1973. También recuerdo aquel discurso en el que llamó “estúpidos e imberbes” a
los montoneros reunidos en la Plaza. Una figura crucial emerge entre las
sombras, José López Rega. Apodado “El brujo” por sus inclinaciones a las predicciones
esotéricas, se le atribuyó entre otras cosas la creación y operatividad de la Triple
A. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">El 1º de julio de
1974 fallece el presidente Juan Perón, lo sucede María Estela Martínez, su
vice, quien es derrocada el 24 de marzo de 1976 y confinada en la residencia “El
Messidor”, de Villa la Angostura.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">De ahí en más la
sucesión de hechos incalificables de parte de quienes conformaron los sucesivos
gobiernos de facto y que son por su proximidad temporal los que más recordamos
tuvieron su final aquel histórico 10 de diciembre de 1983, cuando después de
casi ocho años, de brutal dictadura asume el presidente electo Raúl Alfonsín. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Y con cambios de colores
políticos, resignaciones de mandatos antes de tiempo en pos de la continuidad
de la democracia, volvimos a votar. Y siguieron los dos períodos de despilfarros
del presidente Menem y su “Rosadita”. Volvimos a las urnas, esta vez Fernando
De La Rúa asume como presidente, caos económico y social, cacerolazos, etcétera.
El presidente constitucional renuncia y le sigue la vergüenza mundial de
cambiar cinco presidentes sucesivamente en una semana. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">No obstante los
argentinos seguimos creyendo en la democracia, aunque a veces no estemos de
acuerdo con el gobierno de turno, bancamos cada mandato esperando las próximas
elecciones. Es cierto, cuarenta años que nos gobiernan quienes elegimos en las
votaciones, para nosotros es un logro, aunque para nada signifique que todo
está bien. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Democracia es en
su esencia el gobierno del pueblo y para el pueblo, con solo poner una boleta
en la urna no termina nuestra responsabilidad. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Mi país es un país de
“blanco” o “negro”, en él la extensa gama de grises no existe, y ¿saben qué? la
gran mayoría de los argentinos vivimos, pensamos y sentimos dentro de los
grises. Democracia, la Señora sobreviviente.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-42457005188151636512023-10-24T18:17:00.003-03:002023-10-24T18:17:59.719-03:0030 de octubre de 1983<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Raquel Arroyo</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">“¿Mirá, no ves que
es igual a vos?”, le decía a mi padre, mientras le mostraba la portada del
diario, en la que se veían las caras de los candidatos a presidente y entre
ellos un sonriente Raúl Alfonsín.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—¡Dale, papi! ¿Qué
te cuesta? Votalo. Es igualito a vos. Mirá, tiene tu misma sonrisa, y los
bigotes y los ojos negros- insistía, mientras él se seguía afeitando frente al
espejo del baño, casi ignorándome como jamás lo había hecho.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Se parece a mí,
pero no soy yo. Él es radical, y yo soy peronista. Soy peronista de la primera
hora. Peronista de la Resistencia. Dos días, dos días ¿entendés? Dos días
estuve haciendo cola para pasar un minuto frente al cajón de la Eva. Vos ni
siquiera habías nacido. Tu hermana tenía dos años.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Paró el relato
para enjuagarse la cara recién afeitada. El olor de la crema de afeitar invadió
el baño y el resto de la casa. Y se mezcló con el olor del estofado que llegaba
desde la cocina, donde mi madre ponía a orear los fideos caseros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> Y mi padre continuó:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">“Debajo de la
lluvia esperamos, y hasta pasamos hambre con el tío y con los otros compañeros.
Nos habíamos ido casi sin un peso, viajamos gratis en el tren. Era fin de mes y
me quedaba poca plata del sueldo del ferrocarril, se la dejé a mamá y me fui
con apenas unas monedas. Pero no me importó nada, y me fui...”. Lo decía con
nostalgia y mientras se secaba la cara en este octubre del 83, creo que su
mente viajaba a aquel julio del 52.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Tenía que
despedir a la Eva...- continuó con nostalgia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Bueno, papi, pero
Perón y Evita están muertos, y esto es otra cosa. Son aires nuevos. Vos sabés
que el peronismo ya no es lo que era.¿ A vos te convence Lúder? Ya sé que no,
papi. No te gusta este peronismo. Te vi enojado y decepcionado cuando Herminio
Iglesias quemó el cajón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Hay cosas que no
me gustan. Pero sigo siendo peronista. Y no voy a votar a un radical. ¡No sé de
dónde me saliste vos radical!- me dijo mientras se iluminaba con esa sonrisa
franca y me daba un abrazo de esos que acomodan los huesos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Papi, yo no soy
radical, ni peronista, no sé qué soy. Solo creo en ese hombre, más allá de los
partidos. Creo que es un buen hombre.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Yo también creo
que es un buen hombre. Pero Illia También era un buen hombre y viste lo que
pasó con él...- había un dejo de tristeza en su voz.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Pero ahora es
distinto, venimos de siete años de dictadura, nunca más va a haber un golpe de
Estado, nunca más.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> Yo tenía veinticinco años. Iba a votar por
primera vez. Como a tantos jóvenes Alfonsín nos había seducido con su oratoria,
su energía y esa hombría de bien que transmitía a través de su mirada serena y
bonachona. Cuando al final de sus discursos recitaba el preámbulo de la
Constitución, la piel se erizaba y los ojos se llenaban de lágrimas. Toda la
esperanza de los jóvenes estaba puesta en ese hombre de ojos oscuros y palabra
clara. Igual a mi padre y sabía que, igual que él, jamás me iba a decepcionar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Ya estábamos
preparados para ir a votar. Papá se peinaba con la Lord Cheseline y me daba las
últimas indicaciones. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Hay que cortar
boleta. Bah, vos hacés lo que quieras, pero a Néstor hay que votarlo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Claro, papi.
¿Como no lo vamos a votar a Néstor? ¿Aunque sea del PI, no?- le dije con un
guiño.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Es buena gente,
más allá del partido- lo expresó con un aire de orgullo por su sobrino tan
querido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Como Alfonsín,
buena gente, más allá del partido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> Me regaló una sonrisa amplia, había entendido
mi chicana. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Hay que votar
también a tu amigo Ángel para concejal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—Pero claro que
sí. Buena gente también mi amigo peronista. Si habremos compartido aquellos <i>meetings</i>
clandestinos en aquel taller de Tablada, cuando el peronismo estaba proscripto-
otra vez la nostalgia, otra vez el peronismo. Sabía que iba a ser imposible
hacerle cambiar de idea.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> Eran casi las doce del mediodía. Había una
marcha incesante de gente que pasaba por la puerta de mi casa, hacia la escuela
donde se votaba. Todos querían ir antes del almuerzo del domingo. Estaban
ansiosos por elegir a su presidente. Después vendría el asado o los fideos. Era
un día de fiesta. Fuera cual fuera el resultado iba a ser mejor de lo que
tuvimos durante los últimos siete años. Yo estaba muy nerviosa. Trataba de
recordar alguna clase de Educación Cívica en la que habíamos hecho un simulacro
de elecciones. Pero había pasado mucho tiempo. Mi vida había transcurrido más
durante dictaduras que en gobiernos democráticos. Por lo tanto, poco sabía. Y
para colmo iba a tener que cortar boletas, elegir candidatos de distintos partidos.
No sabía si eso estaba bien o mal. Pero estaba eligiendo al “hombre” y no al
partido. Cuando volviéramos mi papá y yo, iría mi mamá. Ella iba a votar a
Alfonsín, a Néstor y a Ángel. Mientras tanto, se quedaría organizando el
almuerzo y cuidando mis chicos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">“No se olviden los
documentos y arriba de la mesa del comedor les dejé dos tijeritas para que
corten las boletas”, nos gritó mamá desde el patio, tan previsora como siempre.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> Salimos orgullosos con la tijerita en el
bolsillo y el documento en la mano. Mi papá tenía una libreta de enrolamiento,
grande como una libreta de almacenero, forrada en cuero. En las primeras hojas
tenía los símbolos patrios y la letra del Himno Nacional. La foto me mostraba a
un joven sin bigotes, de traje, con una cinta de luto en el brazo; seguramente
era por la tía Julia, que había muerto tan joven. Mientras caminábamos me
mostraba los casilleros donde constaba su emisión de voto en elecciones
anteriores y había una anécdota para cada ocasión. Nos separamos en la esquina.
Él se dirigió a la escuela donde votaban los varones y yo a la de mujeres. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> Mientras hacía la cola el corazón me latía muy
fuerte. Entré en el cuarto oscuro, saqué la tijerita y empecé a mirar las
boletas. Reconocer, recortar, poner en el sobre. Hacerlo prolijamente, no vaya
a ser que me invalidaran el voto. Perdí la noción del tiempo. Unos golpes en la
puerta del salón, me volvieron a la realidad. “¿Está todo bien? Hace mucho
tiempo que estás adentro”. La voz de la presidenta de mesa me devolvía a la
situación. Salí avergonzada. Todos me miraban. Puse el sobre en la urna y salí
presuntuosa con mi documento en la mano. ¿Y la tijerita? Me la había olvidado
en el cuarto oscuro. Bueno, la vergüenza no me permitía volver, después de todo
a alguien le iba a servir.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> En la esquina me encontré con mi papá, nos
abrazamos sin decir palabra. Votó el resto de la familia, almorzamos, y a la
tarde festejamos el cumpleaños de mi hermana. Llegada la noche la televisión
nos contaba que Alfonsín había ganado. Toda la familia lo había votado. Menos
mi padre... Creo... Lo vi sonreír cuando el presidente electo agradecía al
pueblo por la victoria. Era una sonrisa de satisfacción. Los ojos le brillaban.
Ese hombre de la <i>tele</i> y el que estaba sentado al lado mío eran iguales,
solo que uno era radical y el otro peronista. Me acerqué al peronista y le dije
al oído:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—¿Papi, lo
votaste? </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">—No... Además el voto es
secreto- me dijo.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-18007914141026379252023-09-19T20:34:00.000-03:002023-09-19T20:34:20.134-03:00Aquella Semana Santa <p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Diana Kallmann</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Ese jueves 16 de abril de 1987 habíamos ido con mi familia a visitar a unos
amigos en Santa Rosa, La Pampa. Tenía varios francos acumulados en la agencia
Neuquén del diario “Río Negro”, donde trabajaba y podía ausentarme. Además,
como decíamos en la redacción, la Semana Santa era “una siesta”, con una
guardia mínima era suficiente. Lejos estábamos de imaginar lo que se venía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Entre charlas, guitarreadas y poemas con los amigos pampeanos, poca
atención le prestamos a las noticias, hasta que al anochecer alguien avisó que
se estaba produciendo un levantamiento militar en Campo de Mayo. Prendimos la <i>tele</i>,
las imágenes parecían sacadas de una pesadilla: la asonada era dirigida por una
suerte de <i>rambos,</i> que portaban ametralladoras, ropa de fajina y rostros
pintados con carbonilla, supongo que para darle espectacularidad al
levantamiento, porque sus nombres se difundieron enseguida. Lo único reconfortante
era que todo el arco político y social se mostraba a la altura de las
circunstancias. Dirigentes de los partidos, de derechos humanos, de los
gremios, de organizaciones sociales, se acercaban a cuanto micrófono encontraban
para repudiar el levantamiento y convocar a la defensa de la democracia. Un
mensaje que se multiplicaba en el país. Los periodistas reaccionaron
rápidamente y la mayoría de los medios se constituyeron en una especie de
cadena nacional, donde la población y su dirigencia política y social potenciaban
un clima de movilización y de unión nacional frente a la amenaza a un sistema que
tan duramente habíamos conseguido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Sentí necesidad de volver a Neuquén, a la redacción, a las calles que
comenzaban a poblarse de gente movilizada. Resolvimos regresar. A unos 100 kilómetros
de nuestra ciudad pudimos captar la emisora local, LU5, que se había convertido
en vocero y convocante de una multitud que durante cuatro días protagonizó la
mayor movilización en la historia de Neuquén. Unas 40.000 personas en la calle,
decían los titulares y no mentían, sobre una población de apenas 150.000
habitantes. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Fueron días de suspenso y de fuertes emociones. El jueves, el gobernador
Felipe Sapag, que estaba en Buenos Aires, a través de un reportaje radial ordenó
a su vice, Horacio Forni que abriera las puertas </span><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">de la Casa de Gobierno al pueblo, para defender la
democracia. </span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Representantes
de fuerzas políticas, de organizaciones de derechos humanos, organizaciones
gremiales y vecinales, juventudes partidarias y personalidades varias respondieron
a la convocatoria. Simultáneamente, la multitud acompañó desde las calles
adyacentes a la sede gubernamental. “Gobernaba el pueblo en defensa de la
democracia”, recordó un participante. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Buscando en Internet y revolviendo entre mis viejos papeles, pude rescatar
algunos párrafos del pronunciamiento firmado por el heterogéneo grupo que
conformaba la multisectorial: “debemos comprender los argentinos –decía el
texto– que no está en juego en esta difícil circunstancia el triunfo o el éxito
de alguna parcialidad política o de algún sector social, sino la Argentina
solidaria, participativa, democrática, justa y libre que tanto buscamos y
anhelamos”. Por si no quedara claro, agregaban: “la opción es la vida en
democracia o la muerte en el autoritarismo”. </span><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Don Felipe, ya de regreso en Neuquén, dijo: “Vamos
a resistir en la Casa de Gobierno hasta las últimas consecuencias y a partir de
este momento vamos a preparar la resistencia". <br />
</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">La redacción del diario era un
hervidero de noticias que se sucedían minuto a minuto: el general Martín Balza,
a cargo del comando y un hombre respetuoso del orden institucional, había
transmitido su apoyo al gobernador y ofreció refugio al presidente Raúl Alfonsín.
La Legislatura provincial se declaró en asamblea permanente y allí se hizo
presente otro de los protagonistas de esa Semana Santa: el obispo Jaime de
Nevares, quien desde el primer día del golpe militar de 1976 abrió la catedral
para refugiar a los perseguidos, convirtiéndose en el principal referente de la
lucha por los derechos humanos en la ciudad. El viernes Santo, la conmemoración
del tradicional Vía Crucis se transformó también en un pedido por la democracia
cuando una multitud, encabezada por monseñor De Nevares, se encolumnó tras la
enorme cruz en su recorrido desde la céntrica Catedral hasta la barda. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">En estas circunstancias se produjo un hecho político de significación: el
reencuentro de dos líderes neuquinos que habían estado distanciados durante
años, </span><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Felipe Sapag y
Jaime de Nevares. Ambos encabezaron la movilización del domingo, cuando se
esperaba que el presidente Alfonsín regresara de Campo de Mayo, donde había ido
a deliberar con los sublevados. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">El mensaje
de “la casa está en orden” dejó cierta duda en los manifestantes, que desde
hacía cuatro días estaban en las calles y se resistían a dejarlas. Un poco
porque no estaban convencidos de que se hubiera recuperado el orden y otro poco
porque aquellas intensas jornadas habían creado un sentimiento de fraternidad y
unidad difícil de disolver.<br />
</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">En los primeros años de la
recuperación democrática, la sociedad neuquina –como la del país– se había
volcado a la participación en todos los ámbitos: recitales de música en la
calle, reuniones espontáneas, asambleas de organizaciones que se rearmaron al
calor de los derechos recuperados, encuentros entre aquellos que los años
oscuros habían separado. “Estamos en democracia” era la frase que se repetía en
todos los ámbitos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Nosotros hacía apenas tres años que habíamos llegado del exilio en México y
vivíamos con alegría aquellos tiempos, compartiendo con neuquinos, con amigos
del exilio que venían al sur y con los que íbamos conociendo desde nuestro
retorno. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">En 1985, el juicio a las juntas trajo un viento de justicia. El infatigable
reclamo de los organismos de derechos humanos, que en Neuquén eran muy activos,
había encontrado respuesta. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Con el correr del tiempo, con las condenas a los responsables del
terrorismo de Estado, comenzó a gestarse un clima de rumores que advertían
sobre cierto “malestar militar”. La deuda externa y la inflación –siempre
asociadas– contribuyeron a ensombrecer la primavera democrática. Nosotros, que
como tantos compatriotas habíamos afinado el olfato, percibíamos ese clima enrarecido
y comenzamos a revivir miedos y acechanzas: no se habían ido del todo, muchos seguían
agazapados en los cuarteles, dispuestos a recuperar su poder o, al menos, su
impunidad. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Es por eso que aquella Semana Santa de 1987 marcó un hito, la población reaccionó
rápidamente y salió a las calles, dispuesta a defender la democracia que tanto
costó conseguir. De algún modo, aquella foto que reunió a don Felipe –quien
había perdido dos hijos asesinados por la dictadura– y a don Jaime –el obispo de
los pobres, de los perseguidos, de los pueblos originarios– se transformó en un
símbolo de cohesión que reunió al pueblo. Neuquén recuperó su orgullo de ser
“la capital de los derechos humanos” y el céntrico monumento a San Martín
ratificó su condición de espacio y testigo de las luchas y celebraciones populares.
Habíamos compartido unas jornadas en que la dirigencia y la sociedad demostraron
que era posible unirse en torno a una causa nacional. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">En estos tiempos de
crisis vale la pena recuperar aquella gesta, al menos para que las nuevas
generaciones sepan que un país mejor es posible, aún en un mundo incierto como
el actual. Nuestro tiempo pasó, pero nos queda la posibilidad transmitir estas
vivencias que ayudaron a cicatrizar las heridas de nuestra sociedad.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-44851306715900006552023-09-19T20:31:00.000-03:002023-09-19T20:31:09.419-03:00Primera vez<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 36pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Hugo
Longhi</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">El día
inicial de 1983 no solo nos obligó al ritual cambio del viejo almanaque por el
nuevo, sino que nos llevó a prepararnos para pensar en modo elecciones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Y pese a que
la cita cívica sería recién a fines de octubre, la excitación era grande,
enorme y las incertidumbres también. Yo andaba por los veinticuatro años y
sería mi primera vez frente a las urnas. Allí uno de los tantos tornillos
flojos de la inexistente democracia en nuestro país, recién votar tantos años
después de lo que debía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Fue en ese
verano, en las playas u otros sitios vacacionales, cuando se comenzó a hablar
de política. Hasta hacía poco tiempo era un tema prohibido o, cuanto menos,
inconveniente. Ahora todos queríamos opinar, imaginar lo que se venía, que sin
dudas sería mejor que lo vivido en los pasados siete años.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Todos nos
disfrazamos de expertos en la materia y yo no fui la excepción. En mi trabajo
de oficina algunos asuntos <i>habitués</i> pasaron a segundo plano. La política
era excluyente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Por supuesto
que los medios también comenzaron a jugar su juego. Sin tanto desarrollo ni
tecnología como hoy día, cada uno insertaba su pizca de aporte en favor de tal
o cual ideología. Y más tarde esto se agigantó cuando se empezaron a delinear
los candidatos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Pero esto
pasaba en la <i>tele</i>, la radio o los diarios. ¿Y yo, en que andaba? Todavía
vivía con mis padres, en Granadero Baigorria. Salía de mis obligaciones
laborales a las 19.30 y regresaba en el insoportable 9 de Julio, la empresa de
ómnibus que hacía el recorrido interurbano hacia el norte por aquellos tiempos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Los
aproximadamente cincuenta minutos que me llevaban el traslado los utilizaba
para conversar con un compañero que continuaba viaje hasta Capitán Bermúdez.
Hablábamos de política, obvio. No siempre coincidíamos, pero qué importaba. Ese
diálogo no solo nos acortaba el aburrido trayecto sino que nos iba entrenando
para el nuevo escenario. A veces algún que otro pasajero se metía en la charla,
por lo general disintiendo con nosotros. Todo quedaba ahí. Tal vez, no nos
dábamos cuenta pero ya en ese momento estábamos edificando la incipiente
democracia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Haciendo un
gran salto en el recordado calendario y con un clima electoral bastante más
ardiente, se me ocurrió una idea algo absurda. Pasaría por unidades básicas,
comités, sedes de partidos y les pediría los votos. No tenía decisión tomada
sobre a quién elegir pero, tal vez, con todo el papelerío sobre una mesa, podría
resolver el acertijo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Con mi amigo
Sergio, más o menos de la misma edad, comenzamos el raid. Fuimos atendidos a
veces con marcado entusiasmo, otras con indiferencia y hasta con cierta
agresividad pensando vaya a saberse que cosas buscaban esos juveniles rostros.
La estrategia no sirvió de mucho.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Los días
avanzaban y los actos de cierre se venían para Rosario. Quizás porque casi
siempre eran de noche y yo no vivía aquí, no fui a ninguno. Pero no me desentendía
del asunto. Procuraba ver y leer todo lo que pudiera. Me interesaba y además me
servía para participar en cualquiera de las innumerables discusiones que
surgían en el ámbito laboral.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Y vuelvo a la
excitación de la que refería al principio. Por esos días, fui a la despedida de
soltero de un compañero. En principio concurrí casi por obligación dado que el
homenajeado no me era tan cercano y suponía que no me iba a divertir mucho.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Sin embargo,
el clima electoral que ya nos atravesaba demasiado fuerte a todos fue diseñando
un estado de ánimo que explotó como nunca en ese tipo de encuentros. Todos
estábamos felices, nos sentíamos cómodos y esperanzados. Al día siguiente uno
de los candidatos firmes haría su presentación en el Monumento y eso era un
combustible <i>fogoneante</i> para varios. Conclusión: nunca disfruté tanto
este tipo de despedidas. Y les aseguro que fui a montones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Finalmente
llegó el Día D. Me correspondió votar en la Escuela Hogar de mi ciudad de
residencia. Yo sé que tiene otro nombre oficial, pero ahora no me acuerdo. Fui
a la mañana con todos los nervios y dudas de una primera vez aunque todo
resultó tan rápido y sencillo que me retiré con una sonrisa. El resto de esa
soleada jornada dominguera fue para pasarla distendido en la casi campestre
Granadero Baigorria de aquellos tiempos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX;">Finalmente el
nuevo presidente asumió. Y luego otros. La extensa película que se desarrolló
será tema para otra ocasión. Lo invalorable era tener la película. Vivirla sin
cortes ni censuras. Sentir que si hacíamos las cosas mal seríamos castigados,
pero como lo dictaminaba la ley. Por lo demás, deberíamos gozar de una libertad
de actos y pensamientos donde el límite lo sabríamos colocar nosotros mismos. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Democracia se llama esta deliciosa señora que
está por cumplir cuatro décadas. No necesita que le dediquemos una canción. Con
cuidarla, protegerla, alimentarla conceptualmente y, sobre todo, con amarla,
alcanza.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-43567819278505056912023-09-19T20:28:00.003-03:002023-09-19T20:28:53.857-03:00Democracia. Segunda Parte<br /><br />Oscar Daniel Martino <br /><br /> <br /><br />En un relato anterior conté en qué lugar me había tomado la Asunción del doctor Raúl Alfonsín, 10 de diciembre de 1983, en mi viaje de bodas con Alicia. <br /><br />Como solo tenía 22 años en ese momento, que en verdad los 22 de esa época no eran similares a los de hoy, pero no por ser eso teníamos sabiduría incorporada como un chip. <br /><br />La falta de experiencia en el nuevo camino que teníamos por delante al formar una familia era un ítem para develar. O sea que mi vida como padre de familia comenzó al unísono con la vida en democracia plena. <br /><br />Fueron años difíciles, gracias a Dios con mucho trabajo, los hijos llegaron rápido y casi matemáticamente, julio del 84, mayo del 86, febrero del 88… hubo una última pero más acá en el tiempo con lo que ya éramos como experimentados en el tema: enero del 94. <br /><br />Alicia había renunciado a trabajar como ingeniera en Construcciones su profesión para dedicarse casi de lleno al cuidado de nuestros hijos; ya que mi trabajo de viajante me mantenía muchos días fuera de casa, y los chicos requerían llevarlos y traerlos de la escuela, acompañarlos en sus tareas, llevarlos a hacer deportes, etcétera, etcétera. <br /><br />Cuando se da el escenario del cambio antes de tiempo de gobierno del doctor Alfonsín al doctor Menem, recordarán la cantidad de gente que quiso irse del país, algo bastante típico en muchos compatriotas; cuando algo no convence o es incierto, intentan irse en vez de quedarse y ayudar a mejorar su país, nuestro país el país de todos… <br /><br />Por cierto, no era mi caso el querer irme, nunca jamás lo fue, pero mi suegro español, que había vivido más de 40 años en Argentina y al enviudar, volvió a vivir a su Galicia, y rehizo su vida allá, comenzó a llamarnos, más que nada a mi esposa, su hija, para decirle que nos fuésemos a vivir a Vigo, Galicia, donde él tenía un departamento muy cómodo. Además, como toda su familia estaba allí, menos sus hijas y nietos que vivían aquí en Argentina, me había conseguido un trabajo. Vale aclarar que mi esposa y mis tres hijos hasta ese momento tenían doble ciudadanía, por lo cual nuestro ingreso si queríamos era por demás sencillo. <br /><br />En ese entonces yo trabajaba para una importante fábrica textil hoy desaparecida, que era la más grande del país en su rubro, camisería. Sinceramente no me iba nada mal, a pesar de los conflictos económicos de siempre, o sea que no tenía ni intención, ni motivación para dejar mi país. Además, estaban mis padres aquí, que estimo si me hubiese llevado a mis hijos sus únicos nietos entonces la hubiesen pasado mal realmente. <br /><br />Pero como todo esto fuese poco argumento para no abandonar nuestro país, mi esposa, que tenía parte de sangre gallega, no quería irse tampoco en absoluto. La anécdota de esto es que supongo que mi suegro falleció muchos años más tarde en la creencia que yo había convencido a Alicia de quedarnos. Cada vez que me llamaba por teléfono desde España me decía: “Oscar, Alicia quiere venirse dale el gusto”. Pobre y nada que ver, ninguno de los dos teníamos la más mínima intención de irnos. <br /><br />Bueno, obviamente nos quedamos, y luchamos, y hubo momentos más duros, otros menos, criamos a nuestros hijos en un hogar de trabajo; y hoy, a tantos años de aquel episodio que fue en 1989/1990, no nos arrepentimos en absoluto de la decisión tomada; es más, a veces en reuniones de amigos que conocen esa parte de nuestra historia familiar, nos preguntan o comentan: “Miren si se hubieran ido a vivir a España en el 89”. Y la verdad es que no tengo la bola de cristal para saber cómo hubiese sido nuestra vida, pero lo que sí sé es que, insisto, años después seguimos pensando que fue la mejor decisión. <br /><br />No conozco la vida de los que emigran. Sí lo vi a mi suegro, que se casó en Argentina, formó su familia, trabajó bien, pero siempre se sintió un foráneo. Todos los fines de semana buscaba encontrarse con gente de su país en los centros de colectividades que había en Rosario, gallegos, vascos, catalanes, andaluces. El tema era sentirse rodeado de compatriotas; porque evidentemente esa parte, por más años que se viva en otro lado, no se va nunca, digo el sentimiento por tus acentos, tus costumbres y eso es lo que no quisimos perder además de muchas otras cosas. <br /><br />No sé si este relato tiene mucho que ver con la consigna, pero como sucedió toda esta historia en democracia, me pareció era más o menos acorde contarla.Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-40902762144649449352023-09-19T20:26:00.003-03:002023-09-19T20:26:32.290-03:00Y mi hermano no llegaba<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">María Cristina
Piñol</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Era una noche
calurosa de fines de noviembre de 1976. Hugo estaba preparando los finales de segundo
año de Ingeniería. Estudiaba en la casa de su amigo Juan, que vivía en
Corrientes y Riobamba, porque era más tranquila que la nuestra y además tenían
espacio suficiente para desplegar sus tableros de dibujo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Salió con el
auto alrededor de las 16, pasó por Echesortu a buscar a Pepe, el otro compañero
de la Facultad, y de allí como casi todas las tardes de ese mes de noviembre partieron
a lo de Juan. Por lo general volvía a casa a las nueve de la noche.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Yo estaba
casada y vivíamos en un departamento detrás de la casa de mis padres. Eran poco
más de la 10 de la noche y escuchamos a mi mamá llamándome, y me di cuenta que
algo pasaba. Mamá me preguntó si yo sabía si Hugo y los chicos tenían algún
plan para ese día después de estudiar, porque aún no había llegado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"> No, yo no sabía nada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Y en ese
momento comenzó el infierno. Papá llamó a casa de Juan y este le dijo que los
chicos se habían ido de allí a eso de las 20. Apenas corta, sonó el teléfono,
era el padre de Pepe también preguntando por su hijo. Comenzaron a comunicarse
con los hospitales, estaban casi seguros que habían tenido un accidente. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">No había
rastros de ellos en ningún sanatorio u hospital.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Papá decidido,
tomó las llaves de su auto para seguir el recorrido que ellos hacían. Cuando
estaba abriendo la puerta sonó el teléfono, mamá temblando atendió, pero papá
le sacó el tubo, quería que cualquiera fuese la noticia se la dieran a él. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Del otro lado,
una voz de hombre en un tono muy bajo como quien evita que otro lo escuche, le dijo:
“Le habla un preso de la Comisaría Quinta. Su hijo y el amigo están acá, venga
lo más rápido que pueda a buscarlos”. Y cortó inmediatamente. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Mamá y papá
salieron hacia el lugar y yo me encargué de llamar a los padres de Pepe. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Pasaron más de
dos horas sin ninguna noticia para nosotros, se hace difícil explicar con
palabras la angustia de la incertidumbre. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Volvieron a
casa mamá y papá solos, visiblemente agitados y desencajados. Como pudo, papá
nos contó que primero les negaron que los chicos estuvieran allí, pero mi viejo
vio su auto: la Renoleta verde estacionada dentro de la comisaría; y les dijo
que ese era su coche, le mostró los papeles y los policías les pidieron que
aguarden. Después de más de media hora salió uno de los “canas” y les dijo que
sí, que estaban ahí demorados, que les llevaran mantas y algo de comer, porque seguro
iban a pasar la noche allí. Ninguna otra explicación, nada que refiera a algún
hecho por el cual estaban presos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Volvieron a la
comisaría con frazadas y algo de comida. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">No sé cuántas
horas pasaron. Ya estaba amaneciendo y escuchamos estacionar un auto. Era papá
y detrás de él llegaba mi hermano con la Renoleta. Volvió la paz y tratamos,
sinceramente, de olvidar lo ocurrido. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Dentro de la
comisaría no les pasó nada, no hubo fuerza física sobre ellos, pero los mismos
presos, según contaron los chicos, les decían que los iban a torturar, que les
iban a aplicar la picana, etcétera, etcétera. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">En aquellos
tristes tiempos, las cuadras, donde había una comisaría o cualquier repartición
de gobierno o de las Fuerzas Armadas, se encontraban cerradas al tránsito. Los
jóvenes éramos todos “sospechosos” de subversivos y más aún los universitarios.
Mi hermano y su amigo pasaban todas las tardes a la misma hora de ida hacia la
casa de Juan, por la esquina de Italia y Cerrito; y, de vuelta, también a la
misma hora todos los días por la esquina de Riobamba e Italia; o sea, por un lado
y el otro de la comisaría, en un auto verde loro algo que los hacía muy
identificables. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">También se
decía, que dentro de los apuntes y/o cuadernos, integrantes del ERP y
Montoneros se enviaban mensajes en clave inherentes a sus maniobras, quizás haya
sido cierto, porque todos los apuntes de los chicos se los devolvieron ajados y
desencuadernados, o quizás no… </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Por ¿suerte? , “mi
hermano llegó”.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-32148144382305954492023-09-19T20:23:00.004-03:002023-09-19T20:23:48.301-03:00Los pañuelos blancos<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Mónica Mancini</b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Hacía poco
que el empedrado había sido reemplazado por el pavimento, tan alisado y parejito
que nos permitía andar en <i>bici</i> casi sin hacer fuerza. Recorríamos las
calles con la ansiedad propia de los jóvenes, que van descubriendo su capacidad
de decidir qué camino tomar o los vericuetos de las calles más alejadas y los
personajes que habitan en ellas…<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Esa mañana
de octubre se prestaba como para sentir que todo funcionaba de maravillas: el
sol brillaba, el clima entre los amigos era confortable, daba gusto vivir,
compartir este tiempo de ocio.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">De pronto
todo cambió, fue como pasar del día a la noche sin el atardecer… se escucharon
gritos patéticos, ahogados, desesperados. No entendíamos qué estaba pasando
cuando por delante de nosotros cruzaron la calle dos chicas que corrían y
pedían ayuda. Jamás pensamos que la situación era definitiva, terminal, que
esos gritos que imploraban socorro envolvían vivir o morir. Pronto, los
entendimos, no había espacio para las dudas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">La velocidad
con la que se sucedieron los hechos aún dejó tiempo para apreciar que el
vientre de una de las chicas estaba abultado, evidentemente con un embarazo muy
avanzado, ella corría tomándolo con sus manos, como impidiendo que el niño
saliera prematuramente, o quizás solo quería protegerlo del peligro inminente.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Ambas se
metieron en el jardín de una casa, esas que tienen una puerta bajita y un
espacio adelante, se tiraron al suelo, temblando, indicándonos con gestos
claros que nos fuéramos, que no nos involucremos en lo que estaba pasando,
ellas sabían a qué se exponían y no deseaban que jóvenes como nosotros nos
arriesguemos. Aun así, nos quedamos, cubrimos la entrada con nuestras <i>bicis</i>
y comprendimos que debíamos protegerlas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Inmediatamente
observamos que se acerca por la calle, a paso de hombre, un Falcon verde, con
cuatro hombres. Tenían un aspecto tal que su sola imagen nos hizo sentir un
miedo desconocido hasta ahora, un miedo real con un olor particular. Creo que
intuyeron lo que sentíamos y por eso se detuvieron para interrogarnos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">—Che, pibes,
¿no vieron a dos chicas por acá?<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">—Una de
ellas embarazada- agregó uno que iba atrás.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Por supuesto
que nuestras caras eran más que delatoras, aunque quisimos disimular, el pánico
que teníamos era tal, que fuimos descubiertos antes de pronunciar una palabra.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Lo que
siguió después fue terrible, aún hoy después de muchos años no puedo dejar de
recordarlo con una increíble nitidez.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">“Córranse y
rajen de acá si no quieren que mañana sus viejas anden con un pañuelo blanco en
la cabeza”, nos dijeron.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">No fue
necesario que repitiera la orden, no teníamos idea de qué significaba lo del
pañuelo blanco, pero entendimos inmediatamente que nuestra vida estaba en
juego.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Mientras
pedaleábamos frenéticamente escuchamos los gritos de las chicas y los disparos,
muchos, muchísimos de pronto un silencio angustiante inundado de olor a pólvora
llegó a nosotros y nos pasó por al lado el Falcon con sus cuatro pasajeros,
iban conversado animadamente, como si salieran de su trabajo, comentando
cuestiones de rutina, hasta nos saludaron amigablemente…<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Volvimos
como locos al lugar, y la imagen que vimos no parecía real, no coincidía con
esa tarde de octubre y con nuestra vida de jóvenes despreocupados. Una candidez
que perecía al mismo tiempo que las chicas que habíamos visto correr para
salvar su vida y que yacían ahí, en el suelo tiradas, abandonadas. Nosotros las
quisimos proteger y sin querer las delatamos, <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Un charco de
sangre las rodeaba, los cuerpos estaban quietos, la muerte se hizo presente en
forma contundente… pero una idea apareció entre nosotros: ¡el bebé! ¿Se habrá
muerto también el bebé?<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Simultáneamente
un montón de vecinos comenzaron a salir espantados por los hechos sucedidos,
algunos muy solidarios, hicieron lo que debían; llamaron a la ambulancia, otros
se metieron adentro diciendo “algo habrán hecho”.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;">Nos quedamos
hasta que vinieron los médicos de la Asistencia Pública, actuaron rápido y con
mucho profesionalismo intentaban alejarnos… pero nosotros no podíamos dejar de
mirar, deseábamos entender las razones por las que se asesinaba a dos mujeres
indefensas y a un niño, que aún no había nacido. Dijeron que aún se movía,
partieron inmediatamente con la intención de hacer una cesárea de urgencia.
Supimos que el bebé sobrevivió, que nació de su madre muerta. </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 17.85pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Después de muchos años siempre conservo intacto ese
recuerdo y, cuando veo por la televisión o leo alguna nota periodística sobre
las abuelas y sus nietos recuperados que se suman a través de los años no dejo
de evocar a la joven mamá que corría con las manos en su vientre para salvar a
su hijo, resignifico el sentido del pañuelo blanco y deseo con fervor que su
abuela lo haya recuperado.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-74620178429985510042023-09-19T20:21:00.001-03:002023-09-19T20:21:20.018-03:001983 democracia 40 años, 2023 democracia 40 años, 2063 democracia…<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Oscar Martino</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Poco a poco esos días tormentosos, de miedos, de silencios
solo interrumpidos por gritos y frenos de autos a medianoche, fueron apagándose.
Las elecciones estaban al alcance de las manos, a fuerza de jóvenes caídos en
una guerra absurda no por su argumento si por el momento, la ansiada democracia
perdida hacia siete años estaba empezando a tomar color.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Los partidos tradicionales de la época, rivales
históricos, competían nuevamente y una vez más por el sillón de Rivadavia,
tomado a base de punta de pistola por militares indeseables, que no lo son
todos por supuesto. Peronismo y Radicalismo, Radicalismo y Peronismo, otra vez
empezaban la danza de nombres para ofrecer a la sociedad argentina ávida de
protagonismo candidatos a la altura de la circunstancia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">En los bares, las oficinas, en las universidades, los
colegios secundarios se hablaba de las elecciones todo el tiempo, también había
rivalidad, no la de hoy tan encarnizada, pero si la había. Por aquel entonces
trabajaba en una oficina, en un primer piso a la calle; en mi sector éramos
unos 15 hombres (no había mujeres allí) de diferentes edades, a punto de
jubilarse (a los 60 años), de mediana edad, jóvenes y muchachos como yo, que en
ese momento tenía 22 años.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">En el ratito libre para almorzar se generaban unos debates
fantásticos, pero más que nada entre los jóvenes que precisamente íbamos a
votar por primera vez, y muchos hablábamos por lo que habíamos escuchado en
casa o porque de alguna u otra manera empezábamos a identificarnos con algún
candidato.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">Pero lo verdaderamente importante es eso que hablábamos…
libremente… cada uno defendiendo o argumentando sobre lo que le parecía tener
razón.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">El 10 de diciembre de 1983 no me voy a olvidar mientras
viva, por dos cosas: primero, porque estaba de Luna de Miel en Carlos Paz. Nos
habíamos casado el 3 de diciembre y, como era afiliado al gremio de Comercio,
la Asociación nos regaló el viaje de bodas, en un muy lindo hotel cercano a la
terminal.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">En aquel entonces todavía, salvo algunos hoteles de mayor
categoría, la generalidad no era como hoy con televisores en las habitaciones,
sí en el living o salón comedor. Y este era el caso del hotel que nos alojaba,
mientras desayunábamos apareció en el Cabildo Don Raúl Alfonsín, a quien
particularmente no había votado pero esa imagen me emocionó como si lo hubiese
hecho. Y a pesar de que en su gobierno tuvo muchos inconvenientes propios y
ajenos, le tengo un profundo respeto como un verdadero demócrata.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; line-height: 150%;">De ahí en más se sucedieron gobiernos de distinto tipo, con
algunos he concordado, con otros no. Sin embargo, no me caben dudas de que la
democracia es un sistema, a mejorar sin dudas, pero el único posible; y nunca
debiéramos dar cabida a personajes que quizás puedan atentar contra las instituciones.
Eso lo padecimos y sufrimos, y no es transmisible. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Tengo
hijos de entre 30 y 40 años, cuatro. Gracias a Dios y a su esfuerzo, están
bastante bien de trabajo, pero a veces se desaniman con el país y trato, en lo
posible, de que eso no pase. Este es un gran país, somos una sociedad difícil,
pero la solución no es Ezeiza, como dicen algunos, los menos, la solución es
votar, exigir, demandar, salir a la calle pacíficamente a reclamar derechos, y a
que se cumpla lo vociferado en campaña, y no salvarnos de a uno, si no crecer
entre todos.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-74208700812971666342023-09-19T20:16:00.004-03:002023-09-19T20:16:49.497-03:00Recuerdos<p>Susana Dal Pastro</p><p><br /></p><p> Porque tenía cambiado el ritmo del sueño, dormía más durante el día que durante la</p><p>noche. Escuchaba explosiones y sirenas sin comprender toda la realidad.</p><p>Estando ya restablecida, supe que una vecina se había hecho cargo de un niñito</p><p>abandonado en una iglesia. Lo cuidó durante tres años. Lo paseaba orgullosa haciendo</p><p>notar que crecía sano, que se alimentaba bien, que empezaba a caminar, que ya no usaba</p><p>pañales. Hasta que un día esta dichosa mamá supo que su hijo no había sido abandonado;</p><p>había sido separado de su familia. Con dolor lo vio alejarse de ella llorando desconsolado.</p><p>Se lo llevaban otros brazos, brazos extraños. Ella intentaba comprender; intentaba</p><p>resignarse al dolor de perderlo, valorar el derecho de crecer con los suyos. Sin embargo,</p><p>nunca dejó de quererlo, de preguntarse si él sabría que pasaron juntos un tiempo, que</p><p>ese tiempo había sido hermoso para los dos.</p><p>Esa señora ya no está, pero hasta último momento siguió esperando que, algún día, aquel</p><p>chico la recordara y viniera sonriente estirando los bracitos y la abrazara como antes,</p><p>cuando ella lo tenía a upa.</p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-62086143156035981062023-09-19T20:15:00.001-03:002023-09-19T20:15:30.189-03:00Cuando mi amigo montonero me amenazó de muerte<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Alberto Mecoli</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">En la última vuelta de la democracia, voté por
primera vez. Tenía veintiséis años y de ellos había vivido catorce bajo
dictaduras: de 1966 a 1973 y de 1976 a 1983. Recordaba el golpe de estado que
había derrocado a Illia, aunque en ese entonces tenía solo nueve años, y el
último, el más terrible, que depuso a María Estela Martínez. No me sentía
entusiasmado ni mucho menos. Conversaba con un amigo, no el montonero, otro,
que opinaba lo mismo que yo: “En poco tiempo esto será un desmadre y volverán
los militares” ─comentaba─. Desgraciadamente, va a haber gente que va a decir: ‘Yo
ahora puedo hacer caca arriba de la mesa y vos no podés decirme nada porque
estamos en democracia’”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">No es que no quisiéramos vivir en democracia.
Sabíamos lo que había sido la dictadura: represión, terrorismo de estado,
supresión de los derechos elementales, censura, impunidad de los uniformados
para robar, secuestrar, torturar y matar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Sin embargo, no teníamos confianza en que la
sociedad supiera aprovechar la vida en democracia, sostenerla, respetarla,
valorarla, cuidarla. Democracia no es presentarse a elecciones y, luego, si se
pierde, esperar la oportunidad para salir a incendiar el Congreso. Tampoco es
votar e irse a dormir hasta las próximas elecciones. Es tener la libertad,
ejercer los derechos, de trabajar, reunirse, participar, opinar, criticar,
publicar, etcétera, pero todo esto funciona si se hace en paz. La violencia y
el odio solo engendran más de lo mismo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">En la breve primavera democrática, del 73 al
76, había conocido, por medio del presbítero Tomás Santidrián, a dos chicas,
Teresita y otra. En 1974, ellas me invitaron a un campamento de trabajo en el
medio de la provincia del Chaco, en un pueblito llamado Avia Terai. Allí, vivía
un sacerdote, Ángel Tettamanzi, quien, además de llevar los servicios
religiosos a la gente del lugar, trataba de lograr un desarrollo social.
Anteriormente él había tenido un grupo juvenil en el Colegio San José de
Rosario y allí habían estado estas chicas. En ese campamento conocí a otros
muchachos, algunos años más grandes que yo que también eran de ese grupo: Luis,
Rubén, El Mono, entre otros. El propósito del campamento era que los jóvenes
estudiantes conociéramos la realidad social de la gente que vivía en
condiciones muy inferiores a nosotros. De paso, podríamos colaborar en algo,
aunque fuera por breve tiempo. Así fue como estuve unos días conviviendo con
hacheros en el medio del monte chaqueño, durmiendo en un catre de un rancho y
compartiendo su comida, generalmente de guiso de legumbres y charqui, preparada
en una lata de aceite de cinco litros con una manija de alambre sobre un fuego
de leña. También me acostumbré a tomar mate amargo. Colaborábamos en su
trabajo. Después que ellos cortaban los quebrachos, nosotros ayudábamos a
transportarlos. Era un trabajo duro y pesado. Como era verano y el calor
abrasador, se trabajaba unas horas por la mañana temprano y luego a partir de
la media tarde. Una mañana volvimos de mover los troncos, me senté sobre un
catre, me recosté y quedé profundamente dormido. Me despertó uno de mis
compañeros zamarreándome y diciendo: “Dale, che, que ya está la comida”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Uno de los hacheros, el más veterano y curtido
por los soles, a quien habíamos estado ayudando, comentó: “Trabajó duro el
mocito”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Atesoré su comentario como uno de los mayores
elogios que recibí en mi vida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Todavía conservo un frasquito con savia de
quebracho cristalizada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Cuando volvimos a Rosario, seguí en contacto
con el grupo. Íbamos a la Parroquia San Francisquito donde dábamos clases
particulares gratis a los chicos de la villa y los hacíamos jugar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">También salíamos algún sábado por la noche a
tomar algo o por la tarde, de picnic. Pasábamos gran parte del tiempo en
debates políticos y filosóficos. A todos nos fascinaban esos temas. Como
algunos de ellos estudiaban Ingeniería y yo, en una escuela técnica, teníamos
una forma de razonamiento similar. Sin embargo, discutíamos mucho pero no nos
poníamos de acuerdo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Un día, esto habrá sido por 1975, plena
democracia, Rubén trató de convencerme aplicando argumentos concretos:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─¿Vos estás de acuerdo en que la sociedad tiene
una estructura injusta?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─Sí- respondí. En eso pensábamos igual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─¿Y estás de acuerdo en que eso tiene que
cambiar?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─Sí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─¿Estás de acuerdo en que hay gente que no
piensa así?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─Sí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─Entonces -dijo, haciendo un gesto con la mano
como quien barre las migas de una mesa- estarás de acuerdo en que a esa gente
hay que eliminarla.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">─¡No! ¡¿Cómo vas a eliminar a una persona sólo
porque piensa distinto?!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">No recuerdo cómo siguió el debate, pero lo
anterior es literal. Solo sé que no llegamos a nada. Yo creía en la fuerza de
la palabra, de las ideas, del ejemplo y de los medios pacíficos, en fin, de la
democracia. Ellos creían que la gente que piensa distinto no cambia más y debe
ser eliminada.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">En otra ocasión, discutiendo con Luis, este me
dijo en el medio de la conversación: “Y es posible que dentro de diez o quince
años yo tenga que pegarte un tiro por la forma en que pensás”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Recuerdo sus palabras perfectamente. Él no
estaba nervioso. No fue una reacción. Era su filosofía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Unos años después, ya estábamos en dictadura,
se me ocurrió por razones que no vienen al caso ir a visitar a Ángel
Tettamanzi. Ya no estaba en Chaco, había tenido que irse. Vivía en la provincia
de Formosa en un pueblito llamado Villa General Güemes, pero más conocido por
su nombre anterior, El Porteñito. Allí, atendía una capillita y, junto a otro
cura y una comunidad de monjas, también ayudaba materialmente a los pobres del
lugar. Me recibió como a un hijo y estuve varias semanas conviviendo con ellos
sin que me aceptaran ni un peso por la comida ni el alojamiento. Entonces, me
enteré que varios de mis amigos del Chaco, con los que había perdido contacto,
habían sido montoneros. Algunos fueron asesinados. Entre ellos, Teresita, a
quien recordaba especialmente por su dulzura y porque era una de las que me
había invitado. Recibió entrenamiento guerrillero en otro país y la mataron acá
en un enfrentamiento. El Mono estaba pegando carteles cuando lo vio la policía.
Le dieron la voz de alto, quiso huir y lo asesinaron por la espalda. Era
sobrino de un obispo. Ángel comentó que alguien le dijo al prelado: “Tus amigos
mataron a tu sobrino”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR">Este sacerdote salesiano siguió viviendo en ese
pueblo durante décadas. Unos años atrás, ya en su vejez, su congregación
decidió retirarlo. Poco después murió. No era de los que pretenden ayudar a los
pobres para que sigan siéndolo. Su ideal era el crecimiento espiritual y
también material de su comunidad. Hoy en día, una calle de Villa General Güemes
lleva su nombre en agradecimiento a su contribución para el progreso de la
localidad. Cabe destacar, también, que era un pacifista. Nunca fue un
apologista de la violencia como medio justificado por el fin. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Medio
siglo después de aquellas discusiones con mis amigos montoneros sigo pensando
lo mismo: la sociedad tiene una estructura injusta, debería cambiar, pero por
medios pacíficos, con respeto, con diálogo, no a punta de ametralladora, ni con
piedras, ni incendios, ni insultos. El cambio empieza por uno. Es una verdad de
Perogrullo, por eso es una gran verdad.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-90557109690846409132023-05-31T21:13:00.002-03:002023-05-31T21:13:32.302-03:00Una gauchada<p> <span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Diana Kallmann</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Hay palabras que cayeron en el olvido, la mayoría
de ellas fueron sepultadas con los oficios que nombraban y hoy desaparecieron.
Colchonero, por ejemplo, aquel trabajo de desarmar colchones y cardar la lana para
introducirla nuevamente en la funda de cotín, es otra palabra que parece
haberse esfumado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Afilador, aquel hombre de la bicicleta unido al
inconfundible sonido que lo anunciaba. Los niños corríamos a ver la magia que
convertía a la bicicleta en un objeto inmóvil, mientras el afilador pedaleaba haciendo
girar la piedra para poner a punto los cuchillos, tijeras y otros objetos que
se utilizaban en la casa. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Otra palabra en vías de extinción es gauchada.
Con su duro acento alemán, mi papá la había adoptado junto con el mate, el
asado y otras costumbres arraigadas en aquel pequeño pueblo de La Pampa, donde
transcurrió mi infancia en los 60. “Hoy viene Rodríguez, me pidió una gauchada”,
solía contar en la mesa del mediodía, haciendo explotar la “r” y, desde luego,
dispuesto a ayudar al vecino. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Gauchada, una palabra que evoca a aquellos
hombres rurales que en los orígenes de nuestra Argentina sabían que no se
salvaban solos en la inmensa llanura, amenazados por los fenómenos naturales y
por la “barbarie civilizatoria”, como se la suele nombrar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">La gauchada era parte de la vida cotidiana de
nuestro pueblo. Sin aspavientos, con una disposición sobria, se ayudaba al
vecino, al amigo, prestando una herramienta, una taza de azúcar o interviniendo
en situaciones extremas, ante un accidente o una enfermedad. Recuerdo que mi
padre fue de los que acudieron en ayuda de una vecina, cuando explotó una
estufa en su casa, y participó de los primeros auxilios hasta que recibió
atención médica. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Tiempo después, mi madre tuvo un accidente doméstico
–se cayó de un banquito mientras limpiaba– y sufrió una conmoción cerebral. No
había quién la atendiera en el pueblo, así que hubo que llevarla a Santa Rosa.
Fueron los vecinos los que se hicieron cargo de cuidarnos a mi hermana y a mí y
de atender la casa y nuestras mascotas. “Una gauchada grande”, dirían mis
padres después de aquel gran susto, que afortunadamente no dejó consecuencias. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Médico, justamente, era lo que faltaba en
aquellos tiempos, por lo que vecinos y vecinas formaron una comisión con el
objetivo de lograr que viniera uno al pueblo. Mi madre participó activamente en
ese grupo, que tuvo éxito, porque un joven facultativo se radicó entre
nosotros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Éramos una comunidad, el sentimiento colectivo
estaba presente en nuestra vida, aunque no reflexionáramos mucho sobre eso. La
vecina que traía una fuente con masitas dulces oliendo a recién salidas del
horno; otra que acercaba una canasta con frutas de su cosecha; la gente de
campo que venía a la carpintería y traía algún chacinado en la época de carneadas
o una cesta de huevos; el simple saludo en cada encuentro y el intercambio de
un comentario o una risa que, más allá de las palabras, expresaba la conexión entre
esos vecinos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">La palabra gauchada, es verdad, ha caído en
desuso. Pero ese espíritu de ayuda, esa mano extendida entre los miembros de
una comunidad, de algún modo quedó impresa en nuestro ADN. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Desde esta ciudad del sur donde vivo –Neuquén–, los
vecinos y vecinas, sobre todo los más humildes, tejen en los barrios
estrategias de supervivencia para enfrentar el frío y la carestía, mientras
pasa por la ruta la caravana de camiones hacia la zona petrolera. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Aquél que tiene una camioneta o un viejo automóvil,
lleva al amigo de la cuadra a comprar una garrafa, porque son muchos los vecinos
que carecen de red domiciliaria. Sucede aquí, donde se dice que el gas de estas
tierras promete abundancia para el país y para el mundo. Donde los inviernos
son rigurosos y con frecuencia las casillas se incendian por conexiones
precarias o por un fuego que queda encendido en la noche. Y, ante cada
“accidente”, el resto del barrio acude y arma redes para ayudar con lo que se
pueda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Se juntan para ayudarse o para divertirse. El modesto
salón de la capilla se abre para actividades que por lo general impulsan las mujeres:
bailar folklore, enseñar tejido, costura, intercambiar recetas para conservar
los frutos del verano. “Si Dios no se va a ofender por eso”, dicen las vecinas
que hacen tortas fritas para compartir en esas juntadas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Lo mismo sucede en otras latitudes. En las
historias que, no sin morbo, se cuentan por televisión, siempre hay un grupo de
vecinos y familiares de la cuadra, del barrio, que pide que repongan un
servicio o reclaman justicia por una víctima. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Como antes, saben que nadie se salva solo. Las
formas son distintas, pero hay manos que siguen tendiéndose hacia aquellos que
lo necesitan. Los teléfonos celulares no solo alimentan el individualismo y el aislamiento.
Son el instrumento más inmediato para pedir ayuda, se generan redes entre quienes
se sienten respaldados si están conectados con sus vecinos y familiares
cercanos. O simplemente se usan para acompañarse, como quedó demostrado en la
pandemia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-weight: bold;">Con frecuencia, los mayores nos sentimos desplazados
cuando naufragamos en el intento por dominar las nuevas tecnologías. Sin
embargo, descubrimos la magia de encontrar en segundos una canción o un texto que
recordamos, de reconfortar a una amiga lejana, de resolver una operación
digital con la ayuda de los más jóvenes de la familia. Ellos nos hacen “la
gauchada” de responder a estos pedidos de auxilio, aunque no usen esa palabra. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Hace unos días, leí un título que decía algo así como “Mi madre odia la
tecnología, pero habla por Whatsapp” (Gabriela Saidon, “El diario.ar”). Y sí,
de algún modo me sentí interpelada, como dicen ahora. Estaba dando en el centro
de las contradicciones que enfrentamos los más grandes cuando hablamos de
tecnología. </span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-37291347918162738622023-05-31T21:10:00.003-03:002023-05-31T21:10:43.150-03:00Simplemente un teléfonoOscar Daniel Martino <br /><br /> <br /><br />En la primera historia que quiero contar el protagonista principal será mi abuelo paterno Antonio, a quien a pesar de que falleció cuando yo tenía solo 12 años, lo recuerdo y hoy a mis casi 61 me enternece y emociona. <br /><br />Por los años 1960 y pico vivíamos con mis padres en casa de mis abuelos paternos en el popular barrio Republica de la Sexta. <br /><br />Vivir junto a los abuelos en esa época era bastante común y por varios motivos. <br /><br />Uno era que las casas eran grandes, con patios, varias habitaciones; y, otro, que los matrimonios no estaban tan ungidos como ahora de vivir rápidamente solos. <br /><br />Mi abuelo Antonio era jefe de Ferrocarriles Argentinos en la Estación Rosario Norte. Por tal motivo, y en una época donde los teléfonos domiciliarios escaseaban totalmente, en su casa habían colocado uno, ya que lo llamaban a distintas horas de la estación . <br /><br /> En esa cuadra recuerdo había tres casas con teléfono. Y el único que lo prestaba era el abuelo, un hombre muy solidario. <br /><br />El abuelo había colocado un cartelito en la puerta que decía: “Vecino si necesita el teléfono para una urgencia, solo pídalo y sea breve”. <br /><br />Al principio, todo iba bien. La gente respetaba el pedido, pero al cabo de unos meses la situación se había desbordado y solicitaban el teléfono hasta para hablar entre novios. Recuerdo nítidamente gente esperando en la puerta de la casa su turno para ingresar. <br /><br />El “solicitado” aparatito telefónico estaba en el living comedor de la casa, pero hubo que trasladarlo al hall de ingreso debido a la intromisión de tanta gente. <br /><br />En un momento las facturas de teléfono eran altísimas, mi abuelo y mi papa que compartían los gastos de la casa se asustaron del importe; ya que ambos tenían trabajo, pero eran asalariados. <br /><br />Fue entonces cuando, aun con la resistencia del abuelo que quería seguir brindando el servicio sin retribución alguna, mi papá colocó al lado del teléfono una especie de cestita alcancía, para el que quisiera, no era obligatorio, colaborara luego del uso para el pago de las abultadas facturas. <br /><br />Luego, con el correr del tiempo, se fueron colocando más teléfonos y la situación se fue descomprimiendo, al punto de que en algún momento al teléfono, por fin, solo lo usó la familia. <br /><br />Anécdota de una época distinta de nuestra Argentina.Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-40749289750979052052023-05-31T21:06:00.000-03:002023-05-31T21:06:27.585-03:00Vecinos extraños<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">María
Cristina Piñol <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Vivían en
una casona de formas raras y con un gran parque de 800 metros cuadrados, que resaltaba
y a la vez desentonaba con el perfil del barrio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Allá por
principios de los 50, la habitaba un matrimonio con dos hijos varones. Un halo
oscuro, intrigante y tenebroso los envolvía. No hablaban casi español, eran
alemanes. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">A medida
que sus hijos crecieron, el encierro, el silencio y el trato hosco se hicieron
más notorios. Entraban y salían de su casa por la puerta trasera, rara vez se
los veía en el frente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Las leyendas
urbanas comenzaron a tejerse…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Para
algunos, “El alemán” formó parte del Tercer Reich; para otros, había sido
miembro de la tripulación del Graff Spee; y los más arriesgados aseguraban que
estuvo trabajando para el Fuhrer en el Hotel Edén de La Falda.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Todo era
posible…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Lo único
cierto y verificable es que cuando los pibes del barrio jugaban a la pelota en
la calle; y, si esta caía dentro de su casa, no volvía. Eran verdaderos
“comepelotas”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">El viejo,
grandote, rubio y de cachetes colorados, falleció en los 70. El ostracismo
empeoró, y la hosquedad e intolerancia rebasaron los límites. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">A la madre
no se la volvió a ver jamás hasta el noventa y pico, año en el que salió de la
casa dentro de un ataúd por la puerta grande del frente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Y allí
quedaron los dos personajes, solos y encerrados en la casona. Jamás se casaron
ni vimos mujer alguna; y tampoco tuvieron, siquiera, una mascota.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">El hermano
mayor era el único que andaba por la calle .Un hombre no muy alto, delgado,
esmirriado, bien vestido, pero nunca a la moda. Pantalón clásico, camisa,
corbata y saco, todo gris aunque a veces le metía un marrón. Siempre llevaba
algo en la mano, una carpeta, un sobre, una bolsa, el diario, o un paraguas, lo
que fuera, algo. Trabajaba en un banco alemán y también hacía los mandados;
pero… se cuidaba muy bien de no comprar en negocios cercanos. Jamás un saludo,
caminaba erguido y con la vista fija en cualquier punto esquivando la mirada de
quienes se cruzase. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Mientras
hubo chicos jugando en la calle siguió siendo para todos “el comepelotas”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">El menor
era aún más personaje. Alto y <i>gordote</i> como el padre, aunque con melena
rubia. Sí, era melena, largas chuzas desordenadas, sucias y enmarañadas como
todo él. No fue, como pareciera, el rebelde de la familia, era en realidad el
más desquiciado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Lo veíamos todos los días cerca del atardecer,
con una gorra en su cabeza a la que por detrás ponía una tela al estilo de la
“Legión Extranjera”, verano e invierno, con lluvia o con sol, arreglando las
mismas baldosas de su terraza, un cuadrado de dos por dos, y lo hacía una y
otra vez, a diario, durante años.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Cada
tanto, mientras estaba entregado a esos menesteres, a viva voz, de pie, de frente
al este, mirando a la “nada” y extendiendo el brazo derecho hacia adelante entonaba
una marcha inentendible para todos. Creemos que cantaba en alemán. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Un mañana
de invierno, fría y lluviosa, el regordete le toca timbre a un vecino “de
atrás” con el cual tenía cierto trato, y le dice: “Mi hermano hace días que no
se mueve, ¿estará muerto?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Las pericias indicaron que llevaba setenta y
dos horas de fallecido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Y quedó
solo, sucio y abandonado el último comepelotas, hasta que le llegó su hora.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Dicen, los
que luego entraron al caserón, que en el inmenso jardín en medio de los yuyales
y a los pies de un pino centenario, encontraron una enorme caja oxidada por el
tiempo y en su interior decenas de pelotas destrozadas a cuchillazos.<o:p></o:p></span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-29389088017694943912023-05-31T21:03:00.003-03:002023-05-31T21:03:34.904-03:00¿Qué pasó con los lentos?<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">María Cristina Piñol</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Con el correr del tiempo, a veces no sabemos ni
cómo ni por qué, hay cosas que desaparecen, se esfuman, se pierden y se olvidan.
Unas de ellas han sido “los lentos”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Así, llamábamos a aquellas melodías, suaves,
acariciantes y románticas, que comenzaban a sonar en las últimas horas de los
asaltos, de los bailes de los clubes, o de las confiterías. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Las luces bajaban su intensidad, el ruidoso ir y
venir de los temas “movidos” se ponía en pausa y un ola de silencio cómplice
invadía la pista. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">La mirada de los chicos y las chicas recorrían el
lugar e indefectiblemente se clavaban en los ojos del otro, de ese otro al que
sin palabras estabas invitando a bailar. Si esa mirada se sostenía, ambos se
tomaban de una mano y, con la otra, él rodeaba la cintura de la chica y ella
apoyaba la suya sobre su cuello. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Todos los sentidos de modo mágico se volvían más
perceptivos. Los perfumes de moda, “Old Spice” o “Polo”, ellos; “Siete Brujas” o
“Fulton Flowers”, las chicas; esos aromas activaban el olfato. La cercanía con
el rostro del otro nos llevaba a ver detalles, un lunar, el color de sus ojos,
las pestañas, el “hoyito” al sonreír… y el tacto, quizás el más activo de los
sentidos, el apriete de las manos, las mejillas que se rozaban o el tibio calorcito
de los cuellos y, sí, hasta podíamos sentir el latir de ambos corazones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Tampoco faltaban las palabras susurradas suavemente
al oído, que se meneaban entre cosas banales, como la música que escuchaban o quien
cantaba, hasta las más intimistas como un halago a su perfume, al color de sus
ojos, lo bien que bailaba, qué música escuchabas, si te gustaba ir al cine,
siempre entre paso y paso, si estaban de acuerdo, la cercanía habilitaba esa intimidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">No me caben dudas de que había una comunicación
especial entre aquellos que bailábamos los lentos y que esa historia mínima, que
podía durar solo esa noche o solo ese instante también podía extenderse por
fuera del club, del asalto o del boliche y, aún si no llegaba a nada más
duradero, esa melodía especial nos acompañaría por siempre recordándonos aquel momento.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">No olvido tampoco que los lentos coexistían juntos
con el rock, el twist y más adelante el pop, el reggae; pero aún así, hasta mediados
de los 90 todavía se bailaban lentos. Bob Marley, Pgrhil Collins, Luis Miguel, Guns
N’Roses, U2, Sinead O’Connor, y La Trova Cubana fueron algunos de quienes
insistieron y lograron imponer espectaculares boleros, bachatas y baladas en
medio de tanto ruido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">A fines de los 90 irrumpió con aire renovador la música
electrónica, aquella que creaban y ejecutaban los DJ desde sus consolas en una
mezcla extraña de sonidos combinados que, aunque estaban realmente lejos de
conformar una melodía, lograban despertar un frenético movimiento en masa que intentaba
seguirla con todo su cuerpo, pero… cada uno por su lado. Ya lo <span style="background: white; color: #202124;">decía el genial Charly García: “</span><span style="color: #040c28;">La música electrónica no es música, porque tiene que
constar de melodía, armonía y ritmo.</span><span style="background: white; color: #202124;"> </span><span style="color: #040c28;">Y eso es ritmo nada
más</span><span style="background: white; color: #202124;">”.<o:p></o:p></span></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="background: white; color: #202124; font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"> </span><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Y
llegó el 2000. El nuevo milenio apareció cargadísimo de cambios, de nuevas
propuestas y de nuevas visiones sobre las mismas cosas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Otros ritmos invadieron los sentidos de los
adolescentes y el reggaetón llegó para instalarse. Según dicen deriva del reggae,
pero ya no está Bob para desmentirlo. Le siguen de cerca el pop, el rap y la
electrónica. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Tras esta nueva forma de sentir y escuchar ritmos
también fue cambiando la forma de bailar y de pensar. Ya no se bailaba “con
otro”, se bailaba “solo, entre los otros”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">¿Se perdió entonces aquella seducción que proponían
los lentos? ¿Se olvidó o cayó en desuso el romance? ¿Ya no revolotean más las
mariposas en el estómago? <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">El romance hoy es una quimera y, en cuanto a las
mariposas, ya casi no las vemos volar sobre las flores. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">La seducción en cambio no se perdió solo mutaron
las formas. La tecnología, las redes sociales y las imágenes nos lo muestran
diariamente. Una foto de perfil, una carita en la historia de Instagram sacando
la lengua y guiñando un ojo, un video bailando twerk, y tantas otras imágenes,
que circulan a diario de chicos y chicas comunes, hacen de las redes un medio
de seducción, y viven esperando y contabilizando las “reacciones” que levantan
esas publicaciones. Pero solo hay un sentido alerta en esos intentos de
seducción: la vista. No hay olfato, ni tacto y mucho menos palabras<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Hoy todo debe ser instantáneo, todo es hoy rápido,
parece que el mundo se termina mañana. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">A los lentos se los llevó la prisa, la inmediatez,
la falta de palabras, el temor al ridículo y el miedo al romance. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Hubo alguien que nos
enseñó con un hermoso poema devenido en canción que explicó de la manera más
bella y a la vez certera la magia de los lentos, y fue Sergio Dalma con su tema
“Bailar Pegados”, que termina diciendo: “Nuestra balada va a sonar, Vamos a probar,
Probar el arte de volar. Bailar pegados es bailar. Es bailar”.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-40229680297105314662023-05-31T21:00:00.001-03:002023-05-31T21:00:30.628-03:00Los vecinos solidarios<p> <span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;">Raquel Arroyo</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Tuve la suerte de que el vecino más solidario del
barrio fuera, justamente, mi padre. Como ya he contado, mi padre fue
ferroviario y, luego, visitador médico. Creo que durante los años en los que él
tuvo ese trabajo mis vecinos no compraban remedios en la farmacia. Había
muestras gratis para todos. Los vecinos venían con las recetas y se las
entregaban al viejo. Después de algunos contactos con sus colegas, les llevaba
el paquetito con el antibiótico para el pibe con anginas. O la pomadita
cicatrizante para la nona de la cuadra que tenía la piel delicada. Los
tratamientos prolongados casi corrían por su cuenta, ya sea los que podía
cubrir con las muestras de su laboratorio, o de los colegas o de los médicos
conocidos. Tenía tan buena relación con todos que siempre respondían
favorablemente. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Cuando algún vecino estaba enfermo y no tenía
posibilidad de ver un especialista, mi padre lo llevaba a alguno de sus tantos
médicos amigos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Tuvimos uno de los primeros teléfonos del barrio y,
si alguien llamaba para comunicarse con un vecino una noche de invierno a las
tres de la mañana, el viejo se ponía el sobretodo gris sobre el pijama rayado y
salía en la oscuridad de la noche a tocar la puerta. Generalmente a esa hora
era una mala noticia... Y el viejo se quedaba ahí, conteniendo, acompañando. Y
hasta convidando con una tacita de café o una copita de grapa, según ameritara.
<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Otras veces no era el teléfono, sino el timbre el
que sonaba, a la vez que gritos desesperados llamaban a Don Gerardo pidiéndole
ayuda para asistir a la nena epiléptica que estaba en una crisis. Y mi papá no
era médico, solo sabía cómo ayudar, con los primeros auxilios que había
aprendido en sus años de colimba en el sector de enfermería en la Fuerza Aérea
de Paraná. Pero sobre todo ayudaba con su serenidad y afecto. Hasta que todo
estaba bien y terminaba contando un chiste y sonaban las carcajadas de los
padres y de la nena.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Siempre dispuesto a llevar en el auto al chiquito,
que tenía convulsiones por la fiebre o al que se quebró la muñeca por trepar al
paraíso. O a la señora que se cortó el dedo mientras picaba la cebolla. Siempre
dispuesto. El viejo era el servicio de emergencia de aquellos tiempos en que no
existían ECCO ni Emerger. Enfilaba hacia el Hospital Alberdi o el Freire. Pero
no solo trasladaba, sino que se quedaba acompañando hasta que el episodio estuviera
solucionado, los medicamentos conseguidos y la sonrisa en la cara del vecino. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Cuando a la mañana se iba a trabajar, era casi un transporte
escolar. Todos los que entraban en el auto subían. Y los iba dejando en el
camino. En la puerta de la escuela o la oficina o el taller. Compraba el diario
para toda la cuadra, el último que lo leía era él, cuando ya La Capital estaba
ajada y hasta a veces, con el crucigrama hecho...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Don Gerardo hacía trámites bancarios para los
vecinos, colaboraba con la escuela del barrio, iba a las reuniones de “madres”,
nos llevaba a mis amigas y a mí a los bailes y después “devolvía” a cada chica
a su casa. Pero también separaba hermanos que se peleaban cuando alguna señora
desesperada venía a pedirle ayuda porque sus hijos se habían agarrado a las
piñas. En una de esas luchas al mejor estilo de “Titanes en el ring” sufrió la
fractura del dedo meñique cuando quiso esquivar, sin éxito, un sifón que voló
entre los pugilistas. “Caín y Abel” terminaron pidiéndole perdón y el viejo con
el dedo enyesado y la secuela de la última falange torcida, que le sirvió para
inventar historias a sus nietos sobre la lucha colosal que había tenido con un
cíclope. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Eso sí, mi padre no sabía clavar un clavo. Así que
para eso nadie le pedía ayuda. Pero había otros vecinos solidarios. Estaba Don
Hugo, ese señor que te resolvía cualquier problema de electricidad o plomería.
Uno simplemente le tocaba timbre y él ya salía con su valija de herramientas
sin siquiera preguntar cuál era el desperfecto. Sea cual fuere, él lo iba a
intentar y seguro lo solucionaba.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Y estaba “la Tita”, la señora de la esquina, que
siempre estaba dispuesta a ayudar cuando alguien necesitaba pagar una cuenta, o
se le había terminado la garrafa y aún no había cobrado. “La Tita” sin
necesidad de que le pidan metía la mano en su corpiño y sacaba un pequeño
monedero de cuero, contaba unos cuantos billetes y los ponía en la mano de la
vecina mientras llevaba un dedo a su boca, al mejor estilo de la enfermera que
estaba en la foto de la entrada del Hospital Alberdi. Era un pacto, entre la
vecina y ella. Esa generosidad incondicional de la Tita era totalmente incoherente
con su carácter rudo y combativo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Estaba también el almacenero que te fiaba, la madre
de la amiga que te llevaba al cine, los vecinos para los que eras una nieta,
las chicas solteronas que te iban a buscar a la escuela y tantos más...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Vivo en el mismo barrio, en la misma cuadra, con los
mismos vecinos. Pero la solidaridad ya no es la misma. Nos ganó el
individualismo, la desconfianza y el miedo.<o:p></o:p></span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-54067997792290216482022-10-06T10:57:00.001-03:002022-10-06T10:57:21.988-03:00Mi rincón de lectura<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">María Cristina
Piñol<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;">Alrededor de los doce
años tuve por fin mi propio dormitorio. Un espacio único, donde, según mi mamá,
reinaba el caos. La cama, una mesa de luz, un placar empotrado en la pared, la
cómoda de la abuela con un gran espejo de tres cuerpos, el
escritorio-biblioteca que me hizo papá y una silla.</span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Las paredes
blancas en poco tiempo se vistieron de posters coloridos, los <i>Stones</i>, Sandro,
un mapa de Argentina y Alain Delón, pegado en la puerta haciéndome un guiño con
sus ojazos azules entre las volutas del humo de su cigarrillo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">El Winco, los
discos, la radio National Panasonic de “bolsillo” y los libros completaban mis
tesoros. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Allí, estudiaba,
escuchaba música, acumulaba ropa sobre la silla, a esas alturas ya convertida en
armario extramuros, me reunía con amigos, y también leía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Siempre me gustó
tener una relación estrecha con los libros, en soledad, recostada en la cama,
sin ruidos, sin música, en silencio, solos ellos y yo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">He frecuentado
bibliotecas donde el silencio invita a la lectura, también he intentado leer en
algún colectivo o en la mesa de un bar, o bien mientras alguna suave melodía me
acompañase de fondo; pero, no, no logro concentrarme.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Llegué a
conclusión de que, para mí, la lectura es un acto íntimo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Hubo tiempos en mi
vida en los que ni remotamente podía aspirar a esa intimidad, cuando en la
habitación no estaba solo yo, ya éramos mínimo dos, cuando no tres o cuatro o
más. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Comencé a leer
menos, el tiempo que podía dedicarle era ínfimo, el disfrute era intermitente y
hasta hubo noches que me encontraron las dos de la mañana leyendo en el baño
para terminar una novela. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 14.0pt;">Pero todo pasa y
hay cosas cotidianas que se recuperan, entre ellas el tiempo libre y la
intimidad. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Y pude volver a
disfrutar de ellos en soledad, como a mí me gusta, recostada en la cama o en el
sofá de una pieza donde solo estamos los dos, mi libro y yo.</span><span style="text-align: left;"> </span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-9242840334583759552022-10-06T10:55:00.001-03:002022-10-06T10:55:42.316-03:00Volviendo a la escuela (*)<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 36pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Hugo Longhi</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Mediado de los sesenta, época de pantalones cortos, barrio pobre, calles
de tierra, a veces barro, escuela nueva. Los mismos amiguitos, los de los
juegos a toda hora, pero ahora encerrados en un aula con alguien desconocido
que nos dice cosas distintas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">En mi caso ese alguien es Norma, alma de madre, vocación de maestra. Con
ella las sumas y restas dejan de ser un misterio. También un rezongo se escapa
de su boca, si lo merezco.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Una puerta grande es lo primero que veo al llegar, luego un patio
cubierto sede de actos en invierno. ¿Qué más recuerdo? ¿La Dirección queda a la
derecha o la izquierda de la entrada? No hay caso, las preocupaciones de hombre
adulto me borran las imágenes o las distorsionan, al menos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Pasillos largos dibujan el perímetro agujereado por las puertas de los
salones. El timbre, que señala el bendito recreo, a la sazón toda una novedad
archivando la legendaria campana, es una deliciosa música que suena cada
cuarenta y cinco minutos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">En el centro, el patio. En el centro del centro, el mástil. Amplio,
majestuoso. El ritual de cada mañana o tardecita de girar nuestros cuellos al
cielo para ver a la celeste y blanca manipulada por el buen alumno de turno.
¿Por qué nunca yo?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">El patio. No me quiero ir todavía del mejor lugar de la escuela. Testigo
de empujones, corridas, tropezones, guardapolvos impecables los lunes;
descosidos y sucios los viernes, sonrisas… y futbol.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Ah, si aquellas perfectas persianas de aluminio pudieran quejarse de los
pelotazos... No quedó una sana. Fuimos magníficos arquitectos, pero para la
destrucción. Las huellas de nuestra inicial pasión deportiva se estamparon
allí.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">En tercer o cuarto grado, porque yo soy del tiempo del primero inicial y
primero superior, me cambiaron de maestra, de aula y de compañeros. Una vida
nueva. La responsabilidad de educar mis días pasó a manos de la señorita Nilda.
Como también era la farmacéutica del barrio se encargaba de la Cruz Roja
interna, nombrando siempre a algún alumno suyo para que portara en su brazo
izquierdo el brazalete con el símbolo internacional. Si ocurría algún accidente
menor, interveníamos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">¿Me apuro al decir que la señorita Nilda fue una visionaria? Antes de
ella las excursiones eran al Parque Independencia o al Monumento. Gracias a ella
conocí Santa Fe con un túnel subfluvial a medio hacer y Buenos Aires con toda
su grandeza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">La recuerdo recta, severa, gritona. Nos hacía ir de corbata. A las nenas
con el pelo atado o con vincha. Y guay del que se olvidaba el guardapolvo. Para
nuestras pueriles mentes era como una sargento. Para mi mente de hombre adulto,
una adelantada a su tiempo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Nos convirtió en precoces periodistas al obligarnos a editar un boletín
llamado “La voz del aula”. Por allí, se nos veía con imaginarios micrófonos
haciendo entrevistas a los vecinos, dibujando y pintando con esfuerzo para
darle vida a la parte gráfica, desarrollando el intelecto al máximo para
plasmarlo en las páginas en forma literaria o ennegreciéndonos los dedos hasta
lo increíble con el maldito mimeógrafo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Yo era el jefe de Redacción. Tal vez, si hubiese sabido el valor del
cargo que ocupaba me habrían temblado las piernas. Pero la señorita Nilda tenía
la virtud de hacer parecer todo como un juego. Y jugando aprendíamos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Los últimos años de la primaria fueron para dar mis iniciales pasos con
el idioma inglés. This is a book. ¿Qué eran esas palabras raras? ¿Para que
servirían? ¿Y Educación Cívica? ¿Y el sujeto y predicado? ¿Y los deberes en
vacaciones? ¡Ufa!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Hoy, soy un hombre medianamente culto, actualmente sigo estudiando y
aprendiendo de todo y de todos, pero mi base cultural se edificó en esa escuela
entonces nueva en el barrio pobre, la del cartel sobre calle República que
decía con claridad y orgullo: Número 456, Carlos Pellegrini.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Me fui un día para no volver en uno de los tantos errores que cometemos
los humanos, pero ella sigue allí. Me dicen que cumple años y yo estoy feliz de
pertenecer, aún muy mínimamente, a su historia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Mi mente de hombre adulto me pide ahora que le diga gracias.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><sup><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"><i>(*) </i></span></sup><span lang="ES-MX" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-MX; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"><i>Este texto no fue escrito para el curso Contame una
historia” sino que tiene más de veinte años. Lo hice a pedido de la escuela
primaria a la que concurrí que, en ese momento, estaba cumpliendo su cincuentenario
de existencia. Revolviendo papeles lo encontré y aquí está.</i><o:p></o:p></span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-4950285812631006192022-10-05T11:26:00.000-03:002022-10-05T11:26:17.232-03:00El naranjo y sus vecinos<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 36pt;"><span lang="ES-AR">Daniel
Jobbel</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Cada
mes del mismo nombre, como esa vieja canción de Neil Diamond, “Mañana de
septiembre”, me asaltaba una idéntica inquietud: que la primavera no hubiera
llegado. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">El
paisaje se ve desolado, los árboles con sus ramas como esqueletos raídos, sin
hojas, sin flores por una ciudad desierta con ráfagas ventosas y
espasmos de garúa en un rabo de nube, y humedad ante un invierno no tan
placentero. Imagino también los yuyales embriagados de rocío, algún cedrón, el
espinillo, sobre los cuales crecen los claveles del aire y las barbas de viejo
en los antiguos zanjones allá a lo lejos del arrabal rosarino; formarían todo
aquello una masa gris, como apresto que un pintor aplica a un lienzo antes de
crear su obra maestra. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">“Es
cosa de esperar”, me alentó un vecino- Una mañana abrirá los ojos, y la
primavera ya habrá llegado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Y así
fue. Un día a fines de septiembre desperté y vi un verde extraordinario, casi
luminoso, como si la primavera fuera un truco de magia o como si alguien
hubiera encendido la luz a la imaginación. Y aquellos árboles renacieron en los
montes cerca del Rosario. En algún barrio, las malvas, revelaron sus azules y
sus verdes jardines de las casas. Los jacarandás y palos borrachos
florecieron con sus colores lilas, blancos y amarillos; los jilgueros y otros
pájaros intuyeron la vuelta y posaron en sus árboles buscando alimento, los
narcisos y malvones de algunos balcones iniciaron su danza al cielo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Allí
estaba el naranjo salvaje en flor, en un terreno baldío separado solo por un
simple paredón y endeble puerta de hierro maltrecha y herrumbrada. No
pertenecía a nadie y, por lo tanto, era de todos. Un espacio abandonado, a
veces intrusado, incluso por mí. A su alrededor se veían arriba, ventanas de
distinto tamaño, algunas desnudas de vidrios y tapiales de ladrillos con viejos
patios por detrás y de fondo unos grandes galpones de chapa oxidada con sus
recovecos. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Sus
ramas oscuras se extendían retorcidas porque estaba como desquiciado y nadie lo
poda. Una naranja cayó no muy lejos del árbol dentro de mi departamento de
pasillo. La recogí. Estaba demasiado madura, con musgo en su cáscara, machucada
casi desecha. Cada primavera florecía tan profusamente, que el aire se impregnaba
de olor a naranja y entraba a mi dormitorio que daba al patio. Cuando pasaba
por allí caminando, me invadía la sensación de estar moviéndose en otra
atmósfera, quizás dejándome un mensaje; sensación que como un niño suele
tirarse de un tobogán al agua con chapuzón incluido en una pileta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Hasta
algunos años, pensé que era el único que había reparado en el árbol, pero había
otros que no recuerdo. Mi enjundia era con ese, que esparcía hojas y naranjas
salvajes dentro de mi pasillo y la vereda. Un día, en un arrebato de locura,
tomé prestadas unas tijeras de podar y quitar las ramas errantes. No sé si
era el mejor tiempo, pero decidí hacerlo. Apenas había comenzado, cuando los
vecinos abrieron sus ventanas; y algunos salieron de sus casas; casi no los
conocía y rara vez les hablaba, pero fue como si hubiera entrado a sus jardines
sin ser invitado siquiera.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Una
desconocida vecina, Marga, de la casa de al lado fue la primera en hablar.
Metida como “chusma” de conventillo, en ese barrio que hacía poco me había
mudado. Rosario era otro en los setenta y nueve, al igual que el país con aquel
conflicto con el Beagle... <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">“No
va a cortarlo, ¿verdad?”, me preguntó Marga con una ansiedad como si picara una
avispa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Otro
individuo, 'El rulo', dio un sobresalto cuando corté una rama. “Ojalá no se
seque”, dijo con ironía salvaje, pero con advertencia nata.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR"> Al poco rato había muchos mirando y pocos
haciendo; ya que las ramas caían y sus hojas ensuciaban la vereda. Estaban congregados
como ignotos para trabajo de turno. Es que la gente que vive en departamentos
de pasillo en una ciudad poco sabe del otro. De pronto me percaté de que
llevaba unos cuantos meses viviendo allí en el barrio del Abasto en calle Mitre
y Riobamba, mi primer inquilinato de soltero, a pocas cuadras de lo que sería
luego la plaza Libertad; donde estuvieron alguna vez los galpones del
Mercado de Frutas y Hortalizas Abasto. Limitaba con las calles Mitre,
Sarmiento, Pasco, Ituzaingó y en su alrededor muchos comercios satélites: el
frigorífico Rosario, negocios y almacenes de todo tipo. Un nicho con algunos
pocos recientes edificios, además de esa seguidilla de casas chorizo con su
puerta alta de latón; su patio delante de su galería con chapa de cinc y
columnas de hierro. Ya no se encontraban tampoco el bar “El Saigo”, ni el cine “Sol
de mayo”, joyas de esparcimiento del antiguo barrio. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Allí,
me di cuentas de que recién me estaba enterando de sus nombres. Me enteré de
sus nombres, apodos, direcciones, números telefónicos, de amores no
correspondido y otras cuitas, pocas puertas abiertas y otras no tanto, como
espías de entrecasa; de cómo se ganaban la vida algunos, de otras cositas
y cómo pasaban el invierno ciudadano. Así, conocí al “rulo”, Marga, la “Cuqui”,
el diariero Jorge y otros que hoy ya no recuerdo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR">Parecía
que el árbol nos había reunido bajo sus ramas para ayudar a conocernos y a
compartir la capacidad de asombro. ¿Ese es el mensaje que querrían darme? El
deshielo entre palabras y gestos se produjo. Días después me encontré con
Gabriel, un vecino dueño de una granja, casi a mitad de cuadra. Comentó que el
invierno se le había hecho eterno; y que lamentaba no haber visto ni conversado
con nadie del barrio en ese tiempo, esperando pegado a su mostrador con su
pava, mate y bombilla. Mirando el ventanal como huyendo de la realidad, me miró
y me dijo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><a name="_Hlk105678644">—</a><span lang="ES-AR">Tenemos
que podar ese árbol otra vez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;">—<span lang="ES-AR">Creería
que sí- argumenté.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;">—<span lang="ES-AR">Me
agradan la gente emprendedora, especialmente aquellos que se entregan en cuerpo
y alma a la tarea- dijo, le dio un sorbo al mate y fue a calentar la pava.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span lang="ES-AR"> El aludido naranjo siguió dando frutos hasta
que un día sucumbió. En el barrio nadie se alteró. ¿Tendría razón aquel vecino
que me increpó? Quizás me sentí el culpable de haberlo podado y reviví mariposas
de angustias en mi estómago. </span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Sin embargo, a veces la razón de mi equilibrio
sobre ese hecho me sirvió para disecar con calma y analizar futuras tormentas,
nunca resolver apresurado alguna crisis momentánea.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-18494860909351364392022-09-22T11:38:00.002-03:002022-09-22T11:38:47.496-03:00Platero y yo<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Arial;">Mónica Mancini<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Arial;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Arial;">Cuando título “Platero y yo” , ese “Yo” soy yo , no es Juan Ramón
Jiménez.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Arial;">Platero llegó a mis manos por intermedio de mi maestra de tercer grado,
la señorita Hilda, nos dijo que leamos para que lo comentemos en clase.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Arial;">La edición que conseguí era pequeña, casi de bolsillo, con un dibujo en
la tapa del burrito, y algunos delineados en blanco y negro en su interior.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span lang="ES-AR" style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES-AR; mso-bidi-font-family: Arial;">Demoré en conseguirlo, en el barrio no había librerías y tuve que
esperar que me llevaran al centro para comprarlo. Cuando la empleada me lo dio,
lo tomé como un trofeo, ya se lo había visto a muchas de mis compañeras y ansiaba
mucho tener el mío. Recuerdo que acaricié su tapa y lo apreté sobre mi pecho.
Platero ya me pertenecía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">El primer
párrafo me llenó de ternura, todos mis sentidos reaccionaban a las sensaciones
que Juan Ramón describía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Aceleré la
lectura y paso a paso amaba y sentía que era la compañera de aventuras del burrito.
Deseaba que mi perro Leo, una mezcla rara de salchichón y coli, de mal carácter,
actuara conmigo como lo hacía Platero con su dueño. La frustración me llevaba a
sumergirme en la lectura y, por supuesto que con siete años, no me daba trabajo
viajar a los prados de Moguer, imaginar el molino, los corrales y la luna
plateada que reinaba en los maravillosos relatos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Corría
noviembre de 1963, sentadita sobre la mesa, en canastita, hojeaba las últimas
páginas de mi libro. La televisión estaba encendida, en un momento dan la
noticia que habían asesinado a John Kennedy, toda mi familia se acercó a la pantalla
para escuchar y ver con más detalle. Era un acontecimiento muy movilizador.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Yo, niña abstraída
en la lectura, no entendía ni me importaba lo que despertaba tanto interés en
los adultos. En ese momento en que la historia inmortalizaba la imagen de Jackie
trepándose a la limusina, Platero también moría en su lecho de paja.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">No podía creer
que Juan Ramón me hiciera eso. ¿Por qué le tenía que pasar a “Mi Platero”? Cuando
entendí, después de leer y releer como el autor describía la muerte de Platero,
lleno de metáforas y descripciones, lloré muchísimo, mis padres sacaban
conclusiones absurdas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><a name="_Hlk105678644"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—</span></a><span style="mso-bookmark: _Hlk105678644;"></span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Esta
nena no debería mirar el noticiero.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Es una imagen impresionante.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">—</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Ahora va a tener pesadillas<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Nunca
sospecharon que mi llanto obedecía a la lectura del librito que, según el autor,
no fue escrito para niños.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Pasaron
muchísimos años y jamás pude dejar de asociar el asesinato de Kennedy con la
terrible tristeza que sentí cuando llegué al final de “Platero y yo”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Tardé muchos
años en perdonar a Juan Ramón que, con bellas y poéticas palabras, me dio un
disgusto tan grande.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Recorrí su
historia y así supe que su vida fue muy difícil. Era republicano en la España
franquista y tuvo que exiliarse, viviendo en diversos países sufrió serias
depresiones por las que fue internado repetidas veces. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">En 1956, ganó
el premio Nobel por su obra literaria, destacándose “Platero y yo” como una
obra clásica. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">Esa obra me
motivó muchísimo para leer otros libros y poemas del autor, aprendí el
significado de muchos de los términos que él usaba en su prosa lírica, pero por
sobre todo me adueñé de su adorado burro: Platero todavía me pertenece.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial;">“Platero
es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón,
que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual
dos escarabajos de cristal negro”. </span></i></b><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: Arial; mso-bidi-font-size: 18.0pt;"><o:p></o:p></span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-21878694919714743292022-09-22T11:36:00.001-03:002022-09-22T11:36:20.909-03:00Palabras y garabatos<p> <b style="text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Diana Kallmann</span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;"> </span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Cuando era adolescente, solía tener
siempre a mano un cuaderno y una birome para anotar las cosas que me hacían
pensar o me conmovían. Recuerdo algunas de esas citas aún. Me viene a la mente
una frase de las “Cartas a un joven poeta”, de Rainer María Rilke. Decía:
“porque en el fondo y justamente en las cosas más importantes, estamos
absolutamente solos”. No estoy segura si usó la palabra absolutamente. No tengo
el libro a mano, lo perdí en alguna de mis mudanzas. Tal vez si pusiera la
frase en Google aparecería, otras veces resolví dudas similares con su ayuda, pero
prefiero dejarla así, como está grabada en mi memoria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Cuando empecé la universidad,
seguí aferrada a los cuadernos. Tomando apuntes desarrollé un sistema de
abreviaturas, que luego fui engrosando en mi trabajo como periodista. Recuerdo
la “R” mayúscula con la que simbolizaba la palabra realidad. Con mayúscula,
como obligándome a aterrizar en un mundo que no terminaba de comprender y de
algún modo me aterraba. Acababa de llegar a Buenos Aires y circulaba por esas
calles desconocidas con una pequeña agenda donde figuraban el microcentro y las
líneas de subte. Aquella “R”, entonces, no solo me permitía tomar los apuntes
más rápido, era un recordatorio de que no debía perderme en mis divagaciones y
asentar mis pies en la Realidad, porque si no me perdería en ese laberinto de
calles y dudas existenciales. Eso sí, fiel a mis hábitos, en las últimas
páginas de esos cuadernos anotaba siempre alguna cita, alguna idea, algún
intento de poema. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">La palabra escrita a máquina,
en cambio, circulaba por otros carriles, despojada de subjetividades. Como
muchas jóvenes de mi época <a name="_Hlk114126502">–</a>casi todas éramos
mujeres–, había hecho un curso de dactilografía y manejaba sin mirar el teclado
“qwerty” después de haberlo repetido hasta el infinito en la academia Pitman de
Bahía Blanca, donde viví y cursé los cinco años del secundario.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Cuando fui a estudiar a Buenos
Aires, la máquina de escribir y mi habilidad para usarla sin mirar las teclas, se
convirtieron en el principal recurso mantenerme. Me inscribí en una de esas
agencias de empleos temporarios que usábamos muchos jóvenes recién llegados del
“interior” y no conocíamos a nadie. Así, trabajé en diversas empresas como
dactilógrafa. Había desarrollado buena velocidad con el teclado, lo que me
permitió tener continuidad en los trabajos. Pero lo increíble es que, sin darme
cuenta, empecé a copiar los textos a máquina –casi todos los trabajos
consistían en eso–, mientras pensaba en otra cosa. Ya sea en lo que estaba estudiando,
en mi familia que tanto extrañaba, en los chicos que me gustaban, en las amigas
que fui haciendo en la facultad de Letras, que luego abandonaría convocada por
otras urgencias.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Sin embargo, no abandoné la
máquina de escribir, que siguió siendo mi fuente de sustento. Me resultó muy
útil en México, cuando empecé a trabajar como periodista. Usábamos una máquina
manual –las eléctricas estaban reservadas a los jefes, que paradójicamente
escribían poco– y hacíamos las notas por duplicado, con papel carbónico, una
para que leyera el jefe de redacción y otra para nosotros. El olor a la tinta
del carbónico, los dedos manchados, el ruido del tecleo en la sala de redacción,
las carpetas del archivo llenas de polvo –no había Internet-, eran el escenario
que compartíamos y en el que surgieron mis primeros amigos mexicanos. Intercambiábamos
nuestros modismos, “laburo” o “chamba”; “coima” o “cometa”; “echar un
charolazo”, cuando alguien muestra su tarjeta para decir “¿usted sabe con quién
está hablando”?”. Me ayudaron a escribir y hablar en un idioma igual, pero
diferente y con ellos comencé a sentir que pertenecía un poco a ese país. La
amistad es también una patria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Escribía mirando los apuntes o
el esquema que había armado, al tiempo que observaba cómo iba quedando el texto
en la máquina. Cuando detectaba algún error, usaba aquellos pinceles de
corrector blanco o tachaba con varias “x”. Como eran borradores, se podía hacer
eso. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Con este oficio empezó una
suerte de “diálogo” entre lo escrito a mano y lo escrito a máquina, un
acercamiento entre ambos mundos. En principio, los reportajes ampliaron mi universo
de abreviaturas. Como hacía notas de economía, empecé a usar los signos que
aprendí en matemáticas en el secundario, como mayor, menor o semejante. Para
tomar una cifra en miles ponía al lado de los dígitos una m minúscula en lugar
de los ceros y una mayúscula cuando se trataba de millones. Usaba el grabador solo
como testigo o para despejar alguna duda, pero escribía la mayor parte de los artículos
basándome en los apuntes. En ese proceso mi letra se fue convirtiendo en unos
garabatos que hasta a mí me costaba descifrar. Tenían cierto sabor a secreto,
difícilmente alguien hubiera podido leerlos. Por eso, seguía con el hábito de
anotar cosas que se me ocurrían en algún rincón de la libreta.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">La elaboración de una nota
implica cierta subjetividad, seleccionar lo que aparece como importante,
destacar algún concepto, usar alguna palabra filosa para poner sutilmente en
duda o para destacar la afirmación de un entrevistado. “Repreguntó este medio”,
“argumentó”, “arguyó”, “enfatizó”. A veces, ironizábamos con una compañera del
diario, ya en Neuquén, que usábamos palabras que no tenían cabida en el
lenguaje cotidiano. El periodismo gráfico era un poco solemne entonces, pero
más correcto en la ortografía y la sintaxis.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">La escritura a mano, que hasta
entonces usaba casi exclusivamente para cosas personales, empezó a interactuar con
la escritura a máquina. Un signo de admiración, un subrayado, una cruz en el margen
del apunte, establecían una jerarquización que naturalmente iban ordenando el
texto que luego escribía a máquina. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Después, aparecieron las
computadoras. La primera que usé fue en la agencia Neuquén del diario “Río
Negro”, en 1984. Eran unas estructuras enormes con una pequeña pantalla con
fondo negro y letras blancas. No había una para cada periodista, así que
corríamos a la máquina cuando otro se levantaba, para ganarle de mano a los que
estaban esperando. Esas computadoras no tenían memoria, se usaban unos discos
cuadrados grandes, que como eran caros no abundaban y los teníamos que
compartir. De tanto usarlos fallaban con frecuencia. Era común escuchar un
insulto a toda voz a la hora del cierre, cuando teníamos que mandar las notas a
Roca –el diario se editaba allí–, y la nota se esfumaba en aquellos discos
maltratados. El envío se hacía desde un aparato que hacía un ruido infernal. No
recuerdo cómo funcionaba, solo que se conectaba a la máquina. Pero sí recuerdo
que, como los discos, también fallaba. Vivíamos una sensación de alivio cuando
apretábamos la tecla <i>send file</i> y el
transmisor empezaba a funcionar. Cada envío implicaba una cuota de suspenso.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Arial;">Con el tiempo, escribir en la
computadora se transformó en algo cercano y amigable. Corregir, cortar textos,
transportarlos, esa obediente ductilidad me permitía circular libremente por el
escrito hasta aproximarme a lo que quería expresar. Aproximarme, digo, porque
nunca se logra del todo. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-indent: 35.45pt;">Debo confesar que pese a mi
gran amistad con las computadoras, nunca me interesé por aprender algo más de lo
estrictamente necesario para mi trabajo, escribir, editar, corregir o buscar en
Google.</span></p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 7.2pt; mso-para-margin-bottom: .6gd; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman", serif; font-size: 12pt; text-align: left;">Aprendí que hay dos
cosas fundamentales, una es reiniciarlas cuando algo falla. Y lo que es todavía
más importante: apenas comienzo a escribir, cliqueo el “guardar como” y mando la
nota a una carpeta. Demasiados textos fueron a parar a esa especie de limbo
virtual del que nunca regresaron.</span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5481498076569528986.post-61662035878482974282022-09-22T11:34:00.000-03:002022-09-22T11:34:29.702-03:00Libros, mis compañeros de vida<p> </p><p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><b><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">María Cristina
Piñol<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Cuando éramos muy
chiquitos jugábamos siempre con hermanos, primos, amigos y a veces solos con
muñecas, pelotas o autitos. Ese era todo nuestro universo pequeño y divertido.
Antes de aprender a leer adivinábamos que existía un mundo más grande que ese
chiquito que nos rodeaba, por las historias que nuestros padres y abuelos nos
contaban, por los cuentos que nos leían o a través del cine, que cada tanto
frecuentábamos para ver alguna película hablada en español. Ese era el modo en
que podíamos intuir que existía otra realidad.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Cuando nos hicimos
un poquito más grandes, aprendimos a leer y recién entonces explotó la magia. Comenzaron
a llegar los libros de tapas duras color naranja, hojas gruesas, letras grandes
e imágenes coloridas de la colección Constancio Vigil: “El mono relojero”, “Juan
Pirincho”, “Los tres chanchitos”, “La hormiguita viajera” y tantos otros que nos
abrían el camino a la fantasía y el asombro.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Después vinieron los
cuentos y las novelas de la mano de la Colección Robin Hood o de la Colección
Billiken y con ellos emprendimos las más locas aventuras. Dimos “La vuelta al
mundo en 80 días” y nos sumergimos en un “Viaje al centro de la tierra” de la
mano de Julio Verne. Nos convertimos en piratas navegando mares embravecidos a
bordo de galeones enormes con “El Corsario negro” y con “Sandokan” de Emilio
Salgari. Como si todo eso fuera poco, conocimos islas remotas y paradisíacas
con la familia Robinson, fuimos capaces de adentrarnos en otra isla más salvaje
y solitaria en busca de un tesoro guiados por Stevenson y vivimos las aventuras
de Mowgli, aquel niño criado por lobos en “El libro de la selva”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Y después de tanta
aventura, Louisa May Alcott irrumpió en mi vida como una brisa fresca, contando
historias de personajes reales que vivieron en un pasado no demasiado lejano. “Mujercitas”
se convirtió en mi libro de cabecera. Louisa, que escribía de un modo sencillo
y sin grandes estridencias, lograba que nosotros los lectores, habitásemos la
casa donde vivían la señora March y sus hijas, que palpáramos el ambiente
hostil que generó la Guerra de Secesión, que extrañáramos al señor March, el papá
de las niñas que luchaba en el frente, que nos asombráramos recorriendo la
mansión de sus vecinos muy ricos, y que odiásemos a la tía March y a su inmensa
casona, la única adinerada y también avara de la familia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Amy, Beth, Meg y
Jo, las cuatro hermanas protagonistas de la novela, tenían características muy
diferentes y cada una representaba los distintos estereotipos de las chicas de
la época. Meg, la mayor, que había alcanzado a vivir los momentos de esplendor
de la familia antes de que su padre perdiese todo su dinero, era bella, fina,
elegante y solo aspiraba a casarse con un hombre rico. Beth, dulce, cariñosa, algo
frágil, de bajo perfil y amante de la música. Amy, la menor, muy egoísta,
pintora y tímida; y Josephine, “Jo”, la rebelde e irascible que rompía con todas
las normas de las señoritas de entonces y soñaba con ser escritora. La chica
sencilla, de tez morena y un hermoso cabello negro y largo que un día decide
cortarlo a lo varón para venderlo y poder comprar el remedio que necesitaba su
hermana. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Y, sí, Jo era mi
heroína. Sentía que me parecía mucho a ella, al menos en lo rebelde, irascible
y contestataria, si hasta en una ocasión, y no por imitarla, también me había
hecho cortar el cabello bien cortito tan solo para no personificar a la Virgen
en un acto escolar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">“Mujercitas”, “Señoritas”,
“Los Muchachos de Jo” y “Ocho primos” ocuparon un lugar privilegiado en mi
biblioteca de la infancia, y aún hoy cada tanto los mimo con una caricia y les
doy una mirada a algunas páginas que quedaron subrayadas desde hace mucho,
mucho tiempo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">“Corazón”, de
Edmundo De Amicis, fue una novela impactante para mis ocho o nueve años. Con un
lenguaje sencillo y emotivo, narraba el diario de un niño de más o menos mi edad
que vivía en el viejo mundo, en Turín, </span><span style="color: #050505; font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Segoe UI Historic"; mso-bidi-font-size: 11.5pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">–</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">ciudad
donde nació mi abuela</span><span style="color: #050505; font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-family: "Segoe UI Historic"; mso-bidi-font-size: 11.5pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">–</span><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;"> y en tiempos de
guerra. El entorno montañoso, los compañeros de la escuela, las ausencias, el
hambre, la historia, las burlas y los motes grotescos y hasta a veces ofensivos,
que entre ellos usaban, eran las cosas que vivían chicos de mi edad, niños como
nosotros. También estaban los cuentos que el maestro les entregaba mensualmente
para leer. Recuerdo solo tres de ellos: “El pequeño vigía lombardo”, “El
tamborcillo sardo” y “De los Apeninos a los Andes”. El primero quizás se me
grabó por lo cruento, el segundo porque termina bastante bien y “De los
Apeninos a los Andes”, porque su protagonista Marco, en busca de su mamá cruza
el océano solo, en un gran barco y llega hasta la Argentina. Pasa por Buenos
Aires, Rosario, Córdoba y Tucumán y en ese raid el autor describe cada una de
esas ciudades. Creo que en ese momento comencé a comprender que realmente éramos
parte del mundo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Otra gran preferida
de mi biblioteca era una enciclopedia, “Lo Sé Todo”. Doce tomos de la Editorial
francesa Larousse, aunque su autor era italiano. Para mí, no eran solo libros
de consulta para alguna tarea escolar, ¡eran doce cajas de sorpresas! Los leía
como un libro cualquiera, no importaba el número del tomo ni la hoja donde al
azar lo abría, siempre encontraba un motivo para seguir leyendo. Esta
enciclopedia abarcaba todos los temas, historia de la humanidad, religiones,
física, química, botánica, zoología, geografía, descubrimientos, literatura,
arte, arquitectura, mitología y más mucho más. Cada uno de los relatos se
acompañaba con ilustraciones y se ubicaban en tiempo y lugar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">Lejos estaba de
imaginar a mis once o doce años cuando devoraba aquellas enciclopedias, que
algún día podría caminar y tocar esos templos griegos con sus columnas de
capiteles dóricos, jónicos y corintios, maravillarme ante los arcos coloridos
de la arquitectura islámica, quedarme tiesa ante el David y embelesada ante el
Moisés, admirar con nudo en la garganta a La Piedad o secarme una lágrima
frente a La Ultima Cena. Todo esto y mucho más lo había visto y leído en esos
libros y los grabé desde niña en mi memoria y también en mi alma.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="line-height: 150%; margin-bottom: 3.0pt; text-align: justify; text-indent: 35.45pt;"><span style="font-family: "Times New Roman",serif; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 11.0pt;">No tengo dudas de que
los libros que leímos, sobre todo siendo niños, continúan siempre vivos en
nosotros. A veces, solo se adormecen esperando esa chispa que los despierta para
recordarnos que fueron ellos los primeros que nos mostraron lo que vemos, los
que nos encendieron la curiosidad y también la capacidad de emocionarnos.<o:p></o:p></span></p>Contame una historia - Adultos Mayores - UNRhttp://www.blogger.com/profile/03729388176355420842noreply@blogger.com1