martes, 23 de septiembre de 2014

Biblioteca Popular "Homero"


Por Juan José Mocciaro
juanjosemocciaro@gmail.com

La Biblioteca Popular Homero se encuentra enfrente de donde yo nací, Vélez Sarsfield al 900. Fundada el 2 de setiembre de 1936, en su nacimiento se encontraba en la esquina de Gorriti y Santa María de Oro, frente al Colegio “Boneo”, para luego mudarse a la actual dirección. Desde muy pequeño me cruzaba y comencé a leer especialmente los libros de Emilio Salgari, Julio Verne, donde la imaginación me transportaba a los lugares fantásticos de los relatos.
El encargado de abrir y cerrar la puerta de entrada era José Zgarbik, un descendiente de checoslovacos que había realizado la carrera de cura en la congregación del Lasalle, pero cuando tuvo que dar los votos finales desistió para volver a la vida pública. Trabajaba en Agua y Energía como jefe de Grandes Medidores. Era gran lector y amante del cine, nos contaba que llegó a ver hasta cuatro películas por fin de semana. Otra pasión era hacer crucigramas del diario “La Nación” en minutos y, por sobre todo; campeón rosarino de ajedrez. Don José marcó la vida de muchos niños del barrio, sus pasiones fueron una verdadera referencia, que aún hoy en mi caso cultivo.
A todos los jóvenes de la biblioteca, nos enseñó los primeros pasos del juego ciencia, organizaba torneos permanentemente y se había transformado en un deporte que no veíamos la hora de que abriera la biblioteca para poder jugar diariamente.
A raíz de un torneo interno que se realizó, le pedimos a la Comisión Directiva que compren premios y no tuvieron mejor idea de mandarnos hablar con los directivos de la Caja de Crédito Arroyito, que se encontraba en Avenida Alberdi y Vélez Sarsfield. Su presidente, Jaime Kreimer, nos recibió muy amablemente y nos dijo: “No hay problema nosotros les regalamos los premios para todos los participantes, pero les quiero hacer una pregunta: ¿el local de la biblioteca es propio o alquilado? Le respondimos que no podíamos contestar, porque desconocíamos en qué condiciones se encontraba la misma. Entonces, nos respondió que les dijéramos a los miembros de la Comisión Directiva que fueran a hablar con él. Así hicimos y, cuando los directivos fueron a la Caja, les entregó un crédito para poder comprar el local actual.
Todos los vecinos comentaban que cuando no estuviera más Zgarbik la biblioteca cerraría; pero se dio todo lo contrario, cuando sucedió lo peor, se hizo cargo una nueva comisión directiva con muchos jóvenes, que nos habíamos formado en esa entidad y que queríamos devolverle algo de todo lo que nos había dado.
Diariamente, pasaba con su auto un empresario que tenía una fábrica de café y especias muy importante de la ciudad a pocas cuadras y siempre nos preguntaba cuántos socios teníamos. “Aproximadamente 500” le contestamos y le explicábamos que el local era muy chico y no había lugar físico para albergar más socios. Un día el presidente, Héctor Ortolani, jubilado ferroviario, me llama y me pide que lo acompañe a una entrevista con ese empresario que lo había citado a sus oficinas. Acudimos y mientras se desarrollaba la misma nos dice: “Yo les voy a realizar una donación”. Pensamos que serían algunos juegos de ajedrez o libros, ya que nos tenía acostumbrado a ello. “Les voy a donar la casa lindante a la biblioteca”, dijo. Quedamos mudos con el presidente y no entendíamos nada. Entonces nos dijo: “Averigüen si la casa de al lado se vende”.
Salimos caminando por calle Vélez Sarsfield y no podíamos reaccionar de lo que habíamos escuchado, la casa se compró y pasamos a duplicar los metros cuadros. El día de la inauguración pusimos una placa, porque queríamos que figure el nombre del empresario que había tenido este gesto y nos dijo: “Pongan el nombre de mi padre que se sentiría orgulloso de lo que hice”.
Pasamos a tener 800 socios. En poco tiempo, la biblioteca tomó un nuevo rumbo debido a que en el barrio existen 12 colegios, a menos de doce cuadras a la redonda, y se les ofrecía a los estudiantes los libros de textos para todo el año escolar.
Fue tan grande la repuesta de los vecinos que otra vez quedó chico el lugar y, con unos ahorros que teníamos, se construyó el primer piso para darle más comodidad al socio; y hoy podemos decir con todo orgullo que se duplicó la cantidad de socios, siendo actualmente un ejemplo cultural para el barrio.

8 comentarios:

  1. Juan José, qué maravilla que haya existido gente de ese calibre, aunque aún quedan algunos. No conozco la Biblioteca, pero me imagino la gran obra que seguirán haciendo. Felicitaciones por tu participación y relato. Ana María.

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  2. Muy buen relato para conservar la memoria!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Graciela

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  3. Para sentirse orgulloso haber participado en ese proyecto tan importante. Qué bueno saber que han existido, tal vez todavía hay gente así, con la generosidad de ese empresario. Muy bueno tu relato.
    Susana Olivera

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  4. Si realmente me siento muy bien de ser parte de esta historia y poder haber contribuido de este Proyecto para los futuros jóvenes del barrio.-

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  5. Excelente Juan Jose, parte del patrimonio legado por quien apostó a un futuro, sin pedir reconocimiento. Un gran hombre sin duda.
    Un abrazo.

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  6. Juan Jusé, yo se lo que es eso porque fui parte de otro emprendimeiento similar, que ya voy a contar. ¡Buenísimo!!!!

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  7. Qué bueno! Gran parte de esta historia la conocí de boca del propio Ortolani a quien tuve la ocasión de tratar en varias oportunidades.

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