martes, 19 de abril de 2016

El piano

José Mario Lombardo

En General Villegas, Provincia de Buenos Aires, vivió durante unos 80 años, Angélica Noya.
Vivió con su esposo, con sus hijos y con su padre: Don Andrés.
Por el 2010, Angélica, que es la madre de mi esposa María Inés, ya vivía en Rosario con nosotros y como la casa de Villegas había quedado deshabitada decidimos venderla.
Tratamos que todo lo que contenía aquella casa tuviera el mejor destino posible. Por eso, fuimos distribuyendo entre hermanos, primos, nietos y vecinos las cosas que habían formado parte vital de aquel extenso periodo.
En el salón que estaba al frente y que había sido la sastrería de Don Andrés estaba el piano, que desde siempre había sido parte de la casa.
El piano fue donado a la Municipalidad.
Un día, el año pasado, observando unas fotos del Museo Villeguense, entre otros instrumentos musicales, aparecía el piano de Angélica.
Le escribí un mensaje a mi primo Miguel que colabora con el Museo para confirmar la procedencia agregando la marca “Boisselot” del instrumento y me contestó que hacía unos cuantos años que el piano estaba en “La Casa de la Cultura” y que efectivamente esa era la marca del piano.
Entonces recurrimos a Angélica para que nos contara algunos detalles sobre su procedencia.
La nota que adjunto contiene su relato que hoy se puede ver acompañando al “Piano de Angélica” en el Museo Histórico Regional de General Villegas:

“Estimado Miguel:
Cuando en las fotos de la muestra del Museo Regional vimos el piano, te envié de inmediato los datos que disponíamos; pero, como nos pareció que debíamos completar su historia, recurrimos a la fuente más fidedigna: Angélica.
Transcribimos entonces su relato de fecha 23 de noviembre de 2015:
‘Un día, hace mucho tiempo, se le presentó a Don Andrés Noya en General Villegas un señor que dijo ser de apellido Hortas y dijo que él conocía una familia Noya en su lugar de origen: San Pedro de Bugallido en Galicia cerca de Santiago de Compostela.
Don Andrés había llegado a la Argentina desde Bugallido en el 1895, tiempo de guerra entre España y Cuba, y después de recorrer varios lugares, de casarse con doña Ramona Beloqui y de transitar muchos oficios, se quedó en Villegas, construyó su casa y fue por siempre el vecino de Hortas padre y después de su hijo.
En 1923, la familia Noya vivía donde hoy es lo de Bin, en la calle Belgrano, al lado de los Eraso. Estaba compuesta por Don Andrés, Doña Ramona y sus hijos: Inés, Andrés, Enrique, Santiago, Angélica, Narciso y Carlitos. En ese año de 1923 es que ocurre la tragedia: muere Inés de 19 años de esa enfermedad que era incurable y te destruía los pulmones.
Don Andrés, con todo a cuestas, se asocia con Bernabeu, un excelente repostero padre de la señora de Bartoloso (Repollito) y en la esquina donde después estuvo la mueblería de Niscóvolos y hoy venden helados, ellos en ese 1923 inauguran una confitería. Allí ofrecerían la mejor repostería, el mejor té y música en vivo (otra forma no cabía en ese entonces ).
Contratan un pianista que se había casado con una Villeguense y Don Andrés compra en Bunge un piano de segunda mano marca “Boisselot”.
Quizá por ser una propuesta un poco extraña para el Villegas de aquel entonces, el emprendimiento fracasa. Con el cierre de la confitería y el traslado de los Noya a su nueva casa de calle Belgrano 457, el piano se va con ellos.
Angélica estudiaba piano. Su profesora se llamaba Laura Pérez Sabathé. Desde entonces el piano permaneció en la casa y estaba ubicado en el hall de entrada. Allí, se reunían Angélica y sus amigas para escuchar y conocer las últimas canciones del momento, que recibían en partituras que generalmente venían de Buenos Aires. Allí, después, estudiaron sus hijos Humberto y María Inés’.

Cuando se vendió la casa, el piano había quedado en el salón que fue la sastrería de Don Andrés y en ese momento (cercano al 2010), nos comunicamos con la Municipalidad para donarlo como recuerdo.
Hoy lo hemos recuperado con el relato de sus andanzas. Es bueno conocerle los secretos a las cosas y por supuesto es bueno conservarlas porque con ellas conservas las historias de vida que nos rodean.
Desde Rosario, el 25 de noviembre de 2015 te saludan:
                       María Inés y José Mario"
       
Aquí termina la historia. Solo me parece importante agregar, considerando que siempre hablamos de la memoria y de nuestra condición de adultos mayores, que Angélica acaba de cumplir ciento cuatro años el 2 de abril del corriente año.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Parece que no llegó el comentario que hice recién, por eso lo vuelvo a escribir:
    IDOLA ANGÉLICA!!!!!!!!!!! Y FELICITACIONES JOSÉ MARIO POR TU RELATO. cariños.

    ResponderEliminar
  4. José Mario, siempre nos sorprendes con tus relatos. En especial por tu manera de escribir.
    Admirable.
    ¡104 años! Se ve que algo tenemos los arianos...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Un placer tus relatos... qué importantes son los "objetos", el piano en este caso en nuestros recuerdos. Susana Olivera

    ResponderEliminar