Haydeé Sessarego
El martes 12 de abril un
compañero de este hermoso curso escribió acerca de los bailes en su
adolescencia, lo que provocó que muchos rememoráramos los que vivimos.
Luego, el profesor
sugirió que las mujeres diéramos nuestros puntos de vista en esas lides. Con
ese disparador, recordé y decidí que podría ser una de las posibles devoluciones
femeninas a dicho relato.
Cerca de mis 14 años
fui invitada al ¡primer asalto,
organizado por 2do. 2da. Turno Mañana del Normal número 1! ¡Toda una
experiencia inquietante y desafiante! En mi caso, pertenecía al curso inmediato
inferior; pero tenía muchas amigas en el que lo organizaba. Ese grupo se
destacaba por sus muy divertidos asaltos.
Recuerdo que bailé,
pero no tengo presente el momento ni mi partenaire.
Sé que pasé una noche plagada de confusiones entre la satisfacción y el desasosiego.
Pero, para no detenerme
en situaciones particulares, trataré de relatar la experiencia de las mujeres
relativa a esos eventos. Lo hago en el que grupo conocí muy de cerca, mi
entorno más cercano ya que compartíamos, club, bares céntricos y escuelas también
relacionadas sólo por amistades en común.
Sitúo el raconto aproximadamente entre 1964 y
1970.
Las chicas generalmente
oscilábamos entre estar sentadas o caminar y los varones parados. No éramos
invitadas a bailar a los cabezazos ni había madres o tías acompañándonos. Los
varones se acercaban y nos decían: ¿“Querés bailar”?. Sí, sin dudar, nos
fijábamos en la altura del compañero, porque era casi impensable bailar o noviar con un chico más bajo. Eso era
¡un quemo!. Una vez en la pista la
conversación se daba al ritmo de los Beatles. La canción “Twist y Gritos” es la
que más grabada me quedó al inicio de aquel primer asalto ya mencionado y todos los temas de los tres o cuatro
primeros long plays. También cumbias de los “Wawanco” (había que saber moverse
muy bien con los twist y las cumbias, yo era medio tronco) Por suerte, si nos
gustábamos, venían los lentos para chapar.
Los cantantes melódicos eran casi siempre franceses, italianos, estadounidenses:
Gilbert Becaut, Charles Aznavour, Salvatore Adamo, Boby Solo, Paul Anka, por
nombrar los más populares de la época que aún hoy evoco con mucha ternura.
Tampoco faltaban “Eydie Gormé y el Trío los Panchos”, Armando Manzanero, Tito
Rodríguez, boleros muy lentos y románticos de los que muchos temas recobraron
vigencia más adelante con cantantes como, por ejemplo, Luis Miguel.
En esas circunstancias,
luego del “¿qué te gusta, hola, cómo andás, etcétera? y si no éramos muy
conocidos “¿a qué escuela vas, cuántos años tenés?”, solo por citar algunas
preguntas, podía darse el pegar las mejillas y la chica pasarle el brazo
izquierdo por el cuello al chico, luego de qué él nos apretara hacia su cuerpo,
con el noble objetivo de, como mencioné antes, chapar. Capaz que un rato más tarde de acuerdo a la empatía y
atracción, hacía su aparición la frase bien masculina (una chica nunca tomaba
la iniciativa) “¿querés arreglarte conmigo?”. Aquí sí, si nos gustaba el varón,
era tocar el cielo con las manos y permitir un beso en la mejilla y hasta ¡ en
la boca!
Casi siempre, esos
eventos solían ser un sábado entre las 21 y las 3, como mucho, por lo que si el
arreglo marchaba, se daban una cita
para el otro día. ¿Dónde?, muy difícil que fuese en otro lugar que el “centro”
y esquina obligada Sarmiento y Córdoba en la puerta de la vieja y desaparecida
tienda “La Favorita” o en frente en el también inexistente actualmente
“Juven’s”, negocio de ropa masculina muy de moda. ¡Ah! y por la tardecita. ¡Noche,
hmm, no!
Esos asaltos transcurrían casi siempre en lo
de alguna chica, cuyos padres ofrecían su casa, como también en clubes como el
Argentino-Sirio o Sirio-Libanés en calle Italia al 900, en el Centre Catalá, en
el Club Español, en el Centro Gallego ,etcétera. Un caso particular fueron los
muy valorados preparados en el patio de la Facultad de Ciencias Económicas,
donde funcionaba el Superior de Comercio, aclarando que en otros establecimientos
educativos no era posible. La finalidad de estos eventos era juntar dinero para
el soñado viaje de estudios en 5to. año.
Otro lindo recuerdo,
siguiendo con el tema bailes, fueron los de carnaval. Dentro de mi barra,
compuesta por una variopinta gama de chicas y chicos de diferentes colegios,
pero todos socios de Gimnasia y Esgrima de Rosario (GER). Lo aclaro porque
disfrutábamos del carnaval en ese club, cuyos bailes junto a los de Provincial
y algunos clubes típicos para esos años de Capital Federal competían en el
éxito de la taquilla, dado por la cantidad de gente que asistía cada noche. En
GER, escuchamos y bailamos en vivo a Silvie Vartan y Jhonny Hallyday, que eran
pareja en su vida real, Los Plateros, Gilbert Becaud; y, ya casi pegados al
inicio de los 70, al Nano Serrat, que con su eterna polerita negra o blanca
arrancaba los suspiros de las chicas y, por su talento, la admiración de los
chicos. Ya a esa altura venían músicos más apropiados para escuchar que para
bailar y así tratábamos de estar todos muy cerca del escenario para
disfrutarlos mejor.
Para bailar y
divertirse estuvo casi siempre la música brasileña, típica hasta hoy, del
“carnaval carioca”. A la vez, ya comenzaban a asomar para nuestro disfrute, en
lugares más pequeños; Vinicius de Moraes, María Creuza, Toquinho y varios más.
Por último, restan
dentro de este tópico las “confiterías bailables”. Hasta los 70 era impensable
que una chica fuese a las mismas sin pareja. Es más, no lo permitían los
locales. La más emblemática del centro fue “Baltazar” en Rioja casi esquina
Corrientes, a mano derecha. Allí, en la matinée, permitían el ingreso a menores
entre las 18 y 21. Tan cuidas eran
las costumbres que si las parejas nos besábamos, un mozo tocaba la espalda del
varón y le hacía señas como “ojo” y a la hora señalada había que irse sin
dilaciones.
En Alberdi, estaban
otras también muy de moda para el verano especialmente y, como expresé antes,
siempre eran para parejas. Se llamaban “Cocó” y “Sunset” y en Fisherton o casi
Funes, “Los Solares”, famosa por sus fiestas sobre el césped de fin de año.
Para finalizar, hay un
recuerdo muy mío que tenía lugar también en GER entre el 64 y 66. Luego de la
pileta, en las tardecitas de verano, entre las canchas de tenis y el bar, en
una especie de patio, se pasaba esa música que mencioné y bailábamos luego de
bañarnos en los vestuarios, hasta las 21 o antes. Allí, casi siempre se daban
los famosos “arreglos” o el placer de bailar con el chico que nos gustaba
rivalizando en no pocas ocasiones con otra fémina con nuestro mismo gusto.
¡Hermosas épocas, hermosos
recuerdos! ¡Un placer poder compartir y remembrar!
El tiempo pasa, la vida y costumbres cambian. Solo queda el recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué memoria para los nombres y los conjuntos musicales. Sin dudas, yo iba a los mismos lugares y en épocas parecidas. Pero la memoria me falla!!! Gracias, hermoso relato. Susana Olivera
ResponderEliminarInolvidable juventud!!!!
ResponderEliminarRecuerdo lis hermosos carnavales de Provincial entre 1954 y 1960 ,Baltazar y los bailes en el Cifré y Club Francés
ResponderEliminarMi nombre es Gladys Beatriz fui al Normal 1 y tebgo hermosos recuerdos de esa etapa y de los carnavales y bailes de graduación.
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