martes, 13 de septiembre de 2016

Pensamientos de Rosina y Juan Pablo

Susana Olivera

Rosina
¿Qué será de los pequeños? ¿No los veré más? ¿Volveré algún día al Piamonte? ¿Veré otra vez mis montañas? Hoy Piero estaba con fiebre. Catarro seguro… no es tan fuerte como sus hermanos. Rosina… me duele la garganta. Te preparo miel con limón. Sin limón. No me gusta el limón. Es tan hermoso. El más pequeño de los nueve. Mi preferido. ¿Yo tendré nueve hijos con Juan Pablo? Me gustan los niños. Nueve hijos con Juan Pablo. No sé si quiero tener nueve hijos con él. Para tener hijos, tantos hijos, se necesita estar enamorada. A amar al marido se aprende me dijo la señora. Se aprende. ¿Habrá montañas en Rosario? Tan hermosas como las mías. Seguro que no. No. Tendría que preguntarle a mamá si voy a aprender a amar al marido. No podré visitarla todos los domingos a la tarde. No podré visitarla. ¿Quién le llevará margaritas cuando yo esté en Argentina? ¿Quién sacará la mala hierba de su morada? Está más lejos que Castilla la Argentina. Rosario. Allí voy. No se puede venir a Piamonte todos los domingos. Nadie le llevará margaritas. Solamente yo. Solamente yo.
Yo estoy bien acá. Soy feliz con los niños. Juego con ellos todo el día, les preparo las meriendas, lavo sus ropas, limpio sus habitaciones, soy feliz con ellos. Los chicos crecerán dice la señora y yo no los voy a cuidar más. No me van a necesitar más. Pero podría quedarme hasta que crezcan. ¿Por qué es mejor para mí ser la esposa de alguien? Comparto la habitación con los más pequeños por si tienen miedo a la noche. Yo tendré mi propia habitación. Eso dice la señora. ¿Los esposos viven en habitaciones separadas en Rosario?
De ojos azules. Muy alto. Muy claro. Mi príncipe. Envuelto en una enorme capa azul y sosteniendo la capa con sus largos dedos… la capa azul que aletea al viento. En su unicornio blanco galopando con su melena rubia que sube y baja. La melena rubia al viento junto con la capa que aletea y aletea. Mi príncipe  con la capa azul cabalgando en el unicornio blanco de larga cola y blancas crines. Juan Pablo no es mi príncipe; no cabalga un unicornio blanco.
Casamiento en una semana Casamiento sin novio. Solo con una foto. Viaje a Argentina en un mes. Todo arreglado. Ya está todo arreglado. Hay que pensar las cosas inteligentemente. Dice la señora. ¿Lo mejor para mí? ¿Esto es lo mejor para mí, mamá? Mamá, ¿es lo mejor para mí? La partida. Otro país. Otra vida. Otra lengua. Otra gente. ¿Mamá?

Juan Pablo
Mamá, ¿viene la novia?
En pocos días, Tuni.
Viene la novia. Yo beso a la novia. Muchos besos.
Sí, Tuni. Se puede besar a la novia.
¿La novia tira cascotes a los vecinos?
No, Tuni. La novia no tira cascotes a nadie. Tuni, tampoco. Menos con la novia.
Yo beso a la novia. Se puede besar a la novia.
Sí, Tuni.
Mamá ¿yo puedo besar a la novia? Es mi novia. Se puede besar a la novia.
Basta, Tuni.

¿Ya viene, mamá? Mi novia. Yo beso a la novia. Se puede besar a la novia y abrazarla. Porque es mi novia. Mi novia.

2 comentarios:

  1. Hermoso relato, tan real, se me hace que estoy con ella en España, y me gustaría aconsejarla. ¡Qué tiempos aquellos en que los demás resolvían la vida de los más jóvenes ! Los padres de mi suegra, la casaron cuando ella tenía catorce años, con un hombre de treinta, pobrecita, nunca lo quiso, pero tuvo un hijo con él. Luego ella lo abandonó y con el tiempo se casó con otra persona, el padre de mi esposo.Hay historias que te conmueven...Noemí Peralta

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  2. Oh, que historia terrible. ¿Que pasó cuando después?

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