Patricia Pérez
Y la vida volvió a reunirnos
Teníamos trece,
catorce, quince.
Nos sentábamos una
al lado de la otra.
Nos mirábamos con
esa mirada cómplice en un examen o cuando la profe tenía el batido hecho en su cabeza y nos tentábamos de risa.
Compartimos
hermosos momentos en que la vida es todo canción y no nos preocupábamos por
nada.
Nora fue mi
compañera durante toda la secundaria, éramos compinches y terminamos esa etapa
de la vida prometiendo seguir visitándonos.
Pero cada una
siguió su camino, estudiando carreras muy distintas.
Pasaron dos o tres
años, creo que fue en el año 1975, y aún recuerdo la cara de mi papá tratando
de decirme la triste noticia: “Patry, tu amiga Nora estaba en el accidente del
tren en Campana, hay heridos y fallecidos”.
Yo no podía
escuchar algo peor, mi día se oscureció y de pronto fue todo de noche.
Fueron momentos de
confusión, que luego por suerte se aclararon.
Nora y su mamá
estaban vivas. Tenían algunos problemas, pero por suerte saldrían adelante.
“Ellas son fuertes”,
me decía mi papá.
Pasaron algunos
meses y mi amiga estaba recluida. No podía verla.
Llegó mi
casamiento, y al salir de la iglesia, estaba ella, Nora, con su pañuelito al
cuello tapando su dolor, producido por el tren.
Rompí en llanto y
agradecí infinitamente su gesto, porque sabía que le costaba salir.
Toda mi vida conté
ese momento a mis allegados, porque en ese abrazo nos dijimos muchas cosas, sin
palabras.
La vida de casada,
los hijos, hicieron que no nos viéramos más.
Atrás quedó la
adolescencia y pasaron muchos años, cerca de cuarenta.
Un día, en una
presentación de un libro, tres compañeras de aquella promoción nos propusimos
hacer una reunión de reencuentro.
Gracias al Face y WhatsApp
logramos hacer el tan ansiado encuentro y allí nos abrazamos nuevamente con
Nora.
De eso ya hace
casi tres años; y, después, el grupo se reúne periódicamente.
Pasaron tantos
años y nos dimos cuenta de que esa preferencia de estar juntas permanece.
Este año las aulas
nos volvieron a juntar.
Con más de todo, más
hijos, más canas, más kilos, ahora compartimos el curso “Contame una historia”
de Adultos Mayores.
Pronto haremos
nuestro segundo viaje de egresadas recordando anécdotas del anterior.
Y
la vida volvió a unirnos, a mi amiga Nora y a mí.
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