domingo, 29 de septiembre de 2019

Mi amiga Nora

Patricia Pérez

 Y la vida volvió a reunirnos
Teníamos trece, catorce, quince.
Nos sentábamos una al lado de la otra.
Nos mirábamos con esa mirada cómplice en un examen o cuando la profe tenía el batido hecho en su cabeza y nos tentábamos de risa.
Compartimos hermosos momentos en que la vida es todo canción y no nos preocupábamos por nada.
Nora fue mi compañera durante toda la secundaria, éramos compinches y terminamos esa etapa de la vida prometiendo seguir visitándonos.
Pero cada una siguió su camino, estudiando carreras muy distintas.
Pasaron dos o tres años, creo que fue en el año 1975, y aún recuerdo la cara de mi papá tratando de decirme la triste noticia: “Patry, tu amiga Nora estaba en el accidente del tren en Campana, hay heridos y fallecidos”.
Yo no podía escuchar algo peor, mi día se oscureció y de pronto fue todo de noche.
Fueron momentos de confusión, que luego por suerte se aclararon.
Nora y su mamá estaban vivas. Tenían algunos problemas, pero por suerte saldrían adelante.
“Ellas son fuertes”, me decía mi papá.
Pasaron algunos meses y mi amiga estaba recluida. No podía verla.
Llegó mi casamiento, y al salir de la iglesia, estaba ella, Nora, con su pañuelito al cuello tapando su dolor, producido por el tren.
Rompí en llanto y agradecí infinitamente su gesto, porque sabía que le costaba salir.
Toda mi vida conté ese momento a mis allegados, porque en ese abrazo nos dijimos muchas cosas, sin palabras.
La vida de casada, los hijos, hicieron que no nos viéramos más.
Atrás quedó la adolescencia y pasaron muchos años, cerca de cuarenta.
Un día, en una presentación de un libro, tres compañeras de aquella promoción nos propusimos hacer una reunión de reencuentro.
Gracias al Face y WhatsApp logramos hacer el tan ansiado encuentro y allí nos abrazamos nuevamente con Nora.
De eso ya hace casi tres años; y, después, el grupo se reúne periódicamente.
Pasaron tantos años y nos dimos cuenta de que esa preferencia de estar juntas permanece.
Este año las aulas nos volvieron a juntar.
Con más de todo, más hijos, más canas, más kilos, ahora compartimos el curso “Contame una historia” de Adultos Mayores.
Pronto haremos nuestro segundo viaje de egresadas recordando anécdotas del anterior. 
Y la vida volvió a unirnos, a mi amiga Nora y a mí.

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