viernes, 29 de junio de 2018

Mi querida maestra de cuarto y sexto grado


Lidia Galli

A mediados del 2016, decidimos regresar a nuestras raíces Argentina, lo cual significaba desarmar casa e ir despidiéndome de todos los recuerdos. Eso significó hacer el duelo de una manera muy enriquecedora, diría mágica. Cada cosa que tomaba en mis manos iba encontrando el destinatario perfecto, fui regalando, dejando mis reliquias depositadas en las mejores manos. Cuando decidí dedicarme a mis libros, me desprendí de ellos entregándoselos a mis amigos, de acuerdo a los gustos de cada uno,
Por último, en un rincón de esa biblioteca me esperaba muy calladito mi misal de comunión. Él se escondió hasta último momento esperando la oportunidad de ser necesitado por mi gran amiga hermana venezolana. Él estuvo silencioso por muchos años, conservando dentro todas las estampitas.
Para despedirme, lo tomé suavemente en mis manos, lo fui acariciando, comencé a pasar sus hojas. Releí la dedicatoria de mi madrina, al mismo tiempo que iba tomando fotos no solo de la dedicatoria sino de todas las estampitas. De repente, hubo un detalle que me hizo retroceder en tiempo y espacio: fue recordar y comprender por qué mi maestra Lidia Hogans había sido tan importante para mí. Ella siempre tenía detalles que la hacían única, diferente.
Allí, en ese misal estaban todas las estampitas que las maestras entregaban a fin de año a sus alumnas, y todas tenían atrás escrito de puño y letra mía la siguiente frase: “recuerdo de mi maestra fulanita de tal grado”. Más, cuando aparecieron la de la maestra que marco mi vida, esa dedicatoria era de su propio puño y letra. Comenzaba “a Liliana”, etcétera, etcétera y lo mismo hacía para cada una de sus alumnas. Eso podría ser un simple detalle, mas para mí no lo era. Era una muestra más del amor y pasión que sentía por la docencia.
 En una oportunidad, haciendo un curso de reconstrucción familiar, pedían que nombráramos a las personas que fueron importantes en nuestro proceso de crecimiento y, además de mi familia, apareció el nombre de mi maestra Lidia Hogans. Ella fue vital en mi autoconocimiento y elevación de mi autoestima. Usaba un sistema de distintivos hechos con diferentes cintitas, de acuerdo a si el rendimiento era bueno, distinguido o sobresaliente, y todos los meses esa entrega se convertía en un ritual. Todas llevábamos algún distintivo. Recuerdo perfectamente el momento en que los repartió por primera vez. Hasta ese día me sentía simplemente buena alumna; sin embargo, me sorprendió al entregarme el de distinguida, eso significó un estímulo enorme, me llevó a querer superarme para lograr el sobresaliente. Recuerdo pararme a las cinco de la mañana para lo cual yo solita ponía el despertador, y armaba mis carpetas con los dibujos de las figuras geométricas hechas en tinta china. Me fajaba estudiando. Ella hacia muchas actividades extracurriculares. Eran iniciativas solo de ella, de nadie más. Ni el colegio ni otras maestras tenían propuestas semejantes, con ella hicimos teatro, revistas, nos motivaba a crear, a desplegar nuestras habilidades, aprendimos a trabajar más en equipos.
En cuarto grado la tuve por primera vez y al llegar a sexto nos separaron. Me tocaba con otra maestra, sentí una gran frustración, frustración que hizo florecer todas mis capacidades para defenderme, y pelear por lo mío, hasta lograr mis objetivos. Hablé con las distintas instancias, hasta lograr las monjas me cambiaran y pasara a disfrutar otro año más de sus clases magistrales. Ojalá existieran muchas más Lidia Hogans. El mundo sería muy distinto

3 comentarios:

  1. Excelente tus recuerdos y tuviste una maestra ESPECIAL! Cuando tuve segundo grado, como maestra reemplazante, les dibujaba estrellitas y ellos se comentaban, cuántas te dibujó a vos? Si eran dos estrellita MB, tres EXC. Y eso los incentivó en la prolijidad. Te pongo Tres estrellitas.

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  2. En nuestro paso por la escolaridad siempre queda alguien prendado en el recuerdo. En mi vida quedaron dos maestras y un director que además era escritor. Cuarenta años después me buscó y fue un reencuentro muy emotivo. Sin duda ellos se ganaron su lugar en nuestra memoria.
    Hermoso recuerdo. Un abrazo.

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  3. muy bellos los dos comentarios!! siempre pienso porque no existiran mas ejemplos de estos!! es tan lindo recordar a la gente por los detalles que los hacen diferentes!!abrazos

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