martes, 29 de abril de 2014

El Colgante


Por Elena Itatí Risso (Firmat, 1943)

Era martes y los martes teníamos un manjar: huesos de caracú hervidos y pasados por el horno. Era lo más parecido a un asadito, pero lleno de grasa. Igual nos perecía una delicia.
Luego, venía el trabajo artesanal: hervirlos hasta eliminar el último vestigio de materia orgánica y dividirnos el botín entre todas: a todas nos correspondía un trocito de hueso.
Cuando tuve en mis manos el primer huesito listo para trabajar, pensé en mi mamá. Era la primera destinataria, la primera joya sería para ella.
Y comienzo la tarea con las peligrosas armas que disponíamos: una vigésima parte de la Gillete y la mitad de una horquilla del cabello.
Y con ese invisible, dale que dale cada día, dando forma, puliendo en el piso o en el banco del calabozo, una y otra vez.
Teníamos tanto tiempo… todo el tiempo… días, meses…
Cuando tuvo la forma que me pareció adecuada, había que pensar qué motivo le iba a dibujar. Y solo pensé en la M de María, su nombre, y también de Mamá.
Con el centímetro de hojita de afeitar empecé a limar y tallar esa pieza que sería la joya encargada de transportar mi amor, mi nostalgia y mi gratitud, por su comprensión, por el apoyo incondicional, por estar siempre ahí donde yo estuviese. Sin reclamos, sin reproches. Solo estando allí, con todo su corazón.
Luego con el trocito de horquilla, hacer el agujerito para pasar el cordel o cadenita
Después, el teñido, con el poquito de té que nos sobraba, y con restos de tabaco usado, cocinando para dar tono.
Los toques finales dando el sombreado a la letra y listo el colgante.
Allá iría, mensajero de mi abrazo, de mis lágrimas y de nuestro dolor.

Sótano de la Alcaidía de Rosario. Abril, 1976.



5 comentarios:

  1. Fueron momentos muy duros que nos tocó vivir en nuestra adolescencia. Elena, es un placer leerte, "EL COLGANTE" para volver a leerlo una y otra vez.
    Gracias por compartir tu experiencia de vida.
    Maria Rosa

    ResponderEliminar
  2. Se estruja el corazón al leer este testimonio que quizás muchos no comprendan, pero es dolor ajeno que lastima, un tiempo de historia al que no queremos volver.

    ResponderEliminar
  3. Para quienes vimos "el colgante" , la lectura emociona mucho más. Qué difícil poner en palabras esta experiencia de vida! Gracias por compartirla.

    ResponderEliminar
  4. Un relato crudo, pero tan genuino que "se siente". Me encantó Elena.

    ResponderEliminar
  5. Doy gracias a Dios de leer este relato y ver el colgante que hiciste en esos momentos tan dificiles de tu vida. Ojala sea leido por jovenes , para que no se repita lo de ayer.

    ResponderEliminar