martes, 7 de julio de 2015

El hacedor

Carmen Gastaldi

“…amo tanto las palabras…
Brillan como piedras de colores,
Como platinados peces.
Son espuma, hilo, metal, rocío…”
Pablo Neruda

 Todas las estaciones del año tienen para mí “ese qué sé yo, ¿viste”. Cada una tiene su propia impronta. Ese sello, su música, su aroma… Me gustan todas; pero, por “ese qué sé yo”, el otoño y el invierno son mis preferidas
 De niña pequeña dormía en una cuna. Esa cuna, muchas veces, era el corralito de mis juegos. De madera, pintada de rosa, con barrotes delgados que formaban parte de dos barandas que se podían subir y bajar. En la cabecera, sobre la parte más ancha, se destacaba, en relieve, el dibujo de una casita, sobre un prado verde, en el cual jugaba una niña con un perrito y un aro. Realmente esa imagen me fascinaba. Horas, sentadita, mirándola, metiéndome en ella a jugar con el perro y con la niña. ¡ No dudo de que ese fue mi primer libro!
 La escuela, preescolar, inviernos muy fríos. Anginas, tecitos, jugos, remedios. Al mediodía, papá regresando de su trabajo, deja caer sobre mi cama un paquete de regalo. Lo abro ansiosa y me encuentro con “El gato con botas”, “La bella durmiente” y otro librito que era para pintar. Todavía no leía, por lo tanto papá tuvo que hacerlo para mí. Una, dos, tres, cien veces, hasta que yo los podía repetir de memoria.
 Lo del otoño y el invierno tiene que ver con eso. Una gripe, frecuente en aquellos inviernos significaba recibir los infaltables libros que papá me regalaba.
 La primaria, segundo o tal vez tercer grado. Durante varios años, vivieron al cuidado de mi abuela dos primos: Cachi y Chiche, al que se sumaba Miguelito, que ya estaba instalado con sus padres en la casa materna. Ellos eran un poco más grandes que yo. ¡Todos revoltosos! Cuando papá regresaba de sus ocupaciones, después de un baño y cebando unos matecitos, nos entretenía con juegos de cálculos orales y, luego, siempre, una lectura.
Con él aprendimos a escuchar y disfrutar de la buena lectura. Fue la época del “libro leído”. Tenía una pequeña biblioteca con muchos policiales, pero a nosotros nos leía poemas, párrafos de algún capítulo de cierta novela que a él lo había impactado, cuentos. Con él conocimos autores como Salgari, Güiraldes, Lucio V. Mansilla, Edgar Allan Poe, Edmundo D’Amicis, José Hernández, Julio Verne, Alcott, Mark Twain, entre muchos otros.
 Los libros de lectura que usábamos en la escuela eran esperados por mí con gran ansiedad. Cuando me los compraban, siempre nuevos, me encantaba rodearlos con mis manos, sentir su forma, su textura, su aroma a recién editados. Venían ilustrados y en los grados superiores volví a encontrarme con los autores que mi padre nos leía.
Con la secundaria, aparte de los que por currícula teníamos que leer, llegaron los Corín Tellado, Poldy Bird y algún que otro libro de Agatha Christie”.
A los diecisiete años, llegó el trabajo y mi empeño por cursar una carrera larga y que estaba diseñada para los que no necesitaban trabajar, ya que los horarios de asistencia a clases, eran por la mañana y por la tarde. Lo intenté, pero no pude. Abandoné y luego me di cuenta de que no era lo mío. Al poco tiempo, ese trabajo también quedó atrás. Renuncié, aun cuando el dueño, el señor Torriani me ofreció mejor sueldo y demás. Era muy joven y no la pasaba bien gracias al contador. Hoy lo definimos como “acoso”. Me fui.
 Concurría a la biblioteca y descubrí que ese era mi lugar. Que el mundo de los libros era mi medio, que como dice Neruda, amaba las palabras y que cuando Borges dice “la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido” tiene razón; pero la literatura, como género, no es el universo de los libros. Los libros, para mí, son la transmisión del pensamiento vivo de la humanidad toda, a través de sus autores.

 Salvador Alberto Gastaldi: “el hacedor”. ¡Con todo orgullo, mi padre!

5 comentarios:

  1. ¡Qué hermosura este texto! Me encantaría haberlo escrito yo... "Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema..." Lo he disfrutado desde el epígrafe.
    Un abrazo
    Susana olivera

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  2. Tu manera de escribir es muy especial, conjugas poesía en tus letras y siento como si leyera a aquellos autores que otrora me llevaron a través de sus letras por la fantasía que mi mente de niño trataba de asimilar.
    Hermoso amiga.
    Un abrazo

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  3. Gracias Su y Luis. Ustedes siempre están atentos a las devoluciones y eso sirve de mucho. ¡Gacias y cariños!!!!!!

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  4. Me encantó lo de "hacedor"! Bello relato.
    Cariños.
    Teresita

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  5. A mí me encanta esa palabra y la relaciono siempre con mi padre y mis queridos abuelos. Ellos fueron mis "hacedores", los que me ayudaron a ver el camino, que después yo pude seguir. Cariños y gracias Teresita.

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