Teresita
Giuliano
“Henry, ¡es una nena!”.
Papá entró al dormitorio a conocerme y salió
corriendo a comprar un par de aritos.
En ese momento debe haber comenzado el
enamoramiento, que con mayor o menor intensidad, a través de los años y las circunstancias,
aún mantenemos.
Mi papá hizo la primaria hasta sexto grado como
era usual y no siguió estudiando, porque también era usual.
Creo que a sus padres no se les ocurrió. Las
escuelas secundarias se encontraban en las ciudades.
Así que, cumpliendo con el mandato familiar,
empezó a trabajar.
Tenía inquietudes artísticas e intelectuales y
utilizó los pocos recursos con los que contaba para canalizarlas de alguna
manera.
Entre otras cosas, estudió dibujo de
caricaturas por correspondencia y sus trabajos eran muy logrados. Y aunque lo
hizo de muy joven, siempre mantuvo esa habilidad para el dibujo, de tal manera
que nos ayudaba a mis hermanos y a mí con las tareas escolares en las que nos
requerían alguna forma de expresión creadora.
No habiendo heredado yo esa cualidad, durante
mis estudios en el profesorado, aprobé la materia Dibujo gracias a mi padre,
que con un lápiz negro y una goma de borrar, a mano alzada plasmaba en el papel
lo que a mí me exigían.
Luego de recibirme y durante años, seguí recurriendo
a él para que sus trazos, en grandes láminas, decoraran las salitas de los
jardines de infantes donde trabajaba.
Era famoso entre mis compañeras, que lo
contaban como un colaborador más en las efemérides y festejos.
Aún hoy, debe haber dando vueltas alguna
lámina, algún afiche reciclado de sus creaciones, en manos de quienes
desconocen su origen.
Tu papá vive a través de sus dibujos... tu enamorado. Me encantó ese papá...
ResponderEliminarCariños
Susana Olivera
Hermosa historia y bello recuerdo. El sigue vivo.
ResponderEliminarUn abrazo.