domingo, 13 de agosto de 2017

Aquel chalé

Patricia Pérez

Aún recuerdo que el aroma de las coronitas de novia, que perfumaban el pasillo, nos llevaba al fondo del jardín lleno de árboles frutales, castaños y flores. Invitaban a probar todo aquello que estaba a punto.
Recién llegados de Uruguay, donde pasé mis primeros años, comencé a disfrutar de la familia completa.
Mis hermanas tuvieron que quedarse en Argentina, porque el lugar adonde fuimos era inhóspito, y la escuela para trasladarse estaba muy lejos y había que ir en lancha.
Mis padres, con un buen trabajo, se mudaron al vecino país y me llevaron ya que era un bebé. Eso les permitió juntar dinero para hacer a su gusto el chalé de Fisherton, que tantos recuerdos me trae; pero la distancia y la separación de sus otras hijas hicieron que se volvieran.
Así que en esa hermosa casa logramos reunir nuevamente la familia. ¡Cúantos recuerdos que traen a mi memoria ese lugar donde pasé mis primeros años!
Era una casa con frente de ladrillos vistos y tejas en el techo. En el living había un hogar que nos reunía con el frío, ya que el gas no pasaba.
La calle era de tierra y enfrente pasaba el tren.
Muchas veces nos cruzábamos a cortar hinojo, que crecía al borde de las vías.
Otras veces estábamos en el fondo haciendo tortas de barro con tapitas de los frascos o moldes que le robábamos a mamá.
Mis primeros años fueron tan felices en aquélla casa.
Recuerdo una noche de reyes… Yo esperaba ansiosa en mi habitación, y sentí los pasos de los camellos y me tapé con la sábana hasta la cabeza.
En el día habíamos juntado el pasto del jardín.
Mi inicio escolar fue en un jardín inglés, donde la señora Hollver nos enseñaba palabras en otro idioma. Pero llegó el día que tuvimos que irnos de allí.
Todas las actividades de la familia quedaban retiradas y decidieron vender y comprar en un lugar más céntrico.
Nuestras lágrimas rodaron por la calle de tierra. Dejábamos allí hermosos momentos, pero era necesario porque el sacrificio era muy grande para poder llegar a horario. 
Queda en mi retina esa casa que me brindó las castañas que luego tostamos y las flores que aromatizaron mi vida.

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