lunes, 27 de junio de 2016

El que faltaba

Héctor Carrozzo

Siendo el año 1966 y habiendo terminado de cursar los seis años de la escuela Industrial y con el título de Técnico Químicos Nacionales, nos propusimos conquistar el mundo.
Algunos se fueron a estudiar a Buenos Aires, otros se fueron a estudiar a Santa Fe, otros se quedaron en Rosario a estudiar o a trabajar, o a ambas cosas. A otros la vida los llevó por distintos caminos, a lo largo y ancho del país. O al exterior.
Los que nos quedamos en Rosario empezamos a juntarnos, primero en las facultades, y luego se fue haciendo costumbre la de salir, uno o dos días al año, a cenar y festejar.
Es en ese entorno, en que empezamos a notar las ausencias, esas que se repetían en cada cena, algunos aparecían cada tanto y otros nunca. Algunos prometían ir y nunca iban.
Y Julio está en Mendoza, y Helios y Huguito están en Jujuy. Sabemos que el Cabezón y el Negro están en Buenos Aires. Y Osvaldo también. Y, así, con casi todos.
Y como los años iban pasando, también de que fulanito nos dejó, se fue de gira, como dirían los artistas.
Pero cuando hablábamos de uno en especial, un frío corría por nuestro cuerpo y nuestra alma.
Cuando hablábamos del Negro Julio nadie sabía nada. Que se fue a estudiar a La Plata o que estudiaba en la UBA.
Alguno dijo que le pareció verlo en una lista de desaparecidos. Que lo chuparon y lo desaparecieron. Y, así, empezó nuestra desazón por el Negro Julio, y nuestras angustias. En cada cena se hablaba dos palabras de él y se callaba. Tristeza de no saber.
En el listado de desaparecidos no estaba. En su Cañada de Gómez natal no había nadie que supiera.
Pasaron los años y ya comenzado el año 2015, y próximos a cumplir 50 años de egresados, comenzamos a organizar ciertas actividades para celebrar; y a asegurarnos de que pudieran estar todos los amigos egresados.
Nos contactamos con los desterrados, a veces difícil de hacer, pues como “Adultos Mayores” la informática no es nuestro fuerte. A veces a través de algún hijo, como el caso de Julio M. en Mendoza.
De pronto apareció un papel que nos decía que un tal Julio … había estado en Rosario realizando un trámite en los tribunales de Rosario.
Decían los papers: que este Julio vivía en Méjico, daba la dirección y además que usaba los dos apellidos, el paterno y el materno.
Una luz ¡nos dio una esperanza!
Comenzamos con el Gallego, el Alemán, El Pueblos originario, Luly, el Cuqui, a buscar por Internet, a los Julios que vivieran en México, y con esos apellidos. Dos mil quinientos. Buscamos en Facebook, Skype y en todo aquel programa que hubiese. Y siempre los mismos y ninguna foto.
Empecé a enviar invitaciones para contactarnos y nada. Encontré señoras con el mismo apellido, quizás familiares, y les envié invitaciones y nada.
Como por razones laborales estuve un par de veces en México, busqué en guías telefónicas, nada o mucho de nada.
Decidí, entonces, ya que tenía la dirección de él en México, de enviarle una carta tradicional por correo. Mi suposición era que Julio, si bien parecía que tenía Fb, no era asiduo usuario.
Pero seguí entrando con las herramientas a buscar y entré en las páginas de cada uno de ellos y ellas, y buscaba contactos y fotos.
En una de ellas veo una foto que hablaba de un Julio y su señora y su hija. Imagínense cincuenta años después, ¿qué parecido podría haber? Pero yo lo vi a Julio. Eras mi necesidad, nuestra esperanza, nuestro compromiso con nuestra historia.
Mientras mi carta viajaba (no tenía ni idea de cuánto tardaba), le envié una invitación a una señora que estaba en una foto y que parecía ser la esposa, Alicia y me contestó.
“Si Héctor, Julio es mi esposo”
“Julio no usa mucho de FB, pero le voy a pedir que te conteste.”
¡Mierda!, ¡cuánto lloré! Se me caían las lágrimas a rolete. Estaba solo en casa y lloré. ¡Cuando llegó mi esposa no entendía nada!
Luego nos contactamos por video conferencia, hablamos bajo una tremenda emoción, a mí se me notaba la emoción, tanto que Julio lo advirtió, y me lo preguntó.
Me confirmó que le sorprendió recibir la carta común y que le interesaba saber cómo me enteré de la dirección.
Ahora, tenemos contactos frecuentes vía, Fb ya que tenemos un grupo armado.
Julio viene a Argentina a principios de año 2017 y ya estamos planeando algo para celebrar. Para contarnos que pasó, como fue su vida, su llegada a México, etcétera.
Pero eso, quizás, sea motivo de otro: “Contame una historia”.

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