Héctor Carrozzo
Siendo el año 1966 y habiendo terminado de cursar los
seis años de la escuela Industrial y con el título de Técnico Químicos
Nacionales, nos propusimos conquistar el mundo.
Algunos se fueron a estudiar a Buenos Aires, otros
se fueron a estudiar a Santa Fe, otros se quedaron en Rosario a estudiar o a
trabajar, o a ambas cosas. A otros la vida los llevó por distintos caminos, a
lo largo y ancho del país. O al exterior.
Los que nos quedamos en Rosario empezamos a
juntarnos, primero en las facultades, y luego se fue haciendo costumbre la de
salir, uno o dos días al año, a cenar y festejar.
Es en ese entorno, en que empezamos a notar las
ausencias, esas que se repetían en cada cena, algunos aparecían cada tanto y otros
nunca. Algunos prometían ir y nunca iban.
Y Julio está en Mendoza, y Helios y Huguito están en
Jujuy. Sabemos que el Cabezón y el Negro están en Buenos Aires. Y Osvaldo
también. Y, así, con casi todos.
Y como los años iban pasando, también de que
fulanito nos dejó, se fue de gira, como dirían los artistas.
Pero cuando hablábamos de uno en especial, un frío
corría por nuestro cuerpo y nuestra alma.
Cuando hablábamos del Negro Julio nadie sabía nada.
Que se fue a estudiar a La Plata o que estudiaba en la UBA.
Alguno dijo que le pareció verlo en una lista de
desaparecidos. Que lo chuparon y lo desaparecieron. Y, así, empezó nuestra
desazón por el Negro Julio, y nuestras angustias. En cada cena se hablaba dos
palabras de él y se callaba. Tristeza de no saber.
En el listado de desaparecidos no estaba. En su
Cañada de Gómez natal no había nadie que supiera.
Pasaron los años y ya comenzado el año 2015, y
próximos a cumplir 50 años de egresados, comenzamos a organizar ciertas
actividades para celebrar; y a asegurarnos de que pudieran estar todos los
amigos egresados.
Nos contactamos con los desterrados, a veces difícil
de hacer, pues como “Adultos Mayores” la informática no es nuestro fuerte. A
veces a través de algún hijo, como el caso de Julio M. en Mendoza.
De pronto apareció un papel que nos decía que un tal
Julio … había estado en Rosario realizando un trámite en los tribunales de
Rosario.
Decían los papers:
que este Julio vivía en Méjico, daba la dirección y además que usaba los dos
apellidos, el paterno y el materno.
Una luz ¡nos dio una esperanza!
Comenzamos con el Gallego, el Alemán, El Pueblos
originario, Luly, el Cuqui, a buscar por Internet, a los Julios que vivieran en
México, y con esos apellidos. Dos mil quinientos. Buscamos en Facebook, Skype y
en todo aquel programa que hubiese. Y siempre los mismos y ninguna foto.
Empecé a enviar invitaciones para contactarnos y
nada. Encontré señoras con el mismo apellido, quizás familiares, y les envié
invitaciones y nada.
Como por razones laborales estuve un par de veces en
México, busqué en guías telefónicas, nada o mucho de nada.
Decidí, entonces, ya que tenía la dirección de él en
México, de enviarle una carta tradicional por correo. Mi suposición era que
Julio, si bien parecía que tenía Fb,
no era asiduo usuario.
Pero seguí entrando con las herramientas a buscar y
entré en las páginas de cada uno de ellos y ellas, y buscaba contactos y fotos.
En una de ellas veo una foto que hablaba de un Julio
y su señora y su hija. Imagínense cincuenta años después, ¿qué parecido podría
haber? Pero yo lo vi a Julio. Eras mi necesidad, nuestra esperanza, nuestro
compromiso con nuestra historia.
Mientras mi carta viajaba (no tenía ni idea de
cuánto tardaba), le envié una invitación a una señora que estaba en una foto y
que parecía ser la esposa, Alicia y me contestó.
“Si Héctor, Julio es mi esposo”
“Julio no usa mucho de FB, pero le voy a pedir que
te conteste.”
¡Mierda!, ¡cuánto lloré! Se me caían las lágrimas a rolete. Estaba solo en casa y lloré. ¡Cuando
llegó mi esposa no entendía nada!
Luego nos contactamos por video conferencia,
hablamos bajo una tremenda emoción, a mí se me notaba la emoción, tanto que
Julio lo advirtió, y me lo preguntó.
Me confirmó que le sorprendió recibir la carta común
y que le interesaba saber cómo me enteré de la dirección.
Ahora, tenemos contactos frecuentes vía, Fb ya que tenemos un grupo armado.
Julio viene a Argentina a principios de año 2017 y
ya estamos planeando algo para celebrar. Para contarnos que pasó, como fue su
vida, su llegada a México, etcétera.
Pero
eso, quizás, sea motivo de otro: “Contame una historia”.
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