Luis Molina
No sé cómo,
pero pasó, debió ser que el destino lo impuso de antemano. Era un tiempo amorfo
aquel, tratando de encontrar dónde recalar para saciar nuestro vicio de
incipientes escritores, los sitios encontrados no nos satisfacían. Ellas como
siempre (mis amigas y compañeras de letras) curiosas, mujeres al fin, comentaron:
“En la facu hay unos cursos interesantes”.
Estábamos en
la búsqueda, ya que de la Biblioteca Argentina nos habían pedido dejar lugar a
otros postulantes, ya que llevábamos tiempo en el curso, total no perdíamos
nada con intentar.
Así fue como
entré. Todo era nuevo para mí. Éramos muchos y la sala muy chica, estábamos
apretados, se ve que no esperaban tanta gente.
Él se
presentó, su propuesta parecía interesante, aunque nosotros buscábamos un sitio
para dar rienda suelta a nuestras apetencias literarias, nos sentíamos
escritores.
En la primera
clase comenzamos a conocernos. Él era José, el profesor. Su apellido me llevó a
recordar aquella avenida Francia de mi niñez, donde un familiar tenía un
negocio a la vuelta de casa.
El motivo del
curso era indagar en aquellos recuerdos que fueron quedando sepultados por la
rutina, lo que cada día incorporaba el progreso, la familia, los hijos en
particular, tiempo que había dejado huellas en nuestra vida. Lo de las
entrevistas no lo teníamos claro, para él profe
siendo periodista si, era su métier.
No resulta
fácil encontrar las palabras para expresar una idea, sobre todo ante
desconocidos. Eso dio pie a la frase mágica: “¿Y porque no lo escribes?”. Todo
cambió a partir de ese momento.
Sin ser
escritores, cada quién desgranó en letras recuerdos que creía olvidados, la
carpeta de relatos se fue engrosando. José nos leía lo que escribían en el otro
curso, ya que nos dividieron en dos grupos y a diferentes horarios.
Contaba las
vicisitudes vividas durante la Guerra Civil Española, escritas con la magia de
una tal Paquita, e incluso las peripecias de una maestra rural y su Citroën. El
romanticismo con que Mari relataba sus travesuras en aquel tiempo ido.
Fue un año que
condicionó mi vida, cada martes dejaba una marca o enseñanza en mí, ya
finalizando José reunió ambos cursos, quedamos solo siete dispuestos a
continuar.
El siguiente
año cambió. Éramos más, ruidosas maestras, los pocos del año anterior, muchas
cara nuevas, pero la impronta ya tenía una ruta marcada.
Nació el blog,
donde van quedando como mudos testigos recuerdos en letras de quienes volvimos
a vivir. Todo un universo de vidas, sueños y derroteros de almas que se unieron
en un aula para contar al mundo que siempre estuvieron, en silencio, amando,
dando vida. Éramos más al final del año, en la despedida quedaba un sueño: “El
libro”.
Comenzó 2015,
además de todas las caras conocidas, otras se integraban. El aula se poblaba de
charla, éramos muy ruidosos, contrastando con el resto de la facultad.
Todos tenían
una historia para contar, muchas felices, otras duras: María Rosa que se colaba
por debajo del alambrado al baile; Luis, con su estilo tan particular de narrar,
nos hacía reír; Paquita, con sus tacos y tantos momentos, pasando de la risa a
las lágrimas.
Y llegó el
libro. Era motivo de orgullo sentirse escritores, quedaba bajo sus tapas rojas,
indeleble el nombre de cada uno como mudo testigo de su paso por las letras.
Luego, el
destino me jugó una mala pasada y me alejé.
Cada tanto
abría la página donde nuevos nombres e historias continuaban el camino.
Hoy, he vuelto
a leer y descubro que varias de mis queridas amigas aún continúan, me deleito
con sus historias. Pienso que contar esta también es recordar un pasado aunque reciente
vale la pena recordar y escribir.
Creo que lo
voy a hacer, tal vez José lo publique aunque de todas maneras eso no es
importante.
Si lo leen
¿ellos recordarán que soy Luis?
No importa, en
aquel momento junto a ellos fui feliz.
Hola Luis!, felicitaciones por la semblanza. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mario, gracias por tu comentario, suelo leer la página y se me ocurrió escribir estas lineas.
EliminarTe dejo un abrazo.
Hola Luis! Que lindo lo que escribiste.
ResponderEliminarFelicitaciones! Victoria
Gracias Victoria! solo fueron recuerdos de un tiempo feliz:
EliminarUn abrazo.