Graciela Cucurella
Esa pregunta daba
vueltas en mi cabeza.
¿A mi edad? ¿Yo en la
universidad para adultos mayores? No, no me veo, no es para mí.
Me decidí después de
una conversación con mi hija, que me alentó mucho, y me anote en los cursos de
“Contame una Historia”.
Empecé en el segundo
cuatrimestre del 2015 y en el primer encuentro me gustó escuchar los relatos de
mis compañeros. Había mucha familiaridad entre todos y me recibieron muy bien.
Lo único que no me
gustó fue que cada uno de ellos, antes de comenzar la clase se colgaba un
cartelito con el nombre bien grande para recordarlo. Realmente no me gustaba,
yo no lo iba a usar, no era obligación, pero después de un tiempo nadie lo usó.
Sin darme cuenta y
escuchando las historias de mis colegas, comencé a escribir mi primer relato que
se llamó “María”. Hablé de mi abuela que había inmigrado de España; después,
escribí “Electrodomésticos” y muchos otros.
Las consignas son
muchas y sin obligación de cumplirlas. Me
gusta que este año, una vez al mes, el profesor con nuestra aprobación toma un
relato y entre todos hacemos algunas correcciones para enriquecerlo. También me
gusta escuchar a mis compañeros, de los cuales aprendo mucho para mis próximos
relatos.
Estoy muy agradecida a la Universidad para Adultos
Mayores y, especialmente, al profesor José Dalonso, que me permite expresar y
contar algo de mi vida. Él nos escucha con mucho respeto y me incentiva a
seguir escribiendo.
Muchas gracias.
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