Patricia Pérez
El calor era sofocante. Ni una nube. Nada hacía predecir lo
que se venía, salvo los pronósticos: “alerta por tormentas fuertes y ocasional
caída de granizo”.
Eran las cinco de la tarde y, de pronto, el cielo se cubrió.
Un ruido ensordecedor se escuchaba cada vez más. De pronto,
inmensas piedras empezaron a caer como una lluvia de perlas de un collar que se
desgrana.
La gente corría a tapar sus autos, sus ventanas.
Pero el viento con ráfagas hacía mover los árboles de un
lado hacia otro.
Fue por poco tiempo, pero la ciudad quedó destruida. Sin
luz, árboles caídos por doquier, vidrios esparcidos cual migas de pan en un
comedero de pájaros. Una señora fallecida atropellada en el intento de huir de
aquel desastre.
Corría el miércoles 15 de noviembre del 2006.
Hacía mucho calor, treinta y siete grados, ya se habían
terminado los cursos en la facultad y los nietos ensayaban para los actos de
fin de año.
Las plantas estaban sedientas.
Era el mediodía. Calor agobiante .El silencio del encierro
buscando el fresco de nuestra casa.
Los árboles comenzaron a agitarse, el viento comenzó a
soplar y las ráfagas eran tan intensas que levantaron la tierra sedienta de
agua.
Una nube de polvo cubrió la ciudad y el sur de la provincia.
Rutas cortadas, choques en cantidad por la poca visibilidad.
Accidentes en las rutas con fallecidos.
Era un día trágico ya que desde muy temprano se hablaba de
un submarino desaparecido.
Los árboles se quebraron en sollozos, sus ramas y raíces
cortadas por todos lados. Una nube de tierra que teñía nuestro ser.
Fue un miércoles 15 de noviembre del 2017.
Los pañuelos albicelestes se agitaron… cuarenta y cuatro
manos despidieron a sus seres queridos.
Era una misión de rutina .Exploración y control.
Comenzó a navegar el mar hasta que desapareció en las
profundidades.
Cuarenta y tres hombres y una valiente mujer, cuyo sueño era
trascender.
Todo listo para el viaje. Los tableros con sus botones
indicando lo que está bien y si había alguna alerta.
Entre ellos, las anécdotas familiares que en la intimidad
del viaje se contarán como al más cercano de los parientes: cumpleaños a
festejar, nacimientos a presenciar. Todo el futuro concentrado en el acero y
pintura que los cobijaba.
El mar se puso bravo, era difícil recargar baterías con
semejante tormenta.
Sumergirse en las inmensidades del océano, un desperfecto,
otro … una explosión.
La oscuridad total, la profundidad, los proyectos, los
deseos, los nacimientos, todo quedó en el océano profundo y lleno de secretos.
Cuántas preguntas ¡Cuántos interrogantes, cuántas respuestas
sin contestar. ¿Pasaron cerca de las Malvinas? ¿Entró agua? No importa. Lo real
es que quedaron allí cuarenta y cuatro vidas truncadas.
Y
otra vez triste y casualmente fue un miércoles 15 de noviembre, esta vez en
2017.
Excelente racconto de hechos acaecidos en una fecha espesifica que ha marcado a nuestra ciudad.
ResponderEliminarExcelente relato.