viernes, 27 de abril de 2018

Benjamín Gould


Héctor Carrozzo

El pasado mes de julio de 2017 nos pusimos de acuerdo algunos descendientes de Don Jaime Miguel y José Mora y Doña Catalina Chomet o Xumet para visitar el pueblo donde se radicaron allá por principios del siglo XX, Benjamín Gould.
El pueblo, actualmente de 699 habitantes, está ubicado a 75 kilómetros de Venado Tuerto en dirección a Canals. Fue el lugar donde Don Jaime se radicó con la familia. El ferrocarril avanzaba hacia el desierto “conquistando” tierras que ocupaban los pueblos originarios.
Don Jaime y Doña Catalina vinieron desde Barcelona –eran de las Islas Baleares– España. Eran muy jóvenes y como muchos inmigrantes con muchas ganas de “hacer la América”.
Luego de intentar radicarse en Arequito vendiendo libros, lo hicieron en Benjamín Gould, donde pusieron un negocio de Ramos Generales en la esquina que hoy es Avenida Fuerza Aérea y Avenida General. San Martín, justo frente a la estación de trenes. Todo un desafío, desierto, “indios”, la nada, la esperanza.
Así que el 22 de julio llegamos a Benjamín Gould algunos descendientes de Raúl, Bartolo e Isabel. Parte de la familia iba a recorrer el lugar donde los Mora-Xumet fundaron una parte de mi familia. Raulín y Leonor iban a revivir su juventud, porque vivieron allí con los abuelos, mis bisabuelos.
Visitamos la vieja casa familiar, que pudimos recorrer porque los actuales propietarios nos abrieron la puerta. Allí, Raulín y Leonor nos contaron muy emocionados sus andanzas por esas tierras; del molino de viento que había comprado Don Jaime y que con casi cien años todavía estaba en pie; de que Don Jaime era un hombre de pocas palabras. ¡La única vez que le habló fue para retarlo por alguna travesura!
Recordaba Raulín que una de las atracciones principales era la llegada y partida del tren a Rosario. Ellos lo esperaban jugando con la zorrita manual ferroviaria, yendo de una punta a la otra de la misma hasta que salía el Jefe gritando: “¡Salgan de allí que llega el tren!”.
Leonor nos hizo referencia al único Hotel que había en el pueblo y a la historia de su dueño, que lo había publicitado en las grandes ciudades, como lugar de veraneo para descansar disfrutando del balneario. Descanso si, ¿pero balneario? Bueno, había colocado unas mesas y sillas a la orilla de una pequeña y barrosa laguna que estaba al final del pueblo.
Por supuesto, vistamos el cementerio, donde no hay familiares nuestros enterrados, pero ellos se acordaban de algunas anécdotas. Como aquel nicho donde el cajón se había roto y el finado yacía a la vista de todos. Y algún que otro fantasma pululando por entre los vivos y muertos. O aquel que había muerto en un duelo por problema de polleras.
De regreso al “Centro”, recorrimos el lugar de la vieja parroquia y la escuelita. Raúl y Leonor intercambiaban recuerdos sobre los viejos residentes. Recordar quién vivía en cada casa por aquellos años, qué apellido tenían, cuántos hijos y sus historias familiares. En fin, la historia del pueblo que nos llevó a meternos en alguna que otra casa para preguntar por los dueños anteriores y averiguar. ¡Cosa imposible en la ciudad!
Para completar, nos contaron la perlita que faltaba. Algo se había filtrado del secreto de estado, pero Raúl puso la justa.
Una vez entró al negocio de ramos generales un tipo que intentó robar, y uno de los hijos de Don Jaime lo abatió en duelo a cuchillos. El tipo estaba herido, pero había que esperar que llegara el Juez desde Canals en sulky recorriendo veinte kilómetros por tierra. El tipo terminó muerto porque se desangró.
Hubo una mudanza de familias a otro lugar de algunos de los miembros de la familia y la llegada de otros. Nunca se volvió a hablar del tema.
En lo personal sentí que en algún momento viví allí, que las andanzas de Leonor y Raúl por el pueblo eran las mías. Qué la vida pueblerina está metida en mi sangre, que florece cada vez que visito mi historia. Conozco mis orígenes alemanes (1) y he recorrido ese origen. Me falta encontrarme con mi origen español, conocido, en Las Baleares y mi origen italiano, quizás en la Puglia, totalmente desconocido.
(1)         Ver en este blog el relato “Augusta, la abuela Alemana” (Septiembre de 2017).

No hay comentarios:

Publicar un comentario