Héctor Carrozzo
El
pasado mes de julio de 2017 nos pusimos de acuerdo algunos descendientes de Don
Jaime Miguel y José Mora y Doña Catalina Chomet o Xumet para visitar el pueblo
donde se radicaron allá por principios del siglo XX, Benjamín Gould.
El
pueblo, actualmente de 699 habitantes, está ubicado a 75 kilómetros de Venado
Tuerto en dirección a Canals. Fue el lugar donde Don Jaime se radicó con la
familia. El ferrocarril avanzaba hacia el desierto “conquistando” tierras que
ocupaban los pueblos originarios.
Don
Jaime y Doña Catalina vinieron desde Barcelona –eran de las Islas Baleares–
España. Eran muy jóvenes y como muchos inmigrantes con muchas ganas de “hacer
la América”.
Luego
de intentar radicarse en Arequito vendiendo libros, lo hicieron en Benjamín
Gould, donde pusieron un negocio de Ramos Generales en la esquina que hoy es Avenida
Fuerza Aérea y Avenida General. San Martín, justo frente a la estación de
trenes. Todo un desafío, desierto, “indios”, la nada, la esperanza.
Así
que el 22 de julio llegamos a Benjamín Gould algunos descendientes de Raúl, Bartolo
e Isabel. Parte de la familia iba a recorrer el lugar donde los Mora-Xumet
fundaron una parte de mi familia. Raulín y Leonor iban a revivir su juventud,
porque vivieron allí con los abuelos, mis bisabuelos.
Visitamos
la vieja casa familiar, que pudimos recorrer porque los actuales propietarios
nos abrieron la puerta. Allí, Raulín y Leonor nos contaron muy emocionados sus
andanzas por esas tierras; del molino de viento que había comprado Don Jaime y
que con casi cien años todavía estaba en pie; de que Don Jaime era un hombre de
pocas palabras. ¡La única vez que le habló fue para retarlo por alguna
travesura!
Recordaba
Raulín que una de las atracciones principales era la llegada y partida del tren
a Rosario. Ellos lo esperaban jugando con la zorrita manual ferroviaria, yendo de
una punta a la otra de la misma hasta que salía el Jefe gritando: “¡Salgan de
allí que llega el tren!”.
Leonor
nos hizo referencia al único Hotel que había en el pueblo y a la historia de su
dueño, que lo había publicitado en las grandes ciudades, como lugar de veraneo
para descansar disfrutando del balneario. Descanso si, ¿pero balneario? Bueno,
había colocado unas mesas y sillas a la orilla de una pequeña y barrosa laguna
que estaba al final del pueblo.
Por
supuesto, vistamos el cementerio, donde no hay familiares nuestros enterrados, pero
ellos se acordaban de algunas anécdotas. Como aquel nicho donde el cajón se
había roto y el finado yacía a la vista de todos. Y algún que otro fantasma
pululando por entre los vivos y muertos. O aquel que había muerto en un duelo
por problema de polleras.
De
regreso al “Centro”, recorrimos el lugar de la vieja parroquia y la escuelita. Raúl
y Leonor intercambiaban recuerdos sobre los viejos residentes. Recordar quién
vivía en cada casa por aquellos años, qué apellido tenían, cuántos hijos y sus historias
familiares. En fin, la historia del pueblo que nos llevó a meternos en alguna
que otra casa para preguntar por los dueños anteriores y averiguar. ¡Cosa
imposible en la ciudad!
Para
completar, nos contaron la perlita que faltaba. Algo se había filtrado del
secreto de estado, pero Raúl puso la justa.
Una
vez entró al negocio de ramos generales un tipo que intentó robar, y uno de los
hijos de Don Jaime lo abatió en duelo a cuchillos. El tipo estaba herido, pero
había que esperar que llegara el Juez desde Canals en sulky recorriendo veinte
kilómetros por tierra. El tipo terminó muerto porque se desangró.
Hubo
una mudanza de familias a otro lugar de algunos de los miembros de la familia y
la llegada de otros. Nunca se volvió a hablar del tema.
En
lo personal sentí que en algún momento viví allí, que las andanzas de Leonor y
Raúl por el pueblo eran las mías. Qué la vida pueblerina está metida en mi
sangre, que florece cada vez que visito mi historia. Conozco mis orígenes
alemanes (1) y he recorrido ese origen. Me falta encontrarme con mi
origen español, conocido, en Las Baleares y mi origen italiano, quizás en la
Puglia, totalmente desconocido.
(1)
Ver
en este blog el relato “Augusta, la abuela Alemana” (Septiembre de 2017).
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