martes, 19 de septiembre de 2023

Recuerdos

Susana Dal Pastro


 Porque tenía cambiado el ritmo del sueño, dormía más durante el día que durante la

noche. Escuchaba explosiones y sirenas sin comprender toda la realidad.

Estando ya restablecida, supe que una vecina se había hecho cargo de un niñito

abandonado en una iglesia. Lo cuidó durante tres años. Lo paseaba orgullosa haciendo

notar que crecía sano, que se alimentaba bien, que empezaba a caminar, que ya no usaba

pañales. Hasta que un día esta dichosa mamá supo que su hijo no había sido abandonado;

había sido separado de su familia. Con dolor lo vio alejarse de ella llorando desconsolado.

Se lo llevaban otros brazos, brazos extraños. Ella intentaba comprender; intentaba

resignarse al dolor de perderlo, valorar el derecho de crecer con los suyos. Sin embargo,

nunca dejó de quererlo, de preguntarse si él sabría que pasaron juntos un tiempo, que

ese tiempo había sido hermoso para los dos.

Esa señora ya no está, pero hasta último momento siguió esperando que, algún día, aquel

chico la recordara y viniera sonriente estirando los bracitos y la abrazara como antes,

cuando ella lo tenía a upa.

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