martes, 20 de septiembre de 2022

Los juegos

 Gloria de Bernardi

 

 “¡Kitty levántate! ¡Mirá que lindo día! ¡Yo hago mate!”.

Nada, la remolona sigue con los ojos bien cerrados.

Bajo a las estampidas las escaleras, me pongo a preparar mate, corto rodajas de pan casero y las unto con manteca. ¡Con mucha manteca!

Vuelvo a subir, sigue dormida.

 “¡Kitty, levántate que te voy a contar lo que soñé anoche!”.

 “¡Y el mate está listo!”.

.“Vooooyyyy…”, dice y se arrastra, baja porque sus pies saben cómo hacerlo, y llega dormida a la cocina.

Las dos en los camisolines de algodón que nos hace la mami, y descalzas, porque en esos veranos santafesinos, ¡qué cosa más linda andar en patas por el mosaico!

 “Pero eso sí, cebás vos, porque a mí no me sale rico”, agrega.

Siempre la misma historia, haciendo como que la engaño, pero en realidad no la engaño nada.

“¡Vamos al pasillo, que todavía hay sombra!”, digo.

Allí, sentadas en el suelo, mateamos, mientras yo cuento una historia fantástica que se me va ocurriendo en el momento.

Y al terminar la mateada, ¿ahora a qué jugamos?- pregunto.

—¡A lo que estábamos jugando ayer!- me responde.

La Kitty es San Martín y yo Remeditos.

Entre lo que habíamos aprendido en la escuela y los libros con las historias de próceres que nos compra el papi, ya tenemos la base para dejar volar la imaginación.

Y esos juegos duran días y días, y lo empezamos adonde habían quedado anteriormente.

Cuando vienen las pibas del barrio, más un varón más chiquito, los juegos cambian, son a los comboys, como les decimos; y, además, tenemos un solo revólver, ¡el de Jorgito!

Y la mami, absolutamente indulgente, nos deja jugar en los sillones viejos, que ponemos uno contra otro y decimos que son una carreta.

Pero ¡ah!, me olvido del cuchillito de niños, ésa era la otra arma.

¿Quién hace tacatán?

 “¡Yo lo hago más fuerte!”

“¡Y yo no me canso!”

Bueno, las dos, acordamos.

La Kitty y yo nos especializamos en el galope de los caballos: “tacatán, tacatán, tacatán”, y cuando atacamos a los indios, que eran otras de las chicas, nos arrojamos de la “carreta”.

Justamente, en uno de esos saltos mortales, la Kitty se manda con el cuchillito en ristre, ¡y se lo clava a la Miriam!

Por suerte el cuchillito no tiene filo y la punta es redondeada, ni le sangró, fue el susto más que nada.

¡Cuchillito confiscado por la mami!

¿Y el revólver?

 “¡Jorgito, préstame el revólver, por favor, me toca, hace un montón que no lo uso!”, le pido. ¡Es único revólver del barrio!

La banda somos: la Kitty, yo, Miriam, Gladys, Tatiana, Susana y Jorge.

Y cuando viene nuestro primo Carlitos, ya somos una patota.

Atrás del patio de mosaico tenemos “el fondo”, de tierra, en el que crecen yuyos, con muchos árboles frutales y el gallinero atrás.

Y dentro del gallinero, una higuera gigantesca que da higos negros. ¡Montones!

La planta siempre está llena de moscas verdes.

Muchas siestas nos trepamos a la higuera, la Kitty y yo, escapando de los picotazos del gallo.

Tiene varias ramas horizontales en las que nos podemos sentar bien cómodas.

Y además en el fondo, al lado del gallinero, está el cuartito.

Uno de los usos que damos al cuartito es el dar títeres desde la ventana, con los muñecos que fabricamos de trapos rellenos, pintados y palos.

-“¡Chicos! ¡Vamos, que hay títeres!”

Y ahí están todas las sabandijas mirando las fabulosas creaciones.

¡Ah! Pero ese fondo da para todo.

¿A qué otra cosa podemos jugar?

Ya que tenemos los muñecos de los títeres…

¡Al tren fantasma!

“¡Sí, al tren fantasma, mirá, pasamos entre las cañas y el alambrado y una de nosotras hace aparecer a los muñecos para asustarnos!”, dice una.

Y ahí vamos. ¡La bambolla que armamos cuando aparece un muñeco!

“¡Ay que susto! ¡No doy más!”, dice otra.

Salimos del tren fantasma todos rasguñados, sucios, un verdadero desastre.

¡Cortan mucho las cañas!

Infancia de juegos, con las patas sucias, llenas de moretones, rasguños, alegría de vivir.

1 comentario:

  1. Un relato que me lleva a ese final que escribis, querida Gloria. Creo que todos fuimos eso, juegos con las patas sucias, moretones y algo más . Abrazos de Daniel Jobbel

    ResponderEliminar