miércoles, 26 de noviembre de 2014

El gato en la oscuridad

Por Celia Novelli

Una vieja melodía resuena en mi cabeza una y otra vez. La tarareo, pero no logro recordar la letra en su totalidad. Me decido y voy a la computadora en busca de ayuda. Estoy sola en casa. Nadie puede interrumpirme. Busco en Youtube: “El gato en la oscuridad”, de Roberto Carlos. Instantáneamente la pantalla se abre y me tira como por arte de magia varias versiones del tema en cuestión, hasta una versión remixada. Le doy “play”, salto el molesto anuncio y al instante empiezan a sonar los primeros acordes del tema y luego la dulce voz de un Roberto Carlos, joven, melancólico, sencillo, con abundante cabello oscuro y ondulado, entona las primeras estrofas:
                    “Cuando era un chiquillo, qué alegría,
                    jugando a la guerra noche y día
                    saltando una verja, verte a ti
                    y así , en tus ojos, algo nuevo descubrir.
                    las rosas decían que eras mía
                    y un gato me hacía compañía”
Cierro mis ojos y la música me transporta a mi adolescencia. Estoy con mis amigas del barrio, en el pasillo de su casa por calle Viamonte. “El gato en la oscuridad” está sonando en el viejo Wincofon… Mientras mis amigas conversan, yo me muevo lenta y sensualmente al compás de la canción, mientras la tarareo. Estoy enamorada por primera vez y pienso en el chico que me desvela. ¡Cómo me gusta! ¡No hago otra cosa que pensar en él! De pronto, alguien toca mi hombro y me hace volver a la realidad. ¡Es él! Las mariposas comienzan a revolotear en mi estómago.
—¿Qué hacés? ¿Bailás sola? ¡Dale, dejá de escuchar a ese meloso y poné algo más movido!
La magia llega a su fin. Pongo otro tema, de los Rolling Stones creo, no me importa total voy a compartir un rato con él y con el grupo. Los minutos vuelan y la reunión llega a su fin. Nos despedimos con la promesa de reunirnos pronto. Guardo en mi memoria sus palabras, sus chistes, su risa contagiosa, sus gestos facheros, hasta el próximo encuentro.
Como escuché decir alguna vez, uno casi nunca se casa con el primer amor, pero las canciones de Roberto Carlos siempre erizarán mi piel y me llevarán a mis quince años, a esa época de ensoñación, de enamoramiento constante, de magia, de estar casi siempre flotando entre nubes de algodón y pensando en el amor.
El tema llega a su fin y vuelvo a la realidad, al presente maravilloso que me dio la vida: dos hijas bellas y un marido casi ejemplar. Tengo que preparar el almuerzo, pronto irán cayendo de a uno a comer. Te encierro, Roberto, en la compu. ¡Perdón! Hasta la próxima vez, cuando algo o alguien despierten en mí nuevamente los recuerdos más íntimos de mi inocente adolescencia.

2 comentarios:

  1. Qué hermoso recuerdo, Celia. Qué bueno volver a la adolescencia, época de esperanzas locas... Qué bueno también la etapa que nos toca hoy... época de cosechas.
    Hasta pronto
    Susana Olivera

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  2. Sin dudas fue una época de sueños. La vida se encargó de despertarnos con su realidad.
    Pero siempre queda cual un hálito de vida escondido en un rincón de nuestro sueños. ¡Hermoso!!
    Un a abrazo.

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