lunes, 10 de octubre de 2016

Carnaval del sesenta y pico

H. B. Carrozzo

Estaba revisando fotos que tenía guardadas en una caja. La vi y empecé a tararear:
“Esta murga se formó
Un día que llovía
Por eso le pusimos
Petiteros y compañía”.
Con este cántico livianito, recuerdo, recorríamos calle Colón, La Paz, Riobamba. Tocábamos timbre en las casas y cantábamos este estribillo y algún otro. Era por el año mil novecientos sesenta y tanto. No me puedo acordar. Teníamos entre 10 y 15 años.
La murga: Carlitos (de dama) Hugo, mi hermano Eduardo, Manolo, Luis, Cacho y yo (ver foto).
Fueron varias semanas de preparativos, ensayos, confección de trajes por nuestros padres. Toda una experiencia nueva para nosotros. Un volver a vivir de ellos, nuestros padres, remontándolos a cuando eran murgueros. No sé de donde salió la letra.
Claro que teníamos la versión “triple X” para adultos.
“Esta murga se formó
Un día que llovía
Por eso le pusimos
La pu.. de tu tía”.
Nuestro beneméritos progenitores solo conocían la versión light y algún que otro versito con doble sentido. O se hacían que no sabían.
Cuando tocábamos timbre y salían a escucharnos empezábamos con el repertorio, algunos de cuyos versos eran:
“Boca dice que contrata
Cuatro jugadores nuevos
Y la hinchada le responde
Déjense de hinchar los hue….
…sos son los que…”.
Y seguíamos así con estribillos un poco subidos de tono para niños de esa edad. Pero seguimos en pos de nuestro objetivo recaudatorio. Se aceptaban caramelos, masitas, tortas y, por supuesto, algún que otro chelín. Impulsados por los mayores del grupo.
Para algún mayor varón teníamos algunos versos que a la orden del mayor de nosotros se cantaban, sino era versión para damas.
“(No me acuerdo esta estrofa)
A la hermana de pirulo
Por andar con 4 machos
La trataron de una pu…
… blicaron en los diarios
Algo que me dejo absorto
Que a una niña de 15 años
Ya le habían hecho el or…..
…dene lo que haga falta”.
Etcétera, etcétera, etcétera,
Epa, epa, epa... las viejas espantadas, nos miraban desaforadas. “Ahí están los guarangos de la calle Colón”, decían.
Entonces, iban a botonear a los viejos. Al tercer reclamo de vecinos, se acabó nuestra experiencia murguera solos. Ahora, íbamos con algún padre que acompañaba y vigilaba. Solos versos livianitos.
Claro que alguno de ellos, a veces se hacía el sordo y reaccionaba después pidiendo perdón a los vecinos y “retándonos”.
Carnaval, murgas, infancia, recuerdos de un pasado que está vivo en mi memoria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario