martes, 11 de octubre de 2016

Para construir un barrilete

José Mario Lombardo

Al construir un barrilete, es necesario seguir indicaciones que los expertos consideran indispensables para obtener resultados satisfactorios, esto es, que el barrilete, al remontar, se pierda entre las nubes suavemente, sin producir giros inmanejables o movimientos de desequilibrio, que han llevado a muchas personas a comparar a algunos de sus semejantes de conductas un tanto impredecibles, con las características de un “barrilete sin cola”.
El mejor lugar para realizar la tarea de construcción, será aquel donde, sabemos fehacientemente, que nadie vendrá a interrumpirnos con encargos innecesarios tales como ir a comprar el pan o los bifes para el mediodía, desconociendo la importancia de la tarea que se está llevando a cabo.
Ese lugar, lo sugieren los especialistas, puede ser el rinconcito del patio donde disponemos de una buena sombra, el reparo del tapial del fondo y una vieja mesa de pino con un banco largo.
No es conveniente elegir lugares conflictivos tales como el living comedor o los dormitorios, por la cuestión de las posibles salpicaduras de engrudo y, mucho menos, lugares en la terraza, pues cualquier ráfaga de viento puede remontarnos el barrilete antes de tiempo.
Bien, supongamos que tenemos el reparo del tapial, la sombra del arbolito, la mesa y el banco largo.
Ahora debemos encarar una de las principales misiones para comenzar el trabajo, que consiste en conseguir las cañas para armar la estructura.
Alguno habrá pensado inmediatamente en el cañaveral del fondo. Allí tenemos muy buena caña, recta y de buena longitud, pero verde. Verde y pesada.
Las mejores son entonces aquellas que cortamos el año pasado y que quedaron atrás del gallinero. Esas están secas y bien livianitas.
Elegidas entonces dos buenas cañas de parecido diámetro y longitud adecuada, tenemos que proceder a abrirlas por el centro. Esto lo haremos con un cuchillo de buena hoja, grande y delgada, logrando que las cañas queden divididas en dos varillas de forma cóncava o convexa (según por donde se las mire) y de más o menos un metro de largo.
Tenemos así cuatro varillas que afinaremos perfilando sus costados con mucho cuidado pues podemos, por un lado arruinar la caña y por el otro (más doloroso), cortarnos un dedo.
Esas cuatro varillas del mismo largo y la misma sección, las colocaremos sobre la mesa de pino cruzándolas de manera que queden formando una figura parecida a una pizza cortada en ocho porciones o si les parece más gráfico a un octógono regular.
Ahora, debemos atar la estructura por el centro. Eso lo haremos con hilo lonero.
El ovillo de hilo lonero, lo podemos conseguir en la librería del barrio, esa que está después del pasaje y que tiene como ingreso una puerta de postigos muy alta, con banderola, y que en el interior, ofrece un gran confusión de mercadería muy variada, pero distribuida de tal forma que cuando uno entra, está seguro que es la librería del barrio.
Con hilo lonero, ataremos cuidadosamente nuestra estructura en el centro, tratando que las porciones de pizza, o si prefieren los sectores triangulares, formen el octógono regular que ya mencionamos.
En la punta de cada varilla, haremos una muesca con el mismo cuchillo de antes sin cortarnos un dedo y, por esas muescas, vamos a pasar hilo lonero configurando, ahora sí, el perímetro de la pizza o del bendito octógono regular.
Para forrar el barrilete, debemos conseguir papel.
 El papel lo vamos a buscar a la librería del barrio, esa de la puerta alta, la banderola y todo lo demás. Allí, procederemos a elegir los colores a utilizar, que pueden ser los del club preferido o, en caso de que los constructores no se pongan de acuerdo debido a diferencias futboleras, se optará por colores neutros que no alteren las buenas relaciones, indispensables para fabricar un barrilete.
Como para forrar el barrilete necesitamos engrudo, entraremos sigilosamente en la cocina, sacaremos unos cien gramos de harina común tres ceros (no hace falta mayor finura ni que sea leudante) y con agua hirviendo (y sin quemarnos), haremos un buen tarro de engrudo revolviendo hasta que no queden grumos.
Si no queremos entrar a la cocina, robar harina, hervir agua y quemarnos, entonces solo nos queda ir a la librería del barrio, esa de la puerta alta, la banderola y todo lo demás y traernos un frasco de plasticola que ha de cumplir funciones similares a las del engrudo.
Cortamos el papel base elegido, de tal manera que nos sobren unos tres o cuatro centímetros para las solapas; luego, con un pincel, engomamos las solapas y doblándolas sobre sí mismas, abrazamos el hilo perimetral.
 Así, nos quedará forrado nuestro barrilete.
Los barriletes que se precien precisamente de barriletes, tienen que tener flecos. Entonces, tomamos unas tiras de papel de otro color, las plegamos, las cortamos hasta la mitad, las desplegamos y las pegamos en el perímetro del barrilete. Los demás adornos corren por cuenta de la inspiración de los constructores.
La cola del barrilete se hace con trapos o pedazos de tela. Siempre es conveniente tener trapos de repuesto pues, según la intensidad del viento y la posición de los tiros, necesitaremos más o menos cola. Una cola insuficiente siempre nos ocasionará aquellos síntomas de desequilibrio del “barrilete sin cola”.
Los tiros serán tres, dos irán en las muescas de las cañas dejando un vértice por medio y el tercero irá colocado en el centro; al unirlos, como si fueran los lados de una pirámide, cuidaremos que los tres tengan la misma longitud. Después, regularemos el vuelo del barrilete variando la longitud del tiro central.
El piolín es la cuerda más indicada para remontar el barrilete, el hilo lonero suele ser débil y se puede cortar, entonces, para preparar la madeja necesitaremos conseguir un ovillo de piolín que, a pesar de lo que todos esperan, no iremos a buscar a la librería del barrio, sino que optaremos por la ferretería del barrio, que viene a ser algo así como la librería; pero con otro tipo de mercadería que es más apta para saber, que esa es la ferretería del barrio.
La madeja se hace en un palito, utilizando los cincuenta metros que suelen traer los ovillos de piolín. Con la madeja terminada, ataremos la punta del piolín a los tiros y ya tenemos nuestro barrilete listo para partir.
Pero un buen barrilete necesita un buen día. Debe ser un día luminoso, con buena brisa, con pocas nubes o digamos que con las necesarias para que nuestro barrilete trate de ir en su busca.
Y un buen día, luminoso, con buena brisa, suele darse en el mes de setiembre. Y el barrilete sabe que, si es setiembre y es buena la brisa y si no llueve, como suele ocurrir, el día debe ser el veintiuno. Y ese debe ser el día, porque si es el veintiuno de setiembre, nuestro barrilete podrá ver, desde allá arriba, desde las nubes, la primavera derramada en el parque del barrio. 

Nota: La compra del hilo lonero, la plasticola y el papel de forrar, puede hacerse de una vez, así evitamos ir tantas veces a la librería del barrio, esa de la puerta alta y la banderola.


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