Teresita
Giuliano
A todos los niños que ingresaríamos ese año a
primer grado inferior de la escuela primaria, nos citaron para tomarnos un test,
cuyo resultado utilizarían las maestras para realizar un diagnóstico de la
capacidad comprensiva e intelectual de los alumnos.
En una de las pruebas, la docente nos leyó un
cuento acerca de una niña que tenía una muñeca de trapo.
Luego nos invitaba a pasar al frente y nos
pedía que lo contemos con nuestras palabras.
Cuando llegó mi turno, tuve la picardía de ir
leyendo de reojo el cuento que estaba en el libro abierto sobre el escritorio.
Pero me salió mal.
El cuento original hablaba de una muñeca de
“porcelana”, palabra que la maestra había cambiado por “trapo”, pensando tal
vez que iba a ser más identificable con nuestra experiencia.
Así que cuando leí “muñeca de porcelana”, la
señorita me interpeló: “¿Cómo de porcelana? ¡Yo dije que la muñeca era de trapo!”.
Tuve que confesar la trampa: “Lo leí en el
libro, señorita”.
—¿Tenés
este libro en tu casa?- preguntó, pensando que lo podía saber de memoria.
—No, yo sé leer.
Buscó otros libros que también leí. Me llevó
cual fenómeno de feria ante las otras maestras y la directora y leí cuanto
pusieron ante mis ojos.
Llamaron
a mi mamá y le dijeron: “Señora, esta niña por sus condiciones no va a hacer el
primer inferior, ¡la pondremos directamente en el superior!”.
Y allí fui, a reunirme con un grupo de niños
que ya habían cursado un año. Y yo, que sí sabía leer y escribir porque lo
había aprendido jugando, apenas conocía los números y no sabía sumar ni restar
ni resolver problemas matemáticos.
Me quedaba en los recreos dentro del aula
practicando con alguna compañerita que la maestra designaba, mientras escuchaba
con tristeza los cantos de rondas y juegos que me estaban vedados.
Pagué los errores de un sistema educativo que
privilegiaba el resultado: padecí y odié matemáticas todos mis años de
estudiante.
Cuando ingresé como tu a 1º inferior también sabia leer y hasta la tabla de 4, sumar y restar. Tuve la suerte de continuar aburriéndome durante un año, haciendo palotes a la espera que los demás se pusieran a mi altura, pero eso ya pasó...
ResponderEliminarUn abrazo.
Ese suele ser el problema de sobresalir... Parece que todos dijeran "es mejor la medianía"... Evidentemente, no se les ocurrió ver cuánto sabías de matemática...
ResponderEliminarCariños
Susana Olivera