Noemí Peralta
Con los años aprendí a disfrutar de
las pequeñas cosas. La vida me ha enseñado.
Son pequeñas, pero grandiosas a la
vez. El canto de una calandria bien en lo alto de un árbol; colibríes libando
el néctar de mis flores rojas en forma de campanitas o los azahares perfumados
del limonero, o bañándose bajo el agua de la manguera en forma de lluvia,
cuando por las tardes riego las plantas.
El gozo de plantar una semilla y
ver cómo brota con el tiempo y se transforma en una plántula, que quizás se
transforme en árbol.
Ver llenarse de flores amarillas al
lapacho de mi jardín, que nació solo por obra de alguna semilla que trajo el
viento quién sabe desde dónde.
Observar el juego de los niños, sus
caritas alegres y sus risas.
Los perritos del barrio, que todos
me conocen y acaricio por turno a medida que vienen a mi encuentro. Sus
corridas y juegos.
Amo toda la naturaleza con todos
sus elementos.
Por otro lado, soy una persona
simple. No me interesa sobresalir en nada, soy feliz así. Solo quiero sentirme
satisfecha con lo realizado hasta ahora y con el cariño de mi familia y
afectos.
El
pasado ya fue, no puedo modificarlo y el mañana aún no llegó y vivo el presente
con esperanza.
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