martes, 18 de octubre de 2016

Cajita de los Recuerdos. Los campeones del Baby Fútbol

H. B. Carrozzo

Estaba revisando mi caja de los recuerdos y apareció esta foto.
Nosotros jugábamos en la calle; un arco, el árbol de la casa de los Ruggero; el otro, el árbol de la casa de los Crous. Cruzada en diagonal de una vereda a la otra.
Tráfico no había salvo algún auto que pasaba de tanto en tanto y paraba para terminar la jugada. Luego, seguía su ruta por la calle de empedrado grueso. Los medios de locomoción eran los tranvías y pasaban por Necochea o Ayacucho.
Claro, jugábamos nosotros contra los otros pibes, todos más chicos, contra todos. Eran siete, ocho, nueve, no importaba, éramos más grandes y se notaba.
También en esa época los papás soñaban con que sus hijos fueran los cracks que jugaran en Central Córdoba, Ñuls o Central, aunque en algún equipo de Buenos Aires. Por aquellos tiempos, Europa era impensada, solo para la Saeta Rubia y algún otro.
Así que don Avelino, un papá, nos inscribió en el torneo de Baby de Central Córdoba, torneo que, imaginábamos, íbamos a ganar de punta a punta.
Pero nosotros a esa edad no salíamos de la calle Colón para jugar, ni siquiera a la canchita de La Fe (Colón y Ocampo) o la Textil (Chacabuco y 27). Íbamos para ver a los capos que jugaban allí, un tal De La Mata, por mencionar a alguien.
Éramos los fenómenos de la calle Colón. Veníamos a mostrarles cómo se juega a la pelota.
Comenzó el partido, creo que eran 20 minutos en dos tiempos. Empezó el partido y ¡gol nuestro! Los goleamos, pensamos. Al cuarto gol… de los rivales nuestros viejos se fueron de la cancha para evitarnos una vergüenza mayor. Terminado el partido, saludamos y nos fuimos a casa, donde nos esperaban con algún festejo como para levantar el ánimo.
De todas maneras, al otro día a las seis de la tarde, después de hacer la tarea, regresar de la escuela, de inglés o lo que fuera, estábamos listos para empezar nuestro acostumbrado picado de la calle Colón.
Picado que era condimentado con algún vidrio roto o alguna pelota perdida en el patio de algún vecino. Estas, a veces, volvían para seguir; a veces, volvían cortadas prolijamente al medio por la vieja amargada, que no aceptada nuestras destrezas con el balompié.
“Cajita ‘e recuerdos, llena de momentos,
cartas amarillas, flores secas ya”, c
omo dice la canción, “cuantas historias guardás”. Recuerdos de un pasado que está vivo en mi memoria.

En la foto: arriba: Carlitos, era nuestro arquero, pero como jugaba en Central Córdoba no podía jugar con nosotros, Atilio, arquero, Miguelito y Don Avelino, delegado. Abajo: Manolo, yo y… no recuerdo su nombre.

1 comentario:

  1. Recuerdo con tu relato los partidos del barrio de mi hermano, solo barriales, nunca en algún club. Mi padre era de Central, pero él era de Ñuls, cosa que nunca entendí. De todos modos no eran muy fanáticos, pero sí recuerdo haber ido de vez en cuando a la cancha con mi padre y mi hermano...Hermosos recuerdos...

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