Paquita Pascual
“Nunca tuvo novio
pobrecita” ¿pobrecita?
Una arpía era la tía
Emma. Con sus aires de monja boba no engrupía a nadie. Se diría que la parieron
y no la sudaron. Por eso ella no abrazaba a nadie; una vez si, al gato que lo
abrazó tanto que terminó ahogándolo.
A la muerte de sus
padres tuvo que hacerse cargo de la casa y de un hermano menor al que hizo la
vida imposible. No había un amigo adecuado para el; todos eran vagos
Drogadictos o ladrones
según ella… según ella… Y no hablemos de la novia que después fue su mujer ¡Que
es una puta, mira como se pinta…encima fuma! Así y todo, el muchacho se casó y
Emma quedó sola. Había puesto tanto empeño en la vida de su hermano que tal vez
por eso se olvidó de la suya.
Pudiendo hacerlo jamás
se regaló un vestido, usaba los de su madre achicándolos.
Por supuesto, como toda
arpía era flaca como una sardina, ¿su cabello… nunca se supo…
Lo cubría con un
pañuelo negro que anudaba en su cogote; chancleteaba todo el día por la casa.
Sus únicos escarceos consistían en la visita diaria al almacén, donde adquiría
sus austeras vituallas, Allí, se enteraba de todo desde que se fue su hermano
La tevé no funcionó más
¿para qué la arreglaría, si a través de la ventana lo veía todo? ¡Que puerca, cómo
se besa en la calle la hija de Marta! Si fuera hija mía… Seguro que dentro de
poco la vemos con el bombo. Y el de planta baja ¿Otra vez se cambió el auto? ¡Este
sí que está robando, mientras la mujer le pone los cuernos! Se sabía vida y
milagros de todos los vecinos; y lo que no sabía se lo inventaba.
Un inoportuno ACV la privó de sus matutinos escarceos confinándola a una
silla de ruedas. Aquel veneno que destiló durante toda su vida se le volvió en
contra. Poco a poco su escuálida figura se fue convirtiendo en un revoltijo de
huesos semejando una víbora a la que tuvieron que quebrar para meter en el
cajón. Como contra partida, aquel rictus amargo que la caracterizó, se había
convertido en una dulce sonrisa, como pidiéndonos perdón a todos.
Muy buena tu historia, ya te la había escuchado en clase pero la volví a leer hoy!
ResponderEliminarMe encantó, siempre nos conmueven estas historias.Noemí Peralta.
ResponderEliminarHola Paquita! Un placer volver a leerte, este relato tiene la impronta del chuzmerio de barrio donde solo falto decir: Yo no quiero hablar pero esa....
ResponderEliminarUn abrazo Paquita y gracias por el humor que emana de tu letras.
Un abrazo Luis