H. B. Carrozzo
“Esta
murga se formó
Un
día que llovía
Por
eso le pusimos
Petiteros
y compañía”.
Con
este cántico livianito, recuerdo, recorríamos calle Colón, La Paz, Riobamba.
Tocábamos timbre en las casas y cantábamos este estribillo y algún otro. Era
por el año mil novecientos sesenta y tanto. No me puedo acordar. Teníamos entre
10 y 15 años.
La
murga: Carlitos (de dama) Hugo, mi hermano Eduardo, Manolo, Luis, Cacho y yo (ver foto).
Fueron
varias semanas de preparativos, ensayos, confección de trajes por nuestros
padres. Toda una experiencia nueva para nosotros. Un volver a vivir de ellos,
nuestros padres, remontándolos a cuando eran murgueros. No sé de donde salió la letra.
Claro
que teníamos la versión “triple X” para adultos.
“Esta
murga se formó
Un
día que llovía
Por
eso le pusimos
La
pu.. de tu tía”.
Nuestro
beneméritos progenitores solo conocían la versión light y algún que otro
versito con doble sentido. O se hacían que no sabían.
Cuando
tocábamos timbre y salían a escucharnos empezábamos con el repertorio, algunos
de cuyos versos eran:
“Boca
dice que contrata
Cuatro
jugadores nuevos
Y
la hinchada le responde
Déjense
de hinchar los hue….
…sos
son los que…”.
Y
seguíamos así con estribillos un poco subidos de tono para niños de esa edad.
Pero seguimos en pos de nuestro objetivo recaudatorio. Se aceptaban caramelos,
masitas, tortas y, por supuesto, algún que otro chelín. Impulsados por los mayores
del grupo.
Para
algún mayor varón teníamos algunos versos que a la orden del mayor de nosotros
se cantaban, sino era versión para damas.
“(No
me acuerdo esta estrofa)
A
la hermana de pirulo
Por
andar con 4 machos
La
trataron de una pu…
…
blicaron en los diarios
Algo
que me dejo absorto
Que
a una niña de 15 años
Ya
le habían hecho el or…..
…dene
lo que haga falta”.
Etcétera,
etcétera, etcétera,
Epa,
epa, epa... las viejas espantadas, nos miraban desaforadas. “Ahí están los
guarangos de la calle Colón”, decían.
Entonces,
iban a botonear a los viejos. Al
tercer reclamo de vecinos, se acabó nuestra experiencia murguera solos. Ahora,
íbamos con algún padre que acompañaba y vigilaba. Solos versos livianitos.
Claro
que alguno de ellos, a veces se hacía el sordo y reaccionaba después pidiendo
perdón a los vecinos y “retándonos”.
Carnaval, murgas, infancia, recuerdos de un
pasado que está vivo en mi memoria.
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