miércoles, 22 de abril de 2015

¡Cuántos años!

¡Hola! ¿Cómo anda el año? Acá, Victoria, retomando los relatos.
Mis intenciones de seguir escribiendo en verano, que “teóricamente” tengo más tiempo quedaron en veremos.
Se me pasó volando y sin aburrirme.
¿Se acuerdan del relato de la primavera?
Pasó muchísimo tiempo de ese picnic de la primavera y tantas cosas.
Estuvimos dos años de novios y decidimos casarnos. Él ya trabajaba muy bien en una empresa. Yo tenía algunos conciertos no todos pagos, tenía alumnos particulares y daba clases en la universidad, al principio ad honórem y después quedé contratada.
Empezamos de “cero cosas”, pero con trabajo y ayuda de nuestros ahorros buscamos dónde vivir.
No fue nada fácil.
Al principio, queríamos una casita en Alberdi. Claro, a lo que llegábamos eran todas casas para rehacer, inhabitables.
Alberdi quedó descartado. Ya cuando casi todos los ahorros más nuestros sueldos para seguir pagando nos permitían acceder a un mínimo departamento, salió en el diario un aviso de uno de dos dormitorios en el centro.
Lo fui a ver, y le faltaba pintura y arreglo en la mesada de la cocina. Estaba ubicado en el centro y lo vendían con un crédito hipotecario para transferir.
Bueno, fue complicado para poder ir a verlo juntos y la gente tenía apuro para vender.
Al final salió, nosotros estábamos muy contentos, pero…
Por supuesto, había que escuchar los comentarios familiares: “está muy barato algo escondido” tendrá.
La verdad es que no todos los papeles estaban en orden, pero con un poquito de presión se pudo hacer la transferencia del crédito y después la escritura.
Con todo esto quedamos sin un “mango” en los primeros meses. Nuestras salidas eran puras plazas, caminatas y con suerte un cafecito.
Peso que juntábamos dinero, este iba a pintura. En estos trabajos éramos poco expertos, parecía re-chico el lugar, pero para rasquetear y pintar resultaba enorme.
Fuimos haciendo el trabajo los fines de semana, pero mi padre no me dejaba ir al departamento, si no me acompañaba alguna de mis hermanas o amigas. El decía “sin libreta” –por la de casamiento– no van juntos. ¡Pobre, eran otras épocas!
De a poquito y con algunos regalitos, fuimos amoblando: diván cama de la casa de mis suegros, mesita de la casa de mis padres, etcétera.
La cuestión fue que pusimos fecha para casarnos. No se por qué, todos opinaban, de un lado y del otro, pero no decían quien pagaba la fiesta. En casa la plata no sobraba para fiestas y en la casa de mis suegros tampoco; o sea que discutían tranquilamente.
Bueno, entre ida y vueltas, fue una fiestita con familia y pocos amigos nuestros.
Las presiones entre las familias no cedieron hasta el mismo día del casamiento; pero por suerte ya teníamos el viaje de bodas.
Unos amigos nuestros se habían casado un tiempo antes que nosotros y nos recomendaron un hotel lindo y barato en Bariloche, que reservé un mes antes, cuando me invitaron a un dúo y a mí a tocar en la biblioteca de Bariloche.
Todo muy lindo y, por supuesto, la tranquilidad y el cambio fueron muy importantes para nosotros.
Pasaron ya cuarenta años, con cosas muy lindas y otras tristes que pudimos ir solucionando; algunas bien, otras sin solución.
Lo más importante de estos cuarenta son nuestros cinco hijos y cuatro nietos, que todavía podemos disfrutar
En otro relato les contaré un poquito de esa etapa que fue “dura” con tantos chiquitos que ellos mismos, que ya tienen algunos uno y otros dos, preguntan cómo hacíamos nosotros con ellos.

Por suerte, no nos fue tan mal porque tienen lindos recuerdos. Cuando están todos juntos, se acuerdan de “diabluras” y se ponen contentos y discuten si los hechos fueron de una u otra forma, como sucede con mis relatos de cuando yo era chica, que he contado y que mis hermanas recuerdan de manera distinta y me lo aclaran. 

4 comentarios:

  1. La vida pasa, los recuerdos quedan y aquellos momentos vividos no dicen que pudimos vadear el temporal. hoy nuestro nietos son el testimonio que la lucha tuvo un final feliz.
    Un abrazo.

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  2. Tu relato me ha hecho acordar mi época de noviazgo, la vigilancia inocente de nuestros padres, el pasito a pasito para preparar el futuro hogar. Felicitaciones...

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  3. La satisfacción del deber cumplido,no? Ahora hay que disfrutar todo lo que nos queda y a pleno, de esa familia que formamos. Por más que siempre hayan entredichos. Felicitaciones.

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