Enzo C. Burgos
No hace demasiado tiempo que nuestro barrio del Abasto tiene
nombre propio. Anteriormente se lo conocía por el número de la seccional
policial correspondiente. Por eso, aquellos vecinos éramos de la Séptima. Con
el tiempo y como siempre se toman medidas que en realidad no cambian nada, los
mismos vecinos pasamos a ser de la Quinta. Lo mismo les ocurrió a nuestros
vecinos del otro lado de San Marín, habitantes orgullosos de la República de la
Sexta que acabaron siendo súbditos de la Cuarta.
Como no me agradaba que se comentaran peyorativamente que mi
barrio “no tenía nombre”, inventé “El Cuadrado Mágico”. Después, apareció gracias
a la lucha de la Vecinal el decreto, que imponía el nombre de Abasto, que hoy
lucha palo a palo con mi idea loca. Y creo, modestamente, que en el argot
barrial lo mío va ganando.
Los límites del barrio del Abasto no son iguales a los de la
seccional. Las calles son: avenida Pellegrini, Moreno, bulevar 27 de Febrero y
San Martín. Según mi tesis, los límites son los mismos pero como mi cuadrado es
mágico, los mismos son un poco elásticos.
Según Lito Bayardo en su libro “Mis cincuenta años con la
canción argentina”, en los años treinta se lo conocía como barrio de las
Monjas, debido a que en la zona existían de alojamientos de religiosas, uno de
ellos en la esquina sudeste de Viamonte y Moreno.
Comenzó siendo un barrio de casas bajas con preponderancia
de italianos, muchos trabajadores del Mercado de Abasto, por lo general de clase
media baja. Muchísimos conventillos, muchos de los cuales se transformaron en
departamentos de pasillos.
La característica elemental del dibujo del barrio es que se
trata de una cuadrícula casi perfecta, ya que en sus 90 manzanas solo se
cuentan dos cortadas: Middleton y Amelong. Salvo las calles Entre Ríos y
Moreno, todas las demás tienen, por fortuna, veredas anchas. El toque
distinguido de nuestras calles eran los inolvidables adoquines que, como el sol,
aunque no los veamos siempre están; porque solo fueron cubiertos por la capa de
asfalto hace medio siglo.
Otro detalle era la falta de baldíos. Por eso, llamaba la
atención la cantidad de excelentes jugadores de fútbol que brindó el barrio,
pese a esta falencia.
Recién a mediados de siglo apareció el famoso hueco de
Victoria en Cerrito a 1500, gracias a la desaparición de la molienda de
ladrillos de la firma Disiena.
Como dijimos el pulmón del barrio era el Mercado de Abasto
(Mitre, Sarmiento, Pasco e Ituzaingó), hoy Plaza de la Libertad. Se trataba de un
mundo de trabajo con vida propia, con todas las grandezas y miserias imaginables.
El corazón del barrio, sin ninguna duda, era la esquina de
Corrientes y Pellegrini. Ahí había dos cines: “Esmeralda” (muy familiar) y “Sol
de Mayo” (uno de los más populares de la ciudad). Montones de bares, pizzerías,
heladerías y se destacaba el café “Sol de Mayo”, luego “Saigo”, con once mesas
de billar. Además, estaban el Rosarino Boxing Club y el Olímpico Rosario, todo
esto en un espacio muy acotado. Por eso, aquella esquina era, sin dudas, el
corazón de mi barrio.
El barrio, pese a la proximidad del centro, tenía sus
atractivos propios, que ayudaba para que los vecinos disfrutaran del mismo, en
primer lugar, de la incomparable Avenida Pellegrini, la siempre linda. Aparte
de los cines de Pellegrini, estaban el “Ambassador” en calle San Martin al
1800, “Star” en bulevar 27 de febrero al 1000 y “Claret” en Paraguay al 2400. Había
tres iglesias muy importantes: Corazón de María (Roca y Viamonte), San José
(Cochabamba y San Martín) y del Carmen (Pellegrini al 1500).
Otro de nuestros orgullos es nuestra vecindad con el Parque
Independencia, que viene a ser nuestro patio de atrás ¡Un lujo!
Tras lo narrado pienso se debe comprender mi orgullo por “El
Cuadrado Mágico”. Si no es así, me pueden llamarme y gustosamente ampliaré
datos e informaciones.
Hola Enzo, haz olvidado dos lugares emblemáticos, el Variete Avenida y el Eden Park donde aparte de espectáculos había boxeo.
ResponderEliminarEn este último Marrone le birlo la Juanita al Tano Genaro.
Un abrazo.
Verdaderamente, un lugar de privilegio tu barrio, con tantos cines, la proximidad del parque Independencia, las iglesias.
ResponderEliminarFelicitaciones poe este texto.
Susana Olivera
Yo no viví esa época de Rosario, pero creo que toda esta descripción ya la iba perfilando como una gran ciudad. Felicitaciones.
ResponderEliminarYo no viví en Rosario, pero mi marido me contaba de esas salidas!!!
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