Me detuve a pensar, ¿qué puede entender una criatura allá por la época anterior a la revolución que marcó una época? Los militares derrocan el gobierno constitucional dejando victimas y odio, el pueblo salió a la calle, bombardearon la Casa de Gobierno marcando una división que aún perdura.
Pero mi recuerdo se evade por los paredones del cementerio La Piedad, cuando no estaba parquizado. Era tu hábitat, tampoco eras el único. Pero solo te recuerdo a vos, pasando por mi cuadra con tu bolsa al hombro y algunos cacharros colgando. No tenías nombre, solo eras “el croto” y me causabas temor. Era una época donde los temores eran diferentes. También le temíamos a las gitanas. Nos asustaban diciendo que robaban niños.
Circulaba por Pellegrini hacia el río, me detuve frente al paredón del cementerio. Hoy, está limpio, solo unos muchachos jugando un picadito. Nada queda de vos, el tiempo te sepultó en el olvido, no hay constancia de tu paso por mi barrio ni por la vida, pero hoy te recordé. Perdura como entonces la estatua de Ovidio Lagos en la esquina con la calle homónima, recordándonos que “las columnas de La Capital pertenecen al pueblo”.
Tu cuerpo pequeño enfundado en el sobretodo negro, devenido en harapos, los zapatones deteriorados que vaya a saber de dónde los sacaste. Barba crecida, rostro moreno, mirada torva. Pero lo que más recuerdo es el casco de chapa que jamás te quitabas, parecía hecho a medida. Llamaba sin duda la atención. Busqué alguna referencia tuya, pero no encontré. Es como si nunca hubieras existido.
Pero te vi, eras humano, cargabas tus miserias y un dolor que tratabas de ahogar con alcohol. Vaya a saber qué te indujo a esa vida y ese destino marginal. Hoy que no te temo trato de imaginar qué ocultabas bajo ese casco metálico que te hacía único; y hoy, tras muchas décadas, me pregunto ¿quién eras?
El recuerdo me dice que al parecer, solo eras: “Puchito”.
El personaje del barrio. Todos tenían uno. Vos le tenías miedo; a veces nosotros nos burlábamos de las miserias de Jabalí, el personaje de mi barrio.
ResponderEliminarEnternece tu recuerdo y tu pena por ese desconocido.
Un abrazo
Susana
Un niño solo sabe lo que le enseñaron y a veces no le dicen las verdades de la vida.
EliminarGracias Susana, Un abrazo.
Hermoso relato! muy sensible!, me llevo a rememorar al croto!! cuanto hacia no escuchaba esa palabra!y es cierto existian esos personajes que no eran temibles, aunque nos transmitieran ciertos sustito.muy bello relato
ResponderEliminarGracias Liliana, en aquella época eran temibles porque no lo inculcaron nuestro progenitores sin enseñarnos que era una ser humano devenido en desgracia vaya a saber por que motivo...
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