Mirta Prince
Hay momentos vividos, con tanto amor, que resultan
inolvidables.
Esos sábados. Visita a los abuelos. Mi mamá, mi tía,
Susana y yo.
La abuela, siempre con sus tejidos, que variaban
según fuera invierno o verano. Nosotras dos sentadas una en cada lado. El
abuelo traía las agujas que simplemente eran rayos de bicicletas. Empezábamos a
tejer.
Angelita y Angélica iniciaban la limpieza, ordenar y
preparar para bañar a la abuela, que no podía mantenerse en pie.
El abuelo cebaba mate, nos convidaba con batatas
asadas en el horno de la cocina a leña.
Es así, cuando aprendí a bicicletear la visita se
transformó en diaria, si el estado del tiempo lo permitía.
Pasaron los años, cada vez más ancianos. Nos llamó la
atención la negativa del abuelo, a su concurrencia el 12 de octubre al Club
Español, ya que siempre asistía y se sacaba las ganas de bailar la jota. Cuando
cambiaba su atuendo, ¡qué pinta que tenía!
¡Sin darnos, cuenta en poco tiempo nos dejó! Fue
entonces, cuando ella se mudó a la casa de mis padres y la histórica quinta se
abandonó.
Ella no podía movilizarse, sus piernas carecían de la
fuerza necesaria para poder caminar.
Pero ella era una gran lectora, y la tele y
los nietos de mi mamá hacían que sus días fueran llevaderos.
Mi padre compraba el diario, que ambos leían y
comentaban las noticias. Ella leía atentamente las relacionadas a España “su
patria”; quería estar informada, cosa que cuando sus otros hijos la visitaban
compartían aquellas.
Sabía que la salud de Franco estaba comprometida. Es
así que llega la noticia internacional más esperada, precisamente había
fallecido el militar y dictador Francisco Franco.
De pronto, se paró y empezó a bailar, nos quedamos
duros, no necesitó a alguien que la sostuviera, ayudara, apuntalara. ¡Sola!
Facundo y Paula, mis hijos, de cinco y tres años, no
entendían nada. La abuela podía ¡Bailar!
Está noticia corría muy rápido, no podían creerlo.
Mis tíos, mis primos, gente que conocía su historia no entendían nada.
Los agoreros se manifestaban, se caía y se quebraba.
Después... empezó a explicarnos que fue un maldito con mi pueblo, un militar
que luchó contra el gobierno y fue responsable de la Guerra Civil Española.
Seguramente su fallecimiento va a generar alegría en
mi patria. Deseo que vuelvan a ser felices. Fueron muchos años de este régimen
fascista ¡Al fin el franquismo terminó! ¡Hijos de puta!
Como venía siguiendo la información de la tele,
radio y el diario, no dejaba de mencionar el sufrimiento de presos, políticos y
familiares suyos que vivían allí.
Desde ese día notamos que hubo en ella cambios en el rostro, la sonrisa que hacía mucho tiempo que no veíamos y su mirada irradiaba mucha paz.
Creo que interiormente extrañaba mucho su terruño natal.
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