Noemí Peralta
Un
ser muy especial compartió mi vida apenas nací, el 28 de Junio de 1941. En esa
época quién recibía a los bebés era la partera.
Mi
madre no tenía leche suficiente para alimentarme y, como se solía hacer,
recurrió a una mujer que había tenido una bebé por la misma fecha en que yo
nací.
Se
llamaba Antonia y con el tiempo se transformó en “la gorda Antonia”, apodo que
se impuso en mi casa por el cariño que sentíamos todos hacia ella y porque era
enorme y obesa.
Comenzó
a ayudar a mi madre desde el día en que nací y era ella quien me amamantaba al
mismo tiempo que a su bebé. Pasaron a ser mi mamá de leche y mi hermana de
leche.
Tuvimos
una relación muy estrecha, basada en el cariño que nos prodigaba a mí y a mis
hermanitos.
Ayudó
a mi madre hasta que fui adolescente.
Su
figura era voluminosa, pero era una mujer muy activa.
Cuando
cumplí los quince años, aunque no estaba muy bien de salud, vino a ayudarle a
mi madre en la fiesta que se realizó en nuestra casa.
Sé
que muchas mamás alimentaban a sus bebés con leche materna de otra mamá que la
donaba, pero se la extraían y ponían en una mamadera, pero yo la tenía a ella
que me amamantaba directamente de sus pechos.
Guardo
un recuerdo cariñoso para quién fue mi segunda mamá y también hacia mi hermana
de leche, con quien pasaba muchos momentos alegres, jugando y luego
compartiendo nuestras ilusiones de juventud.
Ambas
asistieron a mi casamiento, pues mi madre también les tenía mucho cariño.
Linda historia! No la conocía, cuánta ternura y gratitud.Bien Mimí!
ResponderEliminarMuchas gracias Nilda...Cambian las épocas y cambian las costumbres...
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