Patricia Pérez
Aún recuerdo que el
aroma de las coronitas de novia, que perfumaban el pasillo, nos llevaba al
fondo del jardín lleno de árboles frutales, castaños y flores. Invitaban a
probar todo aquello que estaba a punto.
Recién llegados de
Uruguay, donde pasé mis primeros años, comencé a disfrutar de la familia
completa.
Mis hermanas
tuvieron que quedarse en Argentina, porque el lugar adonde fuimos era inhóspito,
y la escuela para trasladarse estaba muy lejos y había que ir en lancha.
Mis padres, con un
buen trabajo, se mudaron al vecino país y me llevaron ya que era un bebé. Eso
les permitió juntar dinero para hacer a su gusto el chalé de Fisherton, que
tantos recuerdos me trae; pero la distancia y la separación de sus otras hijas
hicieron que se volvieran.
Así que en esa
hermosa casa logramos reunir nuevamente la familia. ¡Cúantos recuerdos que
traen a mi memoria ese lugar donde pasé mis primeros años!
Era una casa con
frente de ladrillos vistos y tejas en el techo. En el living había un hogar que
nos reunía con el frío, ya que el gas no pasaba.
La calle era de
tierra y enfrente pasaba el tren.
Muchas veces nos
cruzábamos a cortar hinojo, que crecía al borde de las vías.
Otras veces
estábamos en el fondo haciendo tortas de barro con tapitas de los frascos o
moldes que le robábamos a mamá.
Mis primeros años
fueron tan felices en aquélla casa.
Recuerdo una noche
de reyes… Yo esperaba ansiosa en mi habitación, y sentí los pasos de los
camellos y me tapé con la sábana hasta la cabeza.
En el día habíamos
juntado el pasto del jardín.
Mi inicio escolar fue
en un jardín inglés, donde la señora Hollver nos enseñaba palabras en otro
idioma. Pero llegó el día que tuvimos que irnos de allí.
Todas las
actividades de la familia quedaban retiradas y decidieron vender y comprar en
un lugar más céntrico.
Nuestras lágrimas
rodaron por la calle de tierra. Dejábamos allí hermosos momentos, pero era
necesario porque el sacrificio era muy grande para poder llegar a horario.
Queda en mi retina esa casa que me brindó las
castañas que luego tostamos y las flores que aromatizaron mi vida.
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