Patricia Pérez
Recién recibida a la
escuela de monjas, comencé a asomarme al mundo.
Tenía recién cumplidos
los 18 y el país estaba convulsionado.
Mi vida era tranquila,
la de una chica a la que sus padres trataron de darle lo mejor, escuela,
viajes, vacaciones; y, de pronto, me asomé a un mundo que no conocía.
Comencé la facultad en
Filosofía y Letras mi carrera de Comunicación Social.
De ir a la secundaria
en la mañana, tuve que habituarme al mundo de la noche, parecía un pollito
recién salido de su cascarón.
Todo era nuevo para mí.
Acostumbrada a tener mi
aula, de pronto me encontraba corriendo para ocupar una sala, antes de que lo
hicieran otros. Así, se estudiaba en la facultad.
De pronto, en la
entrada un afiliado a un partido perseguía mi inocencia para invitarme a tomar
un café solo con fines políticos; y, lo que es peor aún, mientras estábamos en
clase, entraba el Ejército a llevarse a alguien.
Fueron años en que
nuestros padres sufrían un montón.
Olvidarse el documento
era sentencia de muerte.
Pasé la muerte de Perón
en el 74 y el golpe militar del 76.Viví momentos de angustia, cuando me
enteraba de que a una compañera embarazada se la había llevado el Ejército.
Recuerdo una vez que
volvía caminando a mi casa, ya que vivía a pocas cuadras, nos encerró un auto
de la Policía, llamado antes cuartito azul. Nos pidieron documentos. Mi corazón
latía a mil y, luego, se bajó un compañero, que tenía un amigo policía,
riéndose. Fue una broma de mal gusto.
Otras veces estudiando,
el Ejército cercaba las calles y nosotros temblábamos temiendo que el material
de estudio fuera razón para llevarnos.
Pero no todo fue malo
en aquélla época. Formé un grupo de compañeros y amigos que aún conservo.
Uno de ellos es el
padrino de mis hijos.
Y, por supuesto, conocí
al amor de mi vida, con una relación de ensueño, que me hizo olvidar muchos
momentos malos, compañeros de la facultad, compañeros de la vida.
Ninguno de los dos pudo
recibirse; porque la familia llegó primero, pero queremos conservar los gratos
momentos y no tanto.
En
esa facultad, empezó nuestra carrera de la vida.
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