domingo, 13 de agosto de 2017

La Facultad

Patricia Pérez

Recién recibida a la escuela de monjas, comencé a asomarme al mundo.
Tenía recién cumplidos los 18 y el país estaba convulsionado.
Mi vida era tranquila, la de una chica a la que sus padres trataron de darle lo mejor, escuela, viajes, vacaciones; y, de pronto, me asomé a un mundo que no conocía.
Comencé la facultad en Filosofía y Letras mi carrera de Comunicación Social.
De ir a la secundaria en la mañana, tuve que habituarme al mundo de la noche, parecía un pollito recién salido de su cascarón.
Todo era nuevo para mí.
Acostumbrada a tener mi aula, de pronto me encontraba corriendo para ocupar una sala, antes de que lo hicieran otros. Así, se estudiaba en la facultad.
De pronto, en la entrada un afiliado a un partido perseguía mi inocencia para invitarme a tomar un café solo con fines políticos; y, lo que es peor aún, mientras estábamos en clase, entraba el Ejército a llevarse a alguien.
Fueron años en que nuestros padres sufrían un montón.
Olvidarse el documento era sentencia de muerte.
Pasé la muerte de Perón en el 74 y el golpe militar del 76.Viví momentos de angustia, cuando me enteraba de que a una compañera embarazada se la había llevado el Ejército.
Recuerdo una vez que volvía caminando a mi casa, ya que vivía a pocas cuadras, nos encerró un auto de la Policía, llamado antes cuartito azul. Nos pidieron documentos. Mi corazón latía a mil y, luego, se bajó un compañero, que tenía un amigo policía, riéndose. Fue una broma de mal gusto.
Otras veces estudiando, el Ejército cercaba las calles y nosotros temblábamos temiendo que el material de estudio fuera razón para llevarnos.
Pero no todo fue malo en aquélla época. Formé un grupo de compañeros y amigos que aún conservo.
Uno de ellos es el padrino de mis hijos.
Y, por supuesto, conocí al amor de mi vida, con una relación de ensueño, que me hizo olvidar muchos momentos malos, compañeros de la facultad, compañeros de la vida.
Ninguno de los dos pudo recibirse; porque la familia llegó primero, pero queremos conservar los gratos momentos y no tanto. 
En esa facultad, empezó nuestra carrera de la vida.

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