Noemí Peralta
¿Recuerdan haber
escuchado tiempo atrás a personas que yendo en bicicleta al trabajo o a algún
otro lugar silbando una canción?
Me vino a la memoria
hace unos días a raíz de que leí un artículon en el diario “La Capital” sobre
ese tema.
Hoy en día no se
escucha a nadie silbando o cantando, lo que me hizo pensar en cómo cambia la
gente.
Curiosamente y
posterior al día en que leí el artículo, iba caminando por la vereda de una
calle céntrica y un señor bien vestido, caminaba cantando bajito. Apuré el paso
para escucharlo mejor. Cantaba un tango y entonaba muy bien.
También escuché silbar
a un joven que iba en bicicleta y distraído en su mundo. Pensé que ahora que
había leído el artículo, prestaba más atención a estos detalles y que en otras
ocasiones me puede haber pasado desapercibido. O, lo que sería mejor, es que
las personas comiencen a cantar y silbar de ahora en más.
También encontré a otro
señor sonriente y cantando sin inhibiciones en la sección verdulería del supermercado
“La Reina”, mientras elegía qué comprar. Ante mi sorpresa, un empleado me contó
que siempre lo hacía sin importarle que las personas lo miraran con curiosidad.
Y agregó que quizás no
estaba muy cuerdo, pero se lo veía feliz.
Estas
situaciones curiosas, que antes me parecían comunes, ahora nos sorprenden, pero
siempre me resultaron agradables y lo siguen siendo.
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