viernes, 17 de mayo de 2019

Nunca creí en las brujas, pero que las hay…


Luis Molina

Era un tiempo joven, apenas transpuestos los veinte años, con sueños y la guitarra al hombro, peleábamos por un lugar en la música en un tiempo difícil.
El hecho de conseguir editar dos discos simples en Music Hall, (un sello de la época) nos daba ilusiones. Trabajábamos muy bien sobre todo en la zona de Entre Ríos, razón para dejar pasar cosas importantes, incluso en la salud.
Consideré no escribir sobre esto. Dada mi costumbre de bromear, nadie lo creería; pero lo decidí y me embarqué en la aventura.
Al principio solo era una molestia no mayor a una picadura sobre la ingle izquierda, luego comenzó a crecer, lento pero el dolor se hizo presente, no quedó más que visitar el médico. Este, tras revisarme, fue contundente: hernia inguinal. No me dio alternativa, solo quirófano y cuchillo. Confieso que nunca fui un valiente, más aún temiendo que al cirujano le temblara el pulso, dada la proximidad… fui dejando pasar el tiempo.
La excusa era la cantidad de trabajo que teníamos con el grupo, pero los momentos de dolor complicaban todo. La hernia tenía el tamaño de un huevo de gallina, debía recostarme y con suavidad introducirla en el tejido dañado. No recuerdo cuando tiempo pasó, pero fueron meses. Al parecer, el miedo era más fuerte que el dolor.
Ya casi sobre mis veinticinco abriles, un día cualquiera mi madre me preguntó por mi afección, ya que no me quejaba ni decía nada, la respuesta fue simple: “Hace tiempo que no me molesta”.
Como dije al principio, jamás creí en brujas y curanderos, aún hoy no creo. Mi madre por toda respuesta dijo: “Te hice curar”.
Tamaña sorpresa la mía, más cuando consideró que debía ir a agradecerle a ese hombre. Aclaro que no tenía idea de quién podía ser. Un par de días después me llevó a una casa sobre calle Viamonte y Perú, a un par de cuadras del cementerio La Piedad.
Era una casa humilde, el dueño era un colchonero, hombre de unos sesenta años, muy educado a quién me madre me presentó; me sentía extraño llevándole un presente a quien no conocía ni siquiera de vista y, sobre todo, agradecerle por algo que según mi madre él había realizado sin que yo me enterase.
Tenía veinticuatro años por aquella época, aun hoy no he vuelto a sentir molestia en la ingle, aunque cada tanto reviso la zona sin encontrar nada.
Sigo sin creer en las brujas, pero…


2 comentarios:

  1. La lógica ciencia versus todo lo demás. Nada es rotundo, la clave está en lo que uno cree.

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  2. ¿Y si no crees? Seguro será algo sobrenatural. Pero sin duda algo es...
    Gracias por tu comentario.
    Un abrazo.

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