martes, 28 de octubre de 2014

Un barrio especial

Por Juan José Mocciaro

El anuncio de un matutino de nuestra ciudad invitaba a un Circuito Turístico, a realizarse un domingo a las 16. El lugar de encuentro era Salta y Riccheri. Estaba a cargo del arquitecto José Jumilla, que acostumbraba a realizar estos recorridos. Era una gran oportunidad para recorrer “Pichincha” y saber de sus misterios.
El relato comenzó así: a principios de la década de 1910 se establecieron entre las calles Pichincha (hoy Riccheri) y Suipacha, desde Salta a los paredones del ferrocarril las llamadas “casas de tolerancia”.
Pero no solo había prostíbulos en el barrio, también existió una infraestructura de apoyo. Entre 1913 y 1914 se construye un teatro picaresco, el “Teatro Casino”, ubicado en la esquina noroeste de Riccheri y Jujuy, con una platea de 600 asientos con posavasos, 8 palcos reservados y 200 tertulias. En la misma esquina, pero sudoeste, funcionó otro teatro, llamado “Varieté Avenida” o “Varieté de Doña Julia”. Había, además, una casa de juegos en Riccheri 127, una sinagoga en calle Güemes entre Riccheri y Suipacha, por la cantidad de chicas judías y polacas residentes. Muchas de ellas están enterradas en el Cementerio de Granadero Baigorria en un apartado especial entre murallas.
Para mantener el orden, la Comisaría 9ª. en Salta entre Ovidio Lagos y Riccheri. También acompañaban esta urbe, comedores, parrillas, dispensarios, donde se ofrecían espectáculos musicales, entre ellos actuaron Carlos Gardel y Enrique Caruso.
Toda esa área era tranquila hasta las cinco de la tarde y a partir de esa hora todo se transformaba en un gran movimiento hasta la madrugada. Tenía el aspecto de ser día durante la noche.
En plena época de esplendor se podía encontrar más de dos mil mujeres de varias nacionalidades “trabajando”, resultando las más solicitadas las de origen francés, muchas de ellas llegadas engañadas por trabajo o simple cuento amoroso. Existían “galanes” pagados por la mafia, que recorrían distintos países con ese fin.
El más importante era el “Madame Zafo” (Riccheri entre Güemes y Brown), con una fuente de agua perfumada y una calesita donde se encontraban las mujeres, todas francesas, en exhibición a la visita de la distinguida clientela. El barrio llegó a figurar en las guías mundiales de turismo, confeccionadas en Estados Unidos y en Francia.
Por ese entonces la actividad era legal, los muchachos esperaban curiosamente cumplir los 18 años y tener su libreta de enrolamiento para concurrir.
En estos “lugares de reunión” se resolvieron muchos de los problemas políticos municipales y santafesinos, se eligieron muchas de las candidaturas y cargos políticos. No por casualidad el “Madame Zafo” era llamado también la “casa del gobernador”.

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