martes, 28 de octubre de 2014

Para quienes dan todo sin pedir nada

Por Norma Pagani
                                                                            
Estando de viaje, recibí un correo de mi hija Verónica, donde me informaba que su mascota Keity iba a tener cachorritos. Esa noticia me alegro mucho.
Cuando regresé, al recibir el llamado de Andrea, otra de mis hijas, lo primero que le dije fue “¿te enteraste que voy a ser bisabuela?”, refiriéndome a la perrita, a lo que ella me respondió: “Y también vas a ser abuela”.
Imaginen mi sorpresa y asombro.
´”¿Cuándo?”, pregunte.
Los sollozos no me permitían escuchar.
Lloraba yo de emoción y no alcanzaba a comprender qué había ocurrido, ya que los tratamientos se habían interrumpido y solo diez días había faltado de casa y no había ninguna novedad. Mi esposo no entendía lo que sucedía hasta que tomo el teléfono y Andrea se lo conto: “Es el corazón el que me da este hijo, es la mano de Dios que llevó a un ser caritativo y generoso a levantar el teléfono para avisarme que alguien tenía un capullito de carne, para que yo con mi amor pudiera abrir y cuidar. En breve lo tendré conmigo”.
Los días que transcurrieron entre el 27 de octubre y el 13 de noviembre de 2013 fueron eternos para nosotros, pero mágicos para mis hijas, ya que las continuas reuniones con profesionales, médicos, tiendas de ropa y todo lo necesario para recibirlo, ocupaban las horas que alternaban con sus trabajos.
Y llego ese mediodía: el varón que siempre soñé. El príncipe que se unió a la corte de las dos princesas. Otro rayo de luz para iluminar nuestras vidas.
Ya tiene casi un año. Después de superar los primeros tres meses, el corazón y la sangre se unieron para ser el hijo, el sobrino y el nieto amado. Su sonrisa compradora, sus ojos expresivos, sus gestos, su carisma, su predilección por el abuelo y la unión que tiene especialmente con la mamá sola sin un compañero, los complementa a ambos plenamente, haciéndolos eternamente inseparables.
Gracias mi Dios por esta alegría, por darle a mi hija la posibilidad de poner ese ser en su camino que la convirtió en mamá, que le dio la posibilidad de dar y recibir amor.
Gracias por mis nietas y por el nuevo ser que está creciendo silenciosamente en el vientre de mi hija menor a quien ya amamos y esperamos con ansias.
Gracias también por darme a mí la posibilidad de ser mamá por seis, casi siete.

3 comentarios:

  1. Hermosa forma de contar tu alegría desgranando la historia ,la llegada de Lorenzo y el anuncio del nuevo integrante que se suma a tu maravillosa familia.
    Felicitaciones por el texto ;muchas más por la historia de vida.
    ¡Brindemos por eso, por la vida¡

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  2. ¿Que más se puede decir de ese regalo? Felicidades "Abuela"
    Un abrazo.

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  3. Cuando me decían que a los nietos se los quiere por dos, es decir: por hijos y por nietos, no lo llegaba a entender. Hasta ahora que soy abuela. Me encantó tu relato. Cariños. Ana María.

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