Ángela
De Leonardi
Nací en un barrio de calles de tierra y
zanjas en las veredas, donde jugar y bailar fue el leiv motiv de mi infancia.
Éramos una barra de chicos y chicas de mi
edad y más grandes, donde siempre había algo que festejar. Jugábamos al
carnaval durante las tardes y a la noche armábamos murgas e íbamos por la
cuadra cantando y bailando. Recuerdo las fogatas de San Pedro y San Pablo, los
camotes y papas asados en las zanjas secas; cazar bichitos de luz en las noches
de verano y también en esas noches, yo bailaba bajo el foco de la luz de la
calle al ritmo de “Doce cascabeles”, mientras los pibes hacían la música con
peines y papel de celofán. Fue una infancia mágica, nosotros creábamos la magia
con nuestra inventiva y las ganas de vivir.
Mi viejo tenía un taller de aparado de
calzado al fondo de mi casa. Hijo de gringos, le encantaba el tango y la música
clásica. Teníamos un long play de “El
Cascanueces” de Tchaikovsky y, durante las noches de verano, sacábamos el
tocadiscos a la vereda y nos reuníamos con los vecinos a escuchar música.
A mí me encantaba “El Cascanueces”, sobre
todo “La danza de las flores”, y yo lo bailaba a mi manera cuando estaba sola
encerrada en el living de mi casa.
Cuando mi nona venia de visita, mi viejo ponía
esa música y yo le bailaba a ella. También él me pedía que imitara a Luis
Sandrini y yo hacia todo eso, que había visto en las películas y que sabía que
hacía reír a los mayores. Y mi nona siempre decía lo mismo: “José, esta e una
artiste, mandala a una scuola di baile”. Y mi vieja siempre contestaba lo mismo:
“No, eso no es para ella, come poco, es muy flaca y siempre se enferma por
cualquier cosa”.
Yo seguía bailando cada vez que se podía con
la esperanza de que un día mi vieja dijera que sí. Y se dio, así sin pensarlo,
que las chicas mayores organizaron un festival para juntar fondos no se para qué
cosa, en el club de mi cuadra, por aquel entonces el Club Yugoeslavo. Participamos
todos los chicos, se hizo una obra de Caperucita Roja y como fin de fiestas, ¡bailamos
la danza de las flores!
Fue tal mi emoción que el día
del festival, me enfermé. Sí, me enfermé y tuvieron que llevarme al médico esa
mañana, me recetaron dieta líquida y reposo; pero después de mucho llorar e
implorar que me dejaran actuar debilucha como estaba, subí al escenario e hice
mi mejor actuación de “La danza de las flores”.
Hermosos recuerdos. Te felicito por haber tenido la disposición y el amor de poder bailar El Vals de las Flores, aunque hayas estado débil pero el placer de estar allí fue más fuerte. Felicitaciones! Hermoso, cariños
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