MAHJO
Un 15 de marzo de 1972 recibo una
llamada de la embajada belga diciéndome que el 31 de marzo tenía que estar en
Bruselas. Se imaginan lo que fue eso, prepararme en quince días para estar siete
meses. Primero, debía conseguir quien me reemplazara con mis clientes; luego, un
crédito para cubrir las cuotas del departamento, que estaba pagando; y, por
supuesto, ver la ropa que iba a llevar, especialmente, por el peso que permitía
el avión.
Primera sorpresa: en el avión me
encuentro con otro rosarino, que también iba becado. Segunda sorpresa: había
que buscar alojamiento. Decidimos alojarnos juntos y el primer problema fue el
baño, ya que nosotros desconocíamos que eso era un lujo. Tercera sorpresa: en
Bélgica llueve 250 días al año. En realidad, Bruselas es la Londres del
continente europeo.
La convivencia la íbamos llevando
con mi compañero cocinando y yo lavando los platos. Además, el dominaba mejor
el francés que yo, por lo que cuando salíamos juntos no había problemas. En el
curso teníamos la ventaja de que éramos todos latinoamericanos. Así era la beca
que se trataba de “Administración de Pequeñas y Medianas Empresas”.
El trato con los profesores era muy
bueno; pero la gente de allá era muy cerrada al punto tal que yo decía “acá, la
gente debe tener los hijos por gajos”; porque no veía la manera en que se
relacionaban; y empecé a extrañar. Mi compañero tenía algunos casetes de tango
y nos castigábamos con el mate ya que él había llevado yerba. También nos
habíamos anotado en la embajada argentina en Bruselas, de modo de que cuando
había algún acontecimiento nos invitaban. Pero empezaron a pasar los días y
cada vez se me hacía más difícil la estadía.
Una cosa que no conté es que no
querían alquilar departamentos a los latinoamericanos, porque teníamos mala
fama, lo que nos llevó a recorrer bastante hasta encontrar uno y con baño. Sí,
aunque no lo crean, la gente se bañaba en los baños públicos.
Mi compañero, que era casado y con
hijos, recibía permanentemente cartas de la Argentina y yo, que creí que con la
distancia podía solucionar mi problema, me encontré con que se agrandaba. Sí,
mi ex mujer averiguó dónde me alojaba y me empezó a escribir que quería
reunirse conmigo, es decir que nos arregláramos. Esto fue un golpe muy duro
para mí, al punto tal de que no solo extrañaba la Argentina sino que, además,
quería que me bocharan en alguna
materia y que me mandaran de vuelta.
¿Cómo termina la historia? Ni mi ex
mujer fue a Europa ni yo abandoné la beca; pero, eso sí, con posibilidades de
quedarme a trabajar en Bélgica, incluso de terminar el doctorado en la
Universidad de Lovaina, me vine apenas de regreso a la Argentina terminó la beca.
Nunca
pensé que iba a extrañar tanto.
Hermoso país Bélgica y Bruselas, además de su capital la de la Comunidad Europea. Elegiste volver pero quedo grabado en vos lo vivido. Por eso tenes tan presente esos recuerdos. Me encanto.
ResponderEliminarCuesta dejar las raíces, más como son las nuestras, la gente de Europa es muy fría en lo que respecta a su manera de relacionarse. Muy diferente a nosotros los latinos.
ResponderEliminarFelicitaciones por el logro.
Qué oportunidad te dio esa beca. Qué bien hiciste en aprovecharla.
ResponderEliminarCariños
Susana Olivera