martes, 23 de junio de 2015

Escuela “Obispo Boneo”

Juan José Mocciaro

1º Inicial "B", escuela "Obispo Boneo". La maestra es Lidia Laurino De Latorre. El autor del relato está en la hilera de los arrodillados y es el cuarto de izquierda a derecha.

Enclavada en barrio Refinería, “escuela de curas”, como le decían en el barrio, pareciera que uno entra en el túnel del tiempo, donde afloran los recuerdos, campana de bronce que hacían sonar las porteras, una gran galería que se transformaba en un pista de carrera en los recreos, siempre había una pelota de medias para despuntar el vicio, el amplio patio tenía plantas de mora, donde si te caía una en el guardapolvo, no había mancha más difícil de sacar y te ligaba un reto en tu casa, pero qué ricas que eran. Con una capilla donde todos los domingos teníamos la obligación de ir a misa y que nos sellaran un carnet de asistencia. Cuando llegaba el lunes e ingresábamos a clase, la maestra controlaba uno por uno al carné.
Todos los meses en cada curso elegían a los mejores alumnos sobresalientes y distinguidos, y consistía en que te entregaban un diploma de color marrón con la imagen de Don Orione y al distinguido azul, además en la entrada de la dirección había un gran cuadro con el nombre de los premiados del mes.
En la parte superior estaban los dormitorios de los curas y un cine, que los fines de semana daban películas para todo el público, el matiné para los niños. Una vez al año daban una película de cómo había que limpiarse los dientes y nos regalaban una crema dental “Kolynos” con su cepillo.
Durante los recreos dos o tres curas recorrían el patio para mantener el orden.
En la esquina de Gorriti y Santa María de Oro había una canchita de futbol que pertenecía al colegio, donde los alumnos jugábamos durante la semana y los sábados los mayores. Los arcos eran de caños desmontables y, ahí, pude ver jugar al "Pato" Pastoriza, que luego se fue al profesionalismo. En es lugar, actualmente está la nueva iglesia.
Un personaje de ese colegio era el maestro Bernal, siempre tenía tercer grado turno mañana. Él había comprado dos juegos de camisetas para sus alumnos y los viernes a la última hora los hacía jugar en la canchita. En época del barrilete los regalaba a los mejores alumnos de la semana, como así también al que realizaba alguna travesura te hacía pasar al frente, con el brazo estirado y los dedos juntos y te pegaba con una regla de madera llamada “pica pica” (ese momento no se borraba más).
Cuando llegaba fin de año y nos íbamos de vacaciones nos daban un carné para que cuando vayamos a misa se nos selle. Cuando me lo da el cura, yo todo inocente le digo: “Mire que yo me voy a Córdoba”. Y él me responde: “En Córdoba hay iglesias como acá”.
Así, mi recuerdo y homenaje al colegio que me vio hacer los primeros pasos en la educación. 

1 comentario:

  1. Lindo recuerdo de tu época de estudiante, una niñez bien vivida.
    Un abrazo.

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