Por Esther Cuperstein (Ety)
Recuerdo como hoy mis primeros
pasos como estudiante universitaria.
Era claro que terminando la
escuela secundaria seguía la facultad.
En aquellos años solo existían
las carreras convencionales: Medicina, Arquitectura, Abogacía y etcétera,
etcétera.
Mis padres me sugirieron estudiar
Ciencias Económicas y yo había pensado en Psicología; pero sin ninguna duda ni
objeción escuché los consejos de mi familia y, sin ningún inconveniente, en
diciembre de 1974 comencé mis trámites para mi ingreso.
Nunca olvidaré que junto a mi
papá (z”l) fuimos a la oficina de su primo, que ya era profesor y doctor en
esta materia para llenar los papeles requeridos con mucha prolijidad utilizando
la máquina de escribir. Era todo muy ceremonioso y serio.
Al presentar los mismos y entrar
por primera vez a este lugar tan grande, inmenso, frio y lúgubre, me sentí muy
pequeña y asustada. Sentía que salí de mi casa para entrar en un castillo
misterioso.
Comencé en 1975, turno mañana,
mis nuevos caminos tanto de trabajo y estudios. Todo fue paralelo, ya que por
las tardes ejercía mi docencia en Nivel Inicial de Idioma en mi escuela, como
la sentía y siento.
La preparación de trabajos,
planificaciones, estudios, capacitaciones, exámenes, calificaciones nada fue
fácil, era mucho tiempo dedicado al trabajo y a los estudios.
Mi horario de entrada era a las
siete treinta. Vivía a seis cuadras de la facultad. Me costaba levantarme. Mi
mamá preparaba todo para que pudiera llegar a tiempo y mi papi siempre me
acompañaba a tomar el colectivo para que no tomara frío ni caminara de noche.
Sin querer, una nueva amistad
surgió a raíz de esa espera, ya que muchas veces, cuando me veían parada
esperando, me llevaba un profesor que, con su hija, hacían el mismo recorrido
en auto. Nos hicimos muy amigas, inseparables. Compartimos muchos momentos
únicos e irremplazables.
¡Cuántos desafíos me esperaban!
No entiendo cómo pero con el tiempo pude llegar hasta la mitad de mi carrera y
por una sola materia no obtuve mi título intermedio.
Agradezco de todo corazón ahora
viendo y sintiendo a la distancia la oportunidad de haber tenido que atravesar
esta etapa tan hermosa para mí, llena de juventud. Conocí a muchos compañeros
tanto de Rosario como de otros pueblos y ciudades, profesores.
Fueron muchos los trabajos
realizados en equipo. Visité distintas casas, pensiones e incluso nos reuníamos
en la mía también. Nos levantábamos muy temprano, siempre nos acompañaba el
calor del horno a gas de las cocinas. Algunos tomaban mate y nunca faltaban las
charlas que amenizaban nuestros encuentros, gestando risas, comentarios y mucha
frescura.
También solíamos encontrarnos en
las horas libres en un bar que estaba en la esquina y había muchas cosas más:
imaginar, expresar y divertirnos de verdad.
En 1978, después del Mundial de
Futbol, me casé. En esos años primaba el amor, la felicidad y también grandes
preparativos. Mi novio solía buscarme e incluso estudiábamos distintas
carreras, pero no importaba los fines de semana aunque sea en un parque o una
plaza cada uno se ocupaba de lo suyo acompañándonos y, por qué no decirlo, con
mimos y demostraciones de ternura todo se hacía más pasable y menos tedioso.
Era lindo estar acompañada de alguien tan especial como lo era “él”.
En esos días decidí cortar por un
tiempo mis estudios y dedicarme a disfrutar a pleno del presente previos a mi
boda y es por ello que trabajé doble turno para vivir esos días tan especiales.
Hoy rescato una vivencia única,
colmada de muy buenos momentos, la nostalgia me embarga y quisiera escribir
mucho más.
Ya lo
sabemos, la vida es aprendizaje; pero al recordar y volver un poco atrás en el
tiempo puedo comprobar que las piedras en el camino fueron grandes
oportunidades de afrontar momentos que quedaran grabados por siempre en mí.
Uno va leyendo las historias de nuestros compañeros y en cuántas nos sentimos identificados, como en esta. Hermosa. Cariños. Ana María.
ResponderEliminarmuchas gracias por tu comentario...
Eliminarcariños!!
ety
Qué hermosa época esa cuando nos iniciábamos en el trabajo, en los estudios, en el amor. Muy bueno tu recuerdo
ResponderEliminarSusana Olivera
muchas gracias por tu comentario...
Eliminarcariños!!
ety
Me ha gustado mucho tu relato, ya que por el tiempo que nos conocemos mostraste una faceta diferente de tu vida.
ResponderEliminarMe encantó amiga...
muchas gracias por tu comentario...
ResponderEliminarcariños!!
ety
Ety leo tu historia y pienso cuan distintos fueron nuestras realidades. Yo hice el secundario en otra localidad, me recibí de maestra porque era lo único que teníamos con pensión , las Hermana de la Misericordia, en Rufino
ResponderEliminarMi sueño era ir a la Universidad, ser abogada peroooo Rosario era lo mas cerca a 350 km .Hoy, sin hacer una carrera estoy transitando por lo menos sus aulas y me colma de satisfaccion.