Por Norma Pagani
Cuando yo nací en Cañada Seca, un
pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, el verano estaba en su
esplendor. Era un 30 de diciembre. En la familia se estaban preparando para
recibir el primero de año y no esperaban todavía mi llegada, pero aparecí y
desde el principio fui la luz de los ojos de mis abuelos maternos, Rosa y
Pascual. Los paternos ya tenían infinidad de nietos.
El abuelo, a pesar de estar
enfermo de cáncer, todos los días iba a jugar al truco a un boliche cercano. Le
encantaban los ravioles y comer bien, tomarse el vermut con el fernet “Branca” y
una sencilla picada o las empanadas de carne que nunca faltaban. Siempre estaba
vestido de traje y sombrero. Cuando ya no pudo salir por sus dolencias, mi mama
todos los días debía ir a su casa a cuidarlo. Se ponía muy contento y me
llamaba “mi pelancho”, porque era rubia, sin cabellos, de ojos azules como él y
le recordaba a su familia italiana, que había dejado en Pergamino, alejado por
una disputa familiar.
Llegó a Cañada, con dinero, buena
estampa y ganas de formar una familia. Era un candidato muy codiciado entre las
casaderas. Tenía varias que lo pretendían. Llegaban invitaciones y las jóvenes
se engalanaban para recibirlo. Cuando le preguntaban por cual se decidiría
siempre respondía: “¡Mi novia aun no nació!”
Rafael, un amigo, le comento que
tenía hermanas casaderas. Le hablo maravillas de Rosa. Era la ideal, joven,
veintidós años menor que Pascual, “solterón” de 39 años para esa época. Era de
tez blanca, cabello castaño y unos ojos grises que se parecían a las nubes en
los días tormentosos, de tan brillantes y bellos. Muy trabajadora y habilidosa.
Efectivamente su profecía se cumplió. Cuando
la conoció se enamoró perdidamente de ella.
Había que convencer a la abuela
Manuela, española desconfiada del forastero que venía de muy lejos, de una
familia desconocida y teniendo ya un pretendiente del agrado de ella. Después
de varias idas y venidas y exageraciones del hermano, deseoso de casar a la
hermana, con este hombre buen mozo y rico, la unión se concretó. Vinieron
algunos hermanos de Pergamino y después de la boda la llevo de luna de miel a
Buenos Aires.
De regreso se instalaron en una
chacra alquilada en el Cabruja.
Pascual tenía un hermoso caballo
llamado Boticario. Lo cuidaba un peoncito a quien le hacía creer que el animal
bosteaba monedas, lógicamente pasaba la mano con el metal y el inocente lo creía.
Así era mi abuelo, chistoso y propenso a las bromas.
Nacen mi mama y Pocho el único varón
de la pareja. Más tarde llegaría Elsa la menor.
Las malas cosechas, menguaron el
dinero y debieron instalarse en el pueblo, cambiando el rubro de agricultores a
barraqueros (compra y venta de frutos del país).
Se instalaron en 1930 en el
propio pueblo, en una casa alquilada, toda rodeada de tapiales, sin revocar,
con dos habitaciones y un corredor abierto, sin aljibe ni baño adentro. Con un
galpón para guardar la balanza, lana, cerdas y un saladero donde se conservaban
los cueros frescos. A fuera, había caballetes para los cueros secos.
Esta era “la barraca”, el lugar
que en el transcurso de los años tuvo cambios en lo edilicio, pasó a ser
propiedad de los abuelos, pero que conservó su espíritu y esa magia que la
hacían única. Nunca vi cielo más bello y estrellado que el que podía observarse
apoyado en su aljibe.
El lugar donde me crié y viví hasta que me
case en 1970.
Al fallecer el abuelo, quedé a
vivir con mi tía Elsa y abuela, con el consentimiento de mis padres, que tenían
su casa a pocas cuadras. Tenía dos años y salí a los veinte. Nunca disfruté,
como mi hermano, de mi casa paterna, ni dormí con mis padres, ya que cuando me
llevaban a media noche me traían de vuelta, porque extrañaba a la abuela.
Así, transcurrió mi infancia y
adolescencia. Nacieron mi hermano Titi y mis primos, Goni y Viviana, hijos de
mi tío Pocho; y llegó Roberto, hijo de Lita, una sobrina del abuelo, que vivía
en el campo y Zulema una joven que estaba con nosotros por no tener un hogar.
Con ella compartí lindos momentos. Uno de ellos, ir al cine por primera vez y
descubrir que, al terminar la función, los actores no estaban detrás de la pantalla;
o comer milanesas a la “napolitana”, que trajo como novedad de la casa donde
era mucama.
Elsa se fue a Buenos Aires y se casó. Al
tiempo, nació Gabriela, su única hija, y yo seguí con la abuela, en esa casa
maravillosa donde había alegría, gente que iba y venía. Era el lugar donde se
hospedaban las primas del campo para tener sus hijos con doña Mariana, la
comadrona del pueblo que me trajo al mundo, o con el médico del pueblo.
Eran especiales los 30 de agosto,
cumpleaños de mi abuela. Morocha, llegaba en su chatita azul, con su esposo e
hijos desde Santa Regina, un pueblo vecino. Traía tortas decoradas de blanco y
chocolate, y siempre alguna novedad. Recuerdo su decorado con un pincel o la pastafrola con grageas de colores. Con Ramón
y María, los hermanos de ambas, hacían fiestas y disfrutaban de esos encuentros.
A ellos se agregaba Elsa, que venía
en “El Cuyano”, un tren de película para mi mente infantil, ya que era lo
máximo tomar un desayuno con rulitos
de manteca o comer un sándwich envuelto en papel blanco.
Otro acontecimiento era el “Día de los muertos
y los santos”. Los niños de la casa no sabíamos con quién ir, si con la tía
Morocha, que traía cajas de retamas amarillas y rosas rojas, y gorritos
novedosos para el sol, en su chatita azul Ford A; o con Lita, que venía del
campo en su carro tirado por dos caballos
Ambos eran excitantes. Correteábamos todo el día
por el cementerio. Era una fiesta para nosotros. Era lo máximo comer los únicos
helados del año, paquetitos de vainilla o chocolate entre dos obleas, que se
terminaban enseguida. Había que apurarse o hasta el próximo año no comías. En
el pueblo no había heladería. Pasarían años hasta que llegara una. Actualmente,
los traen de Rufino.
La abuela era generosa, siempre tenía
chicos para mandar a la escuela, cuyos padres vivían en el campo, o personas a
su mesa. Además, era muy religiosa. Los días de Semana Santa tapaba con un
lienzo negro las imágenes con una velita prendida (a mí me daba terror) y hacia
la vigilia como correspondía.
Lo económico nuevamente le dio la
espalda y tuvo que dejar el negocio en manos de mi papá.
Lavaba ropa “para afuera” a mano.
No había lavarropas. Siempre con el cigarrillo en la boca, enojándose con la
calandria del monte cercano, creyendo que alguien la silbaba para hacerle una
broma; narrándome cuentos, mientras sus manos se engarrotaban con el agua fría,
que traía de una bomba muy alejad, en un sulky tirado por “Piba”, una yegua
oscura que le sirvió varios años hasta que murió y se hizo el aljibe, donde se
juntaba el agua de lluvia que caía de los techos.
Pasaron los años, todos crecimos,
yo salí de “la barraca” para estudiar de maestra en Rufino, volver y casarme.
Dejé a la abuela y la casa.
¡Cómo las extrañe a ambas! Me costó adaptarme
a la nueva vida. Extrañé la alegría, los olores y sabores del lugar donde viví
20 años.
La abuela murió en la casa que
tanto amo. Siempre fue mi casa hasta el día que se vendió y no compré por miedo
a su deterioro o no poder vivir en ella.
Ya casada, viviendo en la casa
mis dos padres casi cuarenta años, seguimos disfrutando de muchas cosas. Mi
padre llegando con su chata cargada de lana. Era lindo verlo trabajar entre los
lienzos cuando llegaba cansado de recorrer los campos, después bañarse y
sentarse a tomar el amargo Y prender el cigarrillo que tanto daño le hizo,
mientras hacia el churrasco para los dos. Mi mamá con la casa llena de gente,
como la abuela, esperando a las nietas con sus costeletas a la plancha, que
nunca pudimos comerlas con ese gusto, ya que no le preocupaba el humo u o el
olor, solo el sabor. Los pasteles cascotitos
como pedía mi papá, los tallarines caseros y las empanadas, únicos e
irremplazable para las nietas, aunque a mí no me salgan tan mal.
Cuando
voy al pueblo, paso por delante y pienso en lo que viví en ese lugar, en las
personas que la habitaron. La veo tan distinta, sin su magia, que no me animo a
entrar.
Gracias a los que hicieron tan lindos comentarios en mi muro de facebook.
ResponderEliminarLuis Torino comentó un enlace que compartiste.
Luis escribió: "Muy lindo recuerdo , fantastico relato , maestra de mi 5to grado !!!!!"
Hector Titi Pagani comentó un enlace que compartiste.
Hector escribió: "Muy bueno tu relato, falta algunas pequeñas cositas, y otras que yo desconocia, pero vale la pena, tiene mucho sentimiento y amor, lo estoy disfrutando y algo apenado por los recuerdos. En realidad se vivia de otra forma, que a mi entender era mas linda que la actual, eramos tan inocentes y sanos y lo disfrutábamos al momento actual y del pasado,.
Mabel Avaca comentó un enlace que compartiste.
Mabel escribió: "bellisimo NORMA!!! es como volver el tiempo atras!!! felicitaciones!!!"
Graciela Uranga comentó un enlace que compartiste.
Graciela escribió: "hermoso NORMA
Marta Estela Anania comentó un enlace que compartiste.
Marta escribió: "Conmovedor relato.
Muchas lágrimas corren por mi mejillas! Dios mio,como se extraña .................
ResponderEliminarQue pena me das
EliminarAy mami...como me hiciste llorar!!!! Es bellisima, lejos, tu mejor historia esta llena de olores, sabores, color, caricias...y mucho amor.
ResponderEliminarSe la acabo de leer a Lorenzo....
Andrea
Yoli escribió: "Norma, acaba de leerlo mi mamá, me dice que describís todo tal cual era, y se reenganchó contándome anécdotas!!!!! Muy buenos tus escritos!!!!"
ResponderEliminarSilvana Claudia Pagani comentó un enlace que compartiste.
Silvana Claudia escribió: "guau la barraca cuantos recuerdos"
José Roberto Ruano comentó un enlace que compartiste.
José Roberto escribió: "Hermoso relato ,y hermosos recuerdos Norma!!! Que felices eramos , y que bien lo pasabamos, muchas gracias por tantas cosas lindas
Rita Chicarelli comentó un enlace que compartiste.
Rita escribió: "que historia mas linda felicitaciones muy emocionante
Angel Lamberti comentó un enlace que compartiste.
Angel escribió: "IGRACIAS POR SUBIR ESTO NORMA,ESTOY MUY EMOCIONADO
Gladys Riva comentó un enlace que compartiste.
Gladys escribió: "que linda historia, me encanto mi querida maestra, como te quiero, besos
Valeria Vada (amiga de Lo Ly) comentó un enlace que compartiste.
Valeria escribió: "Muy lindo Norma!!! Son los "recuerdos", que llenan nuestro corazón!!!!
Gracias por tan lindas palabras. Estoy pasando un buen momento asistiendo a los talleres para Adultos Mayores de la UNR de Rosario. Tengo profesores maravillosos ( voy a cuatro ). En este José Dalonso, respeta mis tiempos, no impone, logro despertar mi creatividad dormida y unos compañeros de 10, que me inspiran con sus escritos y comentarios.
ResponderEliminarGriselda Oberti (amiga de Andrea Caldo) comentó un enlace que compartiste.
Griselda escribió: "bello tu relato y muy conmovedor, se lo voy a leer a mi mama, yo tengo algun recuerdo muy fragil pero ella tiene muchos y anegdotas que suele contar......"
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GRACIAS GRISELDA. QUIERO QUE SE LO LEAS A ZULEMA, TU MAMA, SEGURAMENTE SE ACORDARA. AL CINE FUIMOS CON NATALIO, EL HERMANO DE DOÑA MARIA AVACA Y DE LAS MILANESAS. EN ESA CASA SE HIZO DE NOVIA CON TU PAPA. CUANTOS RECUERDOS....
ResponderEliminarClara Torino Brondino comentó un enlace que compartiste.
Clara escribió: "hermoso lo lei besos"
Myrna Ricca (amiga de Andrea Caldo) comentó un enlace que compartiste.
Myrna escribió: "Tia como olvidar la barraca del Tio Poroto y la Tia Blanca, y mi mayor recuerdo la Tia Margarita, chiquita mirando la tele las novelas y queriendo escribirle a los protagonistas sobre los engaños que padecian, jajaj que inocente!!! Muy linda historia, son los recuerdos que viviran siempre en uno.- Ojala hubiese muchas maestras como vos!!!!!"
Querida Norma Felicitaciones!!!!!, me has emocionado tremendamente, hace dias que queria contarte algo sobre tus abuelos y la barraca y hoy leo tu historia, que tiene pedacitos de la mia, porque alguna vez fuimos invitados a una fiesta en la barraca y pensaba tiene que haber sido para Santa Rosa, pero yo tendria cinco o seis años, solo recuerdo que habia mucha gente y cosas muy ricas para comer!!!.
ResponderEliminarM i papa desde muy joven tocaba el bandoneon y seguramente lo hizo en esa oportunidad. Tus abuelos divinos, me parecece verlo a Don Pascual bueno como el pan y a Doña Rosa, siempre sonriente y haciendo algo, yo los queria mucho igual que a tu mami,con Elsa y Pocho no tenia tanta confianza, pero los recuerdo muy bien.
Lo que pensaba contarte es que mi papa en verano despues de la cena tocaba el bandoneon con las puertas y ventanas abiertas( no habia aire acondicionado en Cañada, ni teniamos ventiladores, la electricidad llegaba hasta la manzana anterior, pero en mi casa teniamos "Sol de noche", de esa forma la musica invadia el barrio y tus abuelos como lo harian los demas vecinos se sentaban en el patio de la barraca, seguramente a tomar fresco y de alli le gritaban a mi papa " que toque Palomaaaaa" este era un vals muy de moda en ese entonces, mi papa lo tocaba y tu familia aplaudia y sin darnos cuenta viviamos una especie de show; recuerdo estas cosas y siento mucha nostalgia, porque se repitieron muchas veces de una manera familiar e inocente que creo hemos perdido.
Ya vez Norma porque al principio te dije que tu historia tenia pedacitos de la mia, porque tus abuelos, tu mama y tios son personas que dejaron muy lindos recuerdos en mi y junto con ellos recuerdo a mis padres, fue una epoca hermosa, lastima que duro poco, porque si bien naci en Cañada, vivi en el campo hasta los cuatro años y cuando cumpli los doce nos mudamos a Rufino. Fui pocas veces a Cañada Seca, pero mi corazon lo tiene siempre presente y cuando veo en la pagina de Cañada apellidos conocidos me parece que conozco a todos, pero luego reflexiono y me rio porque seguramente son nietos o bisnietos de las personas que conoci, que no me reconocerian si me vieran, como esperar que se sientan conocidos sus descendientes no?. En fin tambien te cuento que mi papa le enseño a tocar el acordeon a Tito Scrivanti, bellisima persona igual que toda esa familia, en esa casa conoci a una de las hijas casada con Clemente Caldo, son tus suegros? o tu esposo es sobrino de ellos?, porque mi papa tambien,era amigo de Bernardo Caldo, que el hijo mayor, Ninin; tocaba el acordeon y alguna vez los visitamos en Rufino y mi papa y ese muchacho tocaron juntos. Es mucho lo que guardo en mis recuerdos y me he extendido demasiado, solo quiero felicitarte nuevamente y agradecerte este regreso a mi pasado tan querido: Un abrazo.
Hay Loris ahora la emocionada soy yo. Con tus recuerdos le diste mas emoción al mio ya que yo no sabia lo que me contaste. Gracia por tus aportes. Lorenza era mi suegra esposa de Clemente. Por privado te cuento mas cosas de Cañada. Ahora estoy escribiendo sobre mi casa, la que viví desde que me case hasta ahora, aunque alterno con .Rosario. Fijate que hay un relato en esta pagina "Por fin conseguí el mate" encontraras una foto de una cocina a leña. Era de mis nonos Pagani y el lugar es el campo donde vivían los Caldo. También hay un relato "Sueños entrelazados" cuenta sobre el servicio militar de mi papa. Un cariño Norma
EliminarNorma estamos emocionandonos una a la otra, porque yo no recordaba el nombre de tu suegra, y cuando lei Lorenza, me reencontre con ella; no sabes cuantas veces fuimos al campo de los Scribanti mientras Tito fue alumno de mi papa, tambien estaba Negra y otra hermana casada con Avaro; y los varones estaba el mayor que no recuerdo el nombre y Mito el mas chico, que supongo se llamaria Anselmo como el papa. Como veras los conoci mucho y siempre los recordare con cariño. Tambien por privado te ire contando mas cosas que recuerdo de mis bvivencias en Cañada. Un gran abrazo y seguiremos comunicandonos. Mis cariños a tu familia..
EliminarSimplemente FELICITACIONES, hermoso relato.No puedo decir mucho más ante tantos comentarios. Cariños. Ana María
ResponderEliminarEntre tantos comentarios me olvide la historia...
ResponderEliminarGracias Luis y Ana Maria. Los comentarios, Luis, te ayudaran a conocer mejor la historia y sus personajes.
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