lunes, 26 de mayo de 2014

Hecho en casa. Pintorescos recursos para acercar a los niños pequeños al estudio del idioma hebreo

Por Esther Cuperstein (Ety)

Recuerdo que cuando comencé a trabajar como maestra de este idioma, todos las planificaciones, materiales didácticos y demás accesorios se confeccionaban con elementos caseros, reciclados y muy poco se podía comprar. Pinceles, tijeras, papel glasé, cartulinas, ceritas, gomas de pegar, lápices de colores, fibrón negro grueso y después las hermosas fibras de colores.
Cada uno debía confeccionar con mucha creatividad los recursos para atraer la atención de los pequeños alumnos de primer grado. Éramos grandes magos que a través de distintos estímulos accedíamos a confeccionarlos con mucho esmero y dedicación.
El famoso papel carbónico ayudaba a copiar las notificaciones, que se utilizaban para agilizar el trabajo, especialmente cuando se quería informar algo importante para compartir en casa. Eran las famosas “notitas”.
Los mimeógrafos eran infaltables. Buscábamos biromes que no andaban para marcar los trabajos, en esas hojas tan finas, en ellas volcábamos tareas o pruebas que se debían cumplir. Estos salían muy parecidos a las modernas fotocopias en colores blanco y negro. El portero se encargaba de hacer el trabajo con una tinta y maquina especial.
Mi experiencia personal de haber incorporado un idioma que no es madre fue muy gratificante.
Fueron muchas los cambios que se fueron incorporando a esta enseñanza, ya que tuvimos que hacer muchos cursos de perfeccionamiento y actualización y aplicar distintas técnicas.
Lo utilizado o confeccionado no se compraba en ningún quiosco ni librería de Rosario. Solo se conseguía muy poco en Buenos Aires.
Las planificaciones escritas en otro idioma debían ser aprobadas por las directoras y disfrutadas por quienes eran los receptores de esta gran tarea.
Se jugaba, se cantaba, sin querer las repeticiones con músicas inventadas ayudaban a incorporar este idioma, que no se manejaba en las calles y ni siquiera en los hogares. Las criaturas se transformaban en pequeños grandes maestros.
Soy una agradecida de haber podido especializarme en esta tarea con tantas especialidades. Realmente disfruté mucho de enterarme de lo valioso que estaba preparando con tan poco.
 El trabajo se transformaba en algo tan natural, creativo y sobre todo rico a la vez.
Hoy, a la distancia, recordando lo escrito no me daba cuenta de cuantos aprendizajes me dejo esta noble y hermosa tarea.

Aprender y enseñar a la vez.

8 comentarios:

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    1. ¡¡muchas gracias por escribirme!! me gusto tu comentario.

      ety

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  2. Ety, algunas cosas en común tenemos. en mis comienzos, el mimeógrafo era una pasta que hacíamos preparar en la farmacia y escribíamos con una tinta especial para ese fin. Pluma y tinta. Qué época. Cariños Ana María.

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    1. ¡¡muchas gracias por escribirme!! me gusto tu comentario.

      ety

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  3. Amiga que orgullo tu profesión, poder dar un futuro a cuantos niños. además de recordar como se trabajaba sin la tecnología actual. Muy bueno.

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    1. ¡¡muchas gracias por escribirme!! me gusto tu comentario.

      ety

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  4. Ety, qué trabajo y cuántas ganas!!. Y como ese esfuerzo se veía premiado sólo con ver el adelanto de los niños, ésto porque creo que "el sueldo" nunca compensa todo el amor que cuando se es DOCENTE se pone en el trabajo. Y es cierto, que si uno está atento, siempre puede aprender algo de los niños. Muy bueno tu recuerdo! CARMEN G.

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    1. ¡¡muchas gracias por escribirme!! me gusto tu comentario.

      ety

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