Por Paquita Pascual
Fue un edificio más entre todos los que ya había construido.
Entre Ríos 1253: diez plantas, semipisos de dos dormitorios, ambos al frente
mirando al oeste.
Cuando le pregunté por qué le ponía ese nombre, me
respondió: “Porque enfrente estaba el cine o ¿no te acuerdas?”. Pero yo sabía
que había algo más.
En mis días de guardia, mientras esperaba a los clientes
para mostrar las unidades, miraba con nostalgia el edificio de lo que hoy es el
“Círculo Obrero” y se me agolpaban los recuerdos. Muchas veces alguna lagrimita
humedeció mis mejillas. Veía a mi hermanito de tan sólo cuatro años jugando en
las escaleras, mientras nosotras disfrutábamos de las tres películas que
generalmente daban los domingos. “Violetas Imperiales” con Carmen Sevilla,
Joselito, Lolita Torres, Rafael…Único nexo con la querida tierra que habíamos
dejado.
En la clase de esta tarde donde se tocó el tema de la
vorágine del tiempo que todo lo arrasa y todo lo… muere. Se evocó la
desaparición de muchos cines que fueron deleite de nosotros niños y
adolescentes Ambassador, América, Esmeralda, Sol de Mayo Radar, Gran Rex, Rose
Marie… Y esto fue el disparador que me llevó, una vez más, a preguntarle a este
recio empresario algo que siempre supe: “¿En quién pensabas cuando le pusiste
el nombre Rose Marie al edificio de la calle Entre Ríos al 1200?”
Y esta vez su respuesta fue más amplia, no podría ser de
otra manera; somos hijos de los mismos padres:
“Evoqué mi niñez y, sobre todo, a mamá que con tanto
entusiasmo nos arriaba a todos al cine los domingos, previa preparación de
bocadillos que saboreábamos en el intervalo. Eran tiempos de obediencia y
aunque no me gustaban esas películas debía permanecer jugando en las escaleras
y hacer tiempo hasta que ustedes salían”.
Esta pequeña historia me hace reflexionar. ¿Qué tan bueno es
aferrarse a los recuerdos? Miramos impávidos como nos borran la vida, edificios
históricos que otrora representaron nuestra esencia son abatidos por la pala
demoledora de la modernidad, en muchos casos para hacer…nada.
Por suerte, la siniestra escavadora no puede
extraer la memoria de aquellos sensibles que, como nosotros, gracias a Dios
vivimos para contarle a nuestros nietos.
Tu evocación me retrotrae a aquel tiempo donde en cada barrio había un cine, donde la purretada disfrutaba esas tardes con la seguridad que hoy no tenemos. los míos eran el Rivadavia en Mendoza y Suipacha y el Echesortu sobre calle Mendoza y hoy es playa de estacionamiento de un super mercado.
ResponderEliminarHermoso recuerdo Paquita. Un abrazo.
Paquita todo lo que escuché tuyo durante el año me encantó y si te lo escuché leer ¡mucho más!!!
ResponderEliminarPaquita realmente tus relatos me encantan...........tenes una pluma especial ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
ResponderEliminarMuchas veces de chica fui al cine Rose Marie... lo pronunciaba mal, pero ¿qué importa? Suerte que la memoria no se borra fácilmente y tampoco lanostalgia de tiempos viejos...Susana Olivera
ResponderEliminarPaquita, yo estoy muy orgullosa de mis compañeros que tienen tan buena memoria y nos permiten volver a vivir a puro sentimiento y nostalgia nuevamente nuestra historia. Por eso te felicito con todo mi corazón. Ana María.
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