Por Esther Cuperstein
Recuerdos que no se
olvidan, la adolescencia, las modas y los descubrimientos...
Cada época marcó una
nueva historia para relatar, recordar y divertirnos.
Anécdotas y momentos
inolvidables.
Cuando éramos niños queríamos
comportarnos como los mayores y, al pasar el tiempo, no nos interesaba. La vida
es cambio y así hay que asumirla.
Cuando vimos llegar la tevé,
era una magia, un lujo ya que el único medio masivo de comunicación era la
radio.
Para escuchar música se prendía
un gran combinado y se ponían discos.
Con el correr de los
años, comenzó a escucharse “música moderna”. El tango y folklore eran cosas de
viejos...
Comenzábamos a ver y
escuchar temas modernos, algunos con letras muy simples y repetitivas de
cantantes argentinos, acompañadas de ritmos muy especiales. Estaban los famosos
“lentos o sueltos”, con coreografías y pasos muy divertidos.
Ya en la tele aparecieron
programas donde enseñaban cómo moverse: “El Club del Clan”, “Sótano beet”. Desesperados,
esperábamos para verlos.
Las revistas vendían
posters con los distintos personajes y también con las canciones impresas para
poder aprenderlas de memoria
Recuerdo la invitación a
mi primer asalto. No entendía de qué
se trataba. Una amiga un poco más grande lo organizo en la terraza de su casa. Cuando
llegué me encontré con chicos y chicas, mesas con saladitos, gaseosa y música
moderna. Todos los varones ya usaban pantalones largos. Solo uno vestía corto,
lo que generó risas.
La costumbre de los
asaltos se empezó a implementar para distintas reuniones sociales y cumpleaños.
Las chicas esperábamos que nos sacaran a bailar, no queríamos planchar. Se danzaba una pieza y vuelta
a sentarse a esperar. Hasta juegos muy picantes
se solían armar: “la escoba”, “verdad y consecuencia”, “la botellita”, “la
llave”
La ropa se modificaba
comenzaban a salir los famosos vaqueros de marca, Levi’s, Lee y Wrangler. Los Farwest
eran un quemo. Estaban los mini shorts, los chalecones de bremer,
las botas largas charoladas.
Los hombres, con pelo largo; y las mujeres
renegábamos para tener el pelo lacio haciéndonos la famosa toca con un rulero y pinzas para que no se enrule el mismo.
Los tocadiscos empezaban
a surgir. Había aparatos más pequeños, a pila o eléctricos muy originales.
Estaban los nuevos casetes para grabar, que hasta hace unos años se utilizaban
y eran de gran utilidad
Todo era novedad y
asombro.
Ahora me pregunto: “¿Qué
vendrá?”
Es que quiero seguir siendo moderna de verdad.
¡Ety! me sorprendiste con este relato tuyo, muy bueno y evocador, felicitaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
muchas gracias por leerlo y comentarlo, saludos!! ety
EliminarQue rápido pasa el tiempo... un suspiro... el tiempo que tardás en leer una página. Hermoso tu texto
ResponderEliminarSusana Olivera
Esther me encantó tu relato, simple y picaresco, pintando momentos que hemos compartido todos y esas ansias de seguir siendo jóven y moderna!
ResponderEliminarEsther, podemos decir que hemos vivido y disfrutado! Y todavía estamos en condiciones de seguir haciéndolo. Allá vamos!. Felicitaciones por tu relato. Ana María.
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