Por Norma Pagani
Estando de viaje, recibí un
correo de mi hija Verónica, donde me informaba que su mascota Keity iba a tener
cachorritos. Esa noticia me alegro mucho.
Cuando regresé, al recibir el
llamado de Andrea, otra de mis hijas, lo primero que le dije fue “¿te enteraste
que voy a ser bisabuela?”, refiriéndome a la perrita, a lo que ella me
respondió: “Y también vas a ser abuela”.
Imaginen mi sorpresa y asombro.
Los sollozos no me permitían
escuchar.
Lloraba yo de emoción y no
alcanzaba a comprender qué había ocurrido, ya que los tratamientos se habían
interrumpido y solo diez días había faltado de casa y no había ninguna novedad.
Mi esposo no entendía lo que sucedía hasta que tomo el teléfono y Andrea se lo
conto: “Es el corazón el que me da este hijo, es la mano de Dios que llevó a un
ser caritativo y generoso a levantar el teléfono para avisarme que alguien tenía
un capullito de carne, para que yo con mi amor pudiera abrir y cuidar. En breve
lo tendré conmigo”.
Los días que transcurrieron entre
el 27 de octubre y el 13 de noviembre de 2013 fueron eternos para nosotros,
pero mágicos para mis hijas, ya que las continuas reuniones con profesionales,
médicos, tiendas de ropa y todo lo necesario para recibirlo, ocupaban las horas
que alternaban con sus trabajos.
Y llego ese mediodía: el varón
que siempre soñé. El príncipe que se unió a la corte de las dos princesas. Otro
rayo de luz para iluminar nuestras vidas.
Ya tiene casi un año. Después de
superar los primeros tres meses, el corazón y la sangre se unieron para ser el
hijo, el sobrino y el nieto amado. Su sonrisa compradora, sus ojos expresivos,
sus gestos, su carisma, su predilección por el abuelo y la unión que tiene
especialmente con la mamá sola sin un compañero, los complementa a ambos
plenamente, haciéndolos eternamente inseparables.
Gracias mi Dios por esta alegría,
por darle a mi hija la posibilidad de poner ese ser en su camino que la
convirtió en mamá, que le dio la posibilidad de dar y recibir amor.
Gracias por mis nietas y por el
nuevo ser que está creciendo silenciosamente en el vientre de mi hija menor a
quien ya amamos y esperamos con ansias.
Gracias
también por darme a mí la posibilidad de ser mamá por seis, casi siete.
Hermosa forma de contar tu alegría desgranando la historia ,la llegada de Lorenzo y el anuncio del nuevo integrante que se suma a tu maravillosa familia.
ResponderEliminarFelicitaciones por el texto ;muchas más por la historia de vida.
¡Brindemos por eso, por la vida¡
¿Que más se puede decir de ese regalo? Felicidades "Abuela"
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando me decían que a los nietos se los quiere por dos, es decir: por hijos y por nietos, no lo llegaba a entender. Hasta ahora que soy abuela. Me encantó tu relato. Cariños. Ana María.
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