Por
Carmen G.
…regreso
lentamente desde algún lugar
recóndito
de mi memoria.
Una
ventana, semiabierta a la tarde, lo hace posible,
la
luz crepuscular se filtra trayendo
la
voz silenciosa de la noche que
irremediablemente
se acerca, estremeciendo
con
un raro placer mi cuerpo, mi alma…
Tal
vez no sabía que hay horas
en
que los recuerdos se adueñan del espacio,
que
nos envuelven, apoderándose de nosotros.
Esta
hora, este crepúsculo ha despertado en mí
la
imagen de mi antigua casa y, otrora mi familia.
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