Por Norma Pagani
En el taller el profesor nos sugirió escribir sobre
“nuestras primaveras”. Escuche a mis compañeros relatar sus experiencias en ese
día. Yo pensaba que no tenía nada para contar, excepto algún picnic.
Al día siguiente, partí de Rosario rumbo a mi pueblo Cañada
Seca, por la ruta Nacional N 33.
Al pasar por la estancia “La Josefina”, entre Santi Espíritu
y Rufino, me acordé cuando las hermanas de la Misericordia nos traían a pasar
el Día de la Primavera a ese lugar.
Veníamos en un camión vaquero gratis, propiedad del papá de
una de las alumnas de otro curso.
Hacíamos casi 50 kilómetros paradas, agarrándonos de las
tablas, con los cabellos al viento, cargadas de comida y bebida.
Nos esperaba la mama de una de las chicas, hija del
mayordomo.
Recorríamos el parque lleno de árboles y, cuando llegaba la
hora del almuerzo, nos sentábamos debajo de su sombra y disfrutábamos de los
alimentos que nuestras mamas nos habían preparado.
Recuerdo que andábamos en carruajes, nos internábamos en la
espesura pensando que estábamos en un bosque y algunas de las chicas cruzaban
la ruta para ir a un lugar donde se hacían experimentos con animales y había
veterinarios muy buen mozos.
Por mi temor a las hermanas, yo no iba. Siempre hubo
rebeldes y obedientes. Me arrepiento.
Regresábamos cantando, felices de haber gozado de nuestro
día del estudiante. Al llegar a casa, nos bañábamos y a disfrutar del desfile
de carrozas e ir al baile amenizado por “Los duques negros” un conjunto local
formado por chicos del Nacional y Comercial, en su mayoría amigos que aun
tienen el conjunto. Bailábamos, se elegía la reina; y, al otro día, clases
normalmente.
Le pedí a mi esposo que disminuyera la velocidad frente a la
estancia. Vi sus árboles tupidos como entonces, la casa blanca y el parque
igual, quizás con el pasto más crecido y la verja descuidada. Me acordé que no
supe más nada de la joven que vivía en ese lugar. Ni siquiera recuerdo el
apellido.
Seguimos transitando por esa hermosa ruta tan bella en
otoño, tan peligrosa hoy y tan tranquila ayer.
El tiempo sin duda ha pasado, solo nos queda el recuerdo de un tiempo lindo, que por suerte lo vivimos.
ResponderEliminarNona. que lindo picnic, tan distintos a los de ahora. Increíbles y fantásticos. Me encanto. tu nieta Sofia.
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